El Gobierno del PP acaba de cumplir cien días de cómoda mayoría absoluta en Andalucía desde la toma de posesión de Juanma Moreno el pasado 23 de julio. Durante la última semana, la Junta de Andalucía ha realizado varios balances tan positivos como corresponde, desplegando la imagen de un Gobierno con el acelerador pisado a fondo, ocho proyectos de leyes aprobado, un Presupuesto en el horno, una reforma fiscal con impuestos a la baja y el compromiso, insistente, de que no van a gobernar desde el rodillo de los 58 de 109 diputados de la Cámara sino con diálogo y “para todos los andaluces”.

Mientras que la oposición critica que Moreno está subido a la nube de la mayoría absoluta, el presidente andaluz se afana por decir lo contrario y pisar mucho la calle. “No voy a dividir a la sociedad, no voy a entrar en ningún frente de buenos y malos, tenemos que sumar y gobernar sin tanta ideología, sin sesgos, con consenso”, insistió el barón popular apuntalando su estrategia en los últimos tres años.

Lo cierto es que este jueves, durante la sesión de control en el Parlamento andaluz, la foto fija del momento político del Gobierno andaluz quedó claramente retratada. La mayoría de problemas o asuntos más incómodos que afronta Moreno le vienen desde fuera de su Ejecutivo. El gran silencio se tejió sobre Marbella, con la Audiencia Nacional avanzando en el juicio a una presunta trama criminal de narcotráfico y blanqueo de capitales que operaba en la Costa del Sol y que ha procesado al hijastro de la alcaldesa, Ángeles Muñoz, y su marido. El PP se afana en blindar a su alcaldesa y en evitar que este tema aterrice en la arena de la política andaluza pero se notan los nervios. Todos los comentarios al respecto se acotan con la coletilla “hasta donde sabemos, no hay nada”.

El PSOE insistirá

El día antes el PP había impedido una pregunta del PSOE sobre este asunto en pleno. Los socialistas ya han registrado otra batería de iniciativas al respecto a la consejería de Presidencia. El líder de la oposición, Juan Espadas (PSOE), dejó constancia en el Diario de Sesiones de que Moreno no iba a hablar de un asunto que puede convertirse en el primer caso de corrupción que puede darle un quebradero de cabeza. No se equivocó. El presidente andaluz fue hábil en evitar cualquier alusión al respecto. El PP insiste en que tendría fácil la respuesta, con un expresidente andaluz a punto de entrar en la cárcel por los ERE, la mujer de Espadas investigada en el caso Faffe por enchufismo y una condena a 20 años de gobiernos socialistas. “Si quieren acotar ahí el terreno de juego, ellos sabrán”, deslizan los populares.

Moreno entró al pleno respondiendo a la pregunta de qué le parecía las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso asegurando que el Gobierno de Pedro Sánchez quería meter a la oposición en la cárcel. Dribló como pudo las inquisiciones de los partidos de la izquierda sobre la exhumación de Queipo de Llano y las declaraciones de Alberto Núñez Feijóo sobre la Guerra Civil como “una pelea de abuelos”, asegurando que "la ley está para cumplirla".

Vio como la oposición usaba el caos sanitario en Madrid para tratar de poner de relieve las carencias de la atención primaria andaluza y volvió a defender las bondades de su modelo económico y de la bajada de impuestos en la economía andaluza. La gran preocupación del Gobierno de Moreno es la economía, el comportamiento de los indicadores durante los próximos meses, en plena inflación y con una crisis energética, agravada en el caso andaluz por una sequía que golpea de lleno a la agroindustria, clave en el PIB andaluz. Todo lo demás les preocupa “relativamente”, advierten.

Camino propio

La hora y media que se alarga cada sesión de control y las preguntas previas y posteriores a sus comparecencias dejan claro que más que problemas graves de gestión en el arranque de la legislatura, que aún no han aflorado con una oposición aún de pulso débil, Moreno pasa más tiempo tratando de preservar su talante de hombre moderado y de consenso de los exabruptos que lanza el ala más dura del PP, con un arrebatado protagonismo en las dos últimas semanas de su homóloga madrileña, Isabel Díaz Ayuso, inmersa en una estrategia dura para tratar de conseguir la mayoría absoluta que Moreno cosechó en Andalucía el pasado junio.

El presidente andaluz trata de no pisar charcos y de no visualizar que no está cómodo en ese debate bronco pero se nota. “Mi filosofía es siempre sumar y cooperar entre administraciones”, afirmó Moreno. Cuantos más decibelios sube Ayuso contra Pedro Sánchez más enfatiza Moreno su tono institucional y su mano tendida al Gobierno. Es una apuesta de la que el presidente andaluz no piensa desviarse ni un milímetro, avisan los suyos. Con ese perfil de centro moderado y cada vez más andalucista alcanzó una histórica mayoría absoluta que se ha tatuado en la dorso de su muñeca y ese será su camino. En el PP están convencidos de que visualizar esas dos almas en el partido no viene mal y que además las dos estrategias ayudan a Feijóo en su aspiración de llegar a la Moncloa, con quien siguen cerrando filas sin grietas ni fisuras.

Contagio de la Sanidad

El caos sanitario en Madrid está contagiando el debate en el resto de comunidades autónomas. Espadas afeó a Moreno que no determine qué va a ocurrir con los 12.000 sanitarios cuyo contrato expira al acabar diciembre, aseguró que no hay partida presupuestaria suficiente para prorrogarlos, le acusó de hacer propaganda con la sanidad y le preguntó por qué no funcionan ninguno de los nuevos quirófanos inaugurados en precampaña electoral en el Hospital Militar de Sevilla, un centro con el que el PP hace bandera de su apuesta por la sanidad andaluza, inaugurado tras abandono de la Junta con el PSOE. Los socialistas están convencidos de que Andalucía está en la antesala de un caos en la atención primaria como el de Madrid. En el Gobierno andaluz aseguran que nada tiene que ver la situación aunque admiten que hay problemas y que seguirán "dialogando y colaborando" con los sindicatos de la sanidad y las plantillas del Servicio Andaluz de Salud.