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Entrevista al exministro de Sanidad y líder del PSC

Salvador Illa: "La pandemia ha sido un baño de realidad y una cura de humildad"

El gestor del covid, al mando de la sala de crisis, defiende que el Gobierno respondió a la pandemia "sin traicionar los principios de un Estado compuesto como España"

Salvador Illa: "La pandemia ha sido un baño de realidad y una cura de humildad". FERRAN NADEU

La pandemia supuso un antes y un después en la vida de todos, pero para Salvador Illa también fue un punto de inflexión en su carrera política. En el libro 'El año de la pandemia' (Península), el ahora líder del PSC destapa las vicisitudes de su cargo al frente del Ministerio de Sanidad y revela los detalles de la compleja sala de crisis que se amuebló para parar el virus. En 318 páginas, Illa repasa el trance de activar el estado de alarma y los esfuerzos para impulsar una estrategia de vacunación que permitió abrir el paso a la 'nueva normalidad'. 

¿La pandemia ha ganado un pulso al ‘procés’? 

No lo planteo así, pero la pandemia sí nos ha cambiado a todos y ha acelerado unos cambios que había de fondo. Ha sido un baño de realidad y una cura de humildad muy contundente. Nos ha puesto de manifiesto la dimensión comunitaria necesaria en toda sociedad, en un entorno occidental con sociedades individualistas.  

“Si hay que hacerlo, hagámoslo", le dijo el presidente Pedro Sánchez ante la propuesta de activar el estado de alarma. ¿Se arrepiente de alguna de las decisiones que tomó? 

No. Fijamos los criterios de actuación y tuve siempre el apoyo del presidente. Las medidas difíciles las tomamos siendo conscientes de lo que conllevaban. No había más remedio que sacarlas adelante para conseguir el objetivo de salvar vidas. 

En el libro explica momentos difíciles de gestionar emocionalmente, como la ausencia de respiradores o la estrategia de vacunación. ¿Le pasó por la cabeza dimitir porque no podía más?

No, nunca. Fue una etapa muy intensa. Escribiendo el libro me he dado cuenta de que había muchas cosas que no había procesado emocionalmente. En ese momento, cuando lo vivía, no me lo permití. Pero nunca me plantee abandonar. Mi vocación es de servicio público. Me tocó vivir esto, no lo elegí, me tocó, pero tuve claro cuál era mi papel. El presidente decidió decretar el estado de alarma y contactó con las autoridades. Después me llamó y me dijo: 'Salvador, no te tomes esto como una enmienda a tu gestión' y le dije que sabía muy bien dónde estaba y que, ante una crisis de salud pública, el ministro de Sanidad debía hacerle frente. Era el fusible del Gobierno. Eso es así.  

Como ministro de Sanidad, era el fusible del Gobierno. Pero no me planteé dimitir

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En el libro no entra en las tensiones que se podían vivir dentro del Gobierno ni con las comunidades autónomas.

No entro en ello porque mi visión es que fueron diferencias de criterio normales, habituales y lógicas por la situación que vivíamos. Al principio hubo un clima de trabajo con mucha complicidad en el ámbito sanitario. No me interesó el debate político ni quise rentabilizar políticamente lo que hacía referencia a la pandemia porque los ciudadanos no estaban por esto. El momento más desagradable fue, en el inicio de la segunda ola, cuando tuvimos que decretar el cierre de Madrid. En todo caso, supimos responder a la pandemia sin traicionar los principios de un Estado compuesto como es España. 

Salvador Illa. FERRAN NADEU

Obvia que el entonces ‘president’ Quim Torra anunció que iba a confinar toda Catalunya pese a no tener competencias para hacerlo y el encierro de Igualada. 

El primer decreto del estado de alarma daba amparo jurídico a las competencias de las comunidades. Siempre apoyé las decisiones de las autonomías, nunca hubo una desautorización. Tenía una relación fluida con la 'consellera' Alba Vergés. Sobre el 'president' Quim Torra, explico las conversaciones que tuve, que fueron dos. La primera, con diferencias sobre el estado de confinamiento y el permiso retribuido recuperable. La segunda, cuando tuvo que nombrar el responsable de salud pública en Catalunya porque durante dos meses no lo había. Mi actitud siempre fue constructiva para reforzarnos mutuamente. 

¿En qué punto está la auditoría que prometió?

Está en marcha, dejé los temas encarrilados, pero no tengo el detalle ni me toca a mí decir cómo están las cosas. Es de sentido común que se haga un balance. 

"No es agradable limitar derechos fundamentales, pero no había otra alternativa"

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¿Por qué no se ha reformado la ley de salud pública?

No era una alternativa al estado de alarma. Se puede reformar, pero eso deben decidirlo los grupos en el Congreso. Lo que dije en ese momento es que atajos para limitar derechos fundamentales, no. Que tenía que hacerse con control legislativo o judicial.

¿Cómo encajó que el Tribunal Constitucional tumbase los estados de alarma?

Tengo respeto por el Tribunal Constitucional y hago mías las palabras de Margarita Robles: los tecnicismos jurídicos no deben prevalecer sobre una cuestión de fondo. [Los jueces] vienen a decir que debería haberse usado un mecanismo todavía más contundente y lo que yo puedo decir es que fuimos con mucho cuidado a la hora de activarlo, que cada 15 días solicitábamos una prórroga y que había control parlamentario. No es nada agradable tomar decisiones que limiten derechos fundamentales, pero no había otra alternativa. 

Antes de tomar posesión del cargo, cuenta en el libro que el exdelegado del Govern en Madrid, José Cuervo, le dijo que "a todos los ministros los nombra el presidente y les cesa una crisis de salud pública". ¿A usted le cesó el covid o la urgencia del PSC para ganar en Catalunya?

No. A mí no me cesaron, yo decidí de común acuerdo con el presidente renunciar a mi responsabilidad. Si el presidente no me hubiese liberado del compromiso que adquirí, no lo hubiera hecho. Tampoco si no me lo hubiera pedido Miquel Iceta. La condición era que se iniciara el proceso de vacunación, que era el punto de inflexión, la autopista de salida a la pandemia. Y así fue.

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