Los diferentes cambios del viento, a primera hora de la tarde del suroeste y del norte con la puesta de sol, descontrolaron el incendio que se inició el lunes en Ateca hasta el punto de obligar a desalojar a casi 2.000 vecinos de las localidades zaragozanas de Moros, Bubierca, Villalengua, Alhama de Aragón y Castejón de las Armas. Pero no fue la única afección. El humo forzó el corte de la autovía A-2 en ambos sentidos en un tramo de cuatro kilómetros a la altura de Alhama, sin posibilidad de paso alternativo por la carretera nacional.

También quedó restringido el tráfico ferroviario entre Madrid y Zaragoza a la altura del término municipal de Calatayud y, ya de madrugada, la N-2 en el tramo entre Ateca y Contamina.

Ya en la mañana de este martes el director general de Medio Natural y Gestión Forestal del Gobierno de Aragón, Diego Bayona, dejó entrever que la jornada iba a ser complicada por el flanco derecho, especialmente por las rachas de hasta 50 kilómetros por hora que podrían registrarse en la zona. Se