A los nueve diputados y diputadas de Ciudadanos les espera un martes ajetreado. Llevarán al pleno dos debates que reflejan con precisión su estrategia político-mediática: sobre RTVE y EFE, y sobre el uso de las mascarillas en el transporte público. Desde hace meses, con el fin de ganar peso político y visibilidad en prensa y redes, las cabezas pensantes de la formación liberal buscan temas pegados a la sensibilidad social y arietes contra el bipartidismo. Les está costando porque corren muy malos tiempos para una formación que en un año y medio ha sido desalojada de la Asamblea madrileña y del Parlamento andaluz, y ha quedado reducida a cenizas en las Cortes de Castilla y León. Entre golpe y golpe, renuncias, marchas, protestas y el comienzo de un complejo proceso de refundación.

Así están las cosas en un partido que a mediados de 2019 tenía más de 50 escaños y un permanente ánimo de euforia. Sobreviven como iconos Begoña Villacís en el Ayuntamiento de Madrid y un grupo de diputados/as encabezados por Edmundo Bal, ya que Inés Arrimadas ha optado por delegar en él la agenda parlamentaria. Alrededor del abogado del Estado circulan figuras como Guillermo Díaz, María Muñoz o Sara Giménez. En el Congreso no hay quien discuta la capacidad de trabajo del séptimo grupo de la Cámara en número de escaños (9). Sin embargo, muchos discuten su modo de comunicar.

El propio Bal lo sufrió en sus carnes (digitales). Criticó con dureza a la ministra de Igualdad, Irene Montero, a la que pidió la dimisión, por “las barbaridades” que dijo sobre “relaciones sexuales entre niños y adultos”. El diputado por Madrid se refirió a unas declaraciones hechas 24 horas antes que se sacaron de contexto, pues por las redes sociales proliferaron extractos incompletos de lo que en realidad afirmó la dirigente de Podemos acerca de la reforma de la ley del aborto y de la educación sexual-afectiva como un derecho de los niños y niñas. Las críticas no tardaron y no cesaron durante las horas siguientes. Una pregunta se generalizó: ¿es ésta la forma de un partido en grave crisis para mantenerse a flote y resurgir? ¿Es ésta la manera con la que ir adquiriendo más visibilidad social y rédito político?

La pregunta y la duda resurgieron cuando Bal, hace unas semanas, arremetió contra la Mesa del Congreso por haber sacado el concurso para la licitación del proveedor de los teléfonos móviles. El portavoz de Ciudadanos tildó de “sinvergonzonería” y “ofensa” que en un contexto de inflación alta y problemas para llegar a fin de mes los diputados estén a punto de tener en sus manos un iPhone de última generación, con precios por encima de los 1.000 euros. La crítica le granjeó una dosis estimable de viralización en redes, lo que no es poco tal y como están las cosas. Obvió, sin embargo, que lo que hizo la Mesa fue renovar una licitación urgente, ya que la anterior, de 2017, suministró modelos iPhone de hace cinco años que hoy funcionan regular. Por logística y por seguridad, el órgano de gobierno de los diputados tomó la decisión que tomó.

Cs es posiblemente el grupo más activo con la prensa. Los liberales quieren llamar la atención, es evidente, ellos y ellas lo reconocen. Está en juego la supervivencia de las siglas, por no hablar de las supervivencias personales. Cierto que casi todos sus diputados provienen de empresas privadas u otros organismos y que volverán si la política les cierra la puerta, pero no por eso atraviesan los días ligeros de equipaje. Saben que una dosis abundante de la receta para sobrevivir está en lo que hagan en el Congreso y en cómo lo hagan, es decir, en cómo lo vendan. Los parlamentarios de la formación, en diálogo con este medio, reconocen que la responsabilidad es demasiado grande en comparación con los resultados obtenidos. En numerosas ocasiones, sienten frustración. 

A Cs las encuestas sobre estimación y/o intención de voto les enseña un paisaje hostil. Todas las entidades públicas (el CIS) y privadas que hacen encuestas les otorgan entre uno y dos escaños. Para un partido que hace tres años tenía más de 50 es un varapalo. El mismo CIS, por ejemplo, no les sitúa en el 3% en votos desde marzo. Como consuelo, el barómetro de septiembre, el último, en el que se recuperaron un poco y se ubicaron en el 2,8.

Este martes los diputados de Ciudadanos afrontarán dos exámenes de un temario que ellos mismos se han impuesto. Veremos este martes cómo se las apañan.

