Los dueños de cinco discotecas y bares de copas de Palma denunciaron este miércoles en el juicio del caso Cursach el "acoso y derribo" de la Policía Local a sus negocios, que algunos vincularon a la influencia del magnate aunque reconocieron no tener pruebas de ello. "El Grupo Cursach tenía el monopolio y no soportaba que le hiciéramos la competencia", señaló de uno de ellos. Los testigos narraron inspecciones "excesivas" y "sin motivo aparente", "órdenes de cierre injustificadas" y peticiones de sobornos para eludir los controles. El fiscal incidió en que esos negocios no eran competencia de los locales de Cursach por la distancia que los separaba. "La competencia era el horario", acabó respondiendo uno de los afectados.

El más vehemente en sus acusaciones fue Gabriel Payeras, que fue director y socio de la discoteca Level/Divino del Paseo Marítimo entre 2006 y 2015. Aunque reconoció algunas irregularidades e incumplimientos en sus licencias y excesos de aforo, afirmó que el «hostigamiento» de la Patrulla Verde empezó a raíz de unas "amenazas" de Sbert, mano derecha de Cursach en 2007. "Iban a por nosotros. Era un tema comercial. Ellos tenían el monopolio. Hasta entonces nadie les hacía la competencia y nosotros los rompíamos. No soportaban que lleváramos gente igual que ellos y tenían que matar eso", afirmó Payeras. Según contó, ante esta situación de «guerra», trataron de poner al día los permisos del negocio y el aforo, "aunque desde hacía 25 años se incumplía en todas las discotecas y no pasaba nada".

Payeras detalló que su discoteca empezó a recibir "inspecciones cada fin de semana" y acusó a la Policía Local de realizar mediciones de ruido "falsas" para provocar el cierre del local. Afirmó que el Grupo Cursach llegó a contratar a una persona para que se hiciera pasar por un vecino y presentara denuncias, según las conclusiones de un detective al que encargaron un informe. Aseguró también que la Policía Local sometía a largas revisiones a los autocares que llevaban turistas de s’Arenal a Level/Divino mientras al resto no los interceptaban o los tenían parados "solo cinco minutos". Solo pudo identificar a Miguel Estarellas, policía que fue procesado pero murió antes de la celebración del juicio.

"Es injusto que en un país como España no podamos luchar de tú a tú con un imperio", sentenció, asegurando que acabó arruinado. "No puedo demostrar nada", admitió sobre sus acusaciones.