"Esto no va. El Govern no gobierna. ¿Aquí, quién manda? ¿Hay alguien al frente del Executiu?". El discurso del líder del PSC, Salvador Illa, para responder al president Pere Aragonès parecía, en su arranque, que estaba diseñado para echarle toda la caballería encima. El jefe de la oposición ha dejado claro que piensa que no hay ni liderazgo ni proyecto en la Generalitat, que la coalición de ERC y Junts vive atrapada en "el lío" y que, como era previsible, no quiere ni oír a hablar de una propuesta para avanzar hacia un referéndum. Sin embargo, después de marcar estas distancias, ha tendido la mano, tanto para tirar adelante el plan anticrisis como para aprobar los presupuestos e impulsar leyes como la electoral, la forestal o la del sistema de policía.

El de Illa ha sido un discurso de palo y zanahoria. De afearle a Aragonès que viva en un "conflicto crónico", que la mayoría de la investidura no solo está "rota", sino que su deterioro, si bien no le ha sorprendido, sí que se ha producido con "más rapidez" de la que esperaba. Ante estas turbulencias y ese Executiu que transita "arrastrando los pies", el líder de los socialistas se ha esmerado en sacar pecho de que él está ahí, en subrayar que, a pesar de que no comparte el rumbo de este Govern, su vocación de ejercer de alternativa le exige responsabilidad para intentar enderezarlo. Deberes pendientes que ha citado: la seguridad, las ocupaciones, las energías renovables, o el funcionamiento de la FP.

Después de la cal, la arena. "Ha hablado de escudo social. Me parece insuficiente, pero le daré apoyo", ha dicho Illa. Este ha sido el primer cable que le ha echado, aunque le ha avanzado que le enviará propuestas para mejorar el plan anticrisis. Aragonès lo ha retado a acompañarlas con la explicación de dónde saldrán los recursos. Ha habido más intentos de aproximación, hasta cuatro más. El principal, el enésimo ofrecimiento para aprobar los presupuestos. Hasta ahora, a pesar de que el conseller de Economía, Jaume Giró, ha abierto negociaciones con el PSC, Aragonès ha rechazado aprobar las cuentas con los socialistas. "Me gustaría más receptividad", ha pedido Illa.

El jefe de la oposición también ha propuesto al president acordar la ley electoral, la ley forestal y la ley del sistema de policía de Cataluña. También un pacto social y otro en materia de infraestructuras. En esta última carpeta ha hurgado Aragonès, que le ha recordado los problemas reiterados en Rodalies y la falta de inversión y ejecución presupuestaria por parte del Gobierno.

Más contundencia ha utilizado el president para afearle al jefe de la oposición que no avale el acuerdo a la canadiense para avanzar hacia la autodeterminación ni tampoco ponga sobre la mesa una propuesta concreta para resolver el conflicto político. "No estoy de acuerdo, no resuelve nada. Ha sido un 'déjà vu'", ha considerado el líder del PSC.

Y Aragonès le ha recordado que hasta el año 2016 su partido defendía esta apuesta, que no es más que un acuerdo para una consulta pactada. Cayó de la agenda socialista con Miquel Iceta al timón del partido y Aragonès entiende que eso supone dar la espalda a una demanda que hace una gran mayoría de los ciudadanos. "Hacer ver que no existe un conflicto de soberanía solo incrementa el conflicto y lo extiende. Mi voluntad es resolverlo y solo se resolverá con democracia", ha insistido subrayando que esta es una propuesta que lanza "como demócrata".

"Yo estoy por votar un acuerdo", ha respondido el líder del PSC, que ha reclamado "respeto" y que no se pongan o se quiten "etiquetas de demócrata" a quien no defiende una determinada propuesta. Su objetivo, ha insistido, es "la mejora del autogobierno" y ha reclamado poderlo reivindicar en la mesa de partidos catalanes que se pactó juntamente a la de diálogo entre la Moncloa y la Generalitat y la bilateral. "Tengo un problema de credibilidad con usted, porque se pactó, y yo estaba, un diálogo con tres patas", le ha espetado.