Independencia de RTVE y EFE

Dos debates va a suscitar Ciudadanos en la sesión del pleno de este martes. Primero, por una propuesta legislativa destinada a salvaguardar la independencia de RTVE y de la Agencia Efe. Para ello, plantean cambios en los mecanismos de composición de los consejos de administración y en los de la elección de las personas que ejerzan sus respectivas presidencias. No es un debate extemporáneo, ni mucho menos, porque hace una semana dimitió José Manuel Pérez Tornero y la corporación de la tele y radio públicas se zambulló de nuevo en ese terreno de inestabilidad y desprestigio llamado interinidad. Otra vez, afanes políticos socavando el periodismo.

El debate servirá para predeterminar las posiciones de cada grupo y decidir si la proposición inicia su trámite o no. Es eso lo que estará en juego: la toma en consideración. Fuentes del grupo parlamentario reconocen a El Periódico de España su pesimismo. No ha llegado ningún mensaje alentador ni de PSOE ni de PP, los dos grupos que pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de una iniciativa parlamentaria. 

Pero es justo el objetivo de mínimos lo que más interesa a la formación de Inés Arrimadas. Que la ley supera el escollo en el Congreso, mejor, pero Ciudadanos sabe, sabía, que las opciones de que eso ocurra son remotas, por no decir nimias. Le interesa sobre todo el debate porque en la independencia de RTVE y Efe ha encontrado un camino de vuelta a sus orígenes: a la lucha contra el bipartidismo. En el “pasteleo”, como les gusta decir a sus dirigentes, en el que incurren el PSOE y PP para adueñarse de las instituciones, ven un filón. Por eso airean siempre que pueden el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). 

Funcionan los mensajes políticos que se asocian a emociones, y si esas emociones responden a una dicotomía bueno-malo, mucho mejor. Cs busca eso. No es fácil porque su narrativa ya no impregna como antes, pero lo intenta. En el debate sobre la radiotelevisión española, se trata de que su independencia se identifique con el partido y la politización, con PSOE-PP. "A pesar de los mecanismos previstos en la ley para garantizar la profesionalidad, imparcialidad e independencia”, estos se han revelado “insuficientes a la hora de evitar las injerencias de los partidos políticos”, señalan los liberales en la exposición de motivos.

Por ello, sin tapujos, dice: “Esta ley pretende modificar el sistema de designación de los consejeros de la Corporación de RTVE para garantizar su independencia del Gobierno de España y de los intereses del bipartidismo”. Similar objetivo persigue para Efe.

MASCARILLAS Y LEY ELA

Este martes se votará la proposición de ley. Antes se debatirá la otra gran iniciativa de Cs del día, sobre el uso de las mascarillas, aunque sería más preciso decir el no uso.

Se trata de una proposición no de ley. Como su nombre indica, no tiene rango de ley. Con propuestas así, los grupos pretenden posicionamientos políticos. Propone Cs que el Congreso, si sale mayoría, inste al Gobierno a acabar con la obligatoriedad de las mascarillas “en el transporte público y en los establecimientos sanitarios (oficinas de farmacia, botiquines, ópticas, ortopedias y establecimientos de audioprótesis) con efecto inmediato”.

No es un debate nuevo, a decir verdad. Según recuerda el grupo de Edmundo Bal, en abril hubo una moción al respecto que acabó en fracaso. Sin embargo, “apenas una semana después”, dice en el texto de la iniciativa, el Gobierno puso fin a las mascarillas en interiores “con la excepción del transporte público y centros y establecimientos sanitarios”.

Pasado el verano, con la pandemia en picos bajos de incidencia, Ciudadanos cree que “una medida tan restrictiva como la obligatoriedad del uso de mascarillas más allá de los centros sanitarios no se justifica”. Reseña, entre sus razones, “la sensación de hastío y fatiga” que produce “no ver un horizonte de salida de la situación”.

Más allá de la justificación sanitaria, es apreciable en la proposición un intento por sintonizar con el humor social. De paso, por generar debate y viralización. El resultado previsible es el rechazo, ya que tanto PSOE como PP seguramente se plegarán a los criterios epidemiológicos.

Pero ha habido excepciones, no todo son derrotas para Cs. En marzo, el pleno del Congreso apoyó por unanimidad la tramitación de una proposición de ley para garantizar el derecho a una vida digna de las personas con ELA. Desde entonces, duerme en un cajón de la Mesa del Congreso. Este lunes Cs reclamó de nuevo que la Cámara rescate su propuesta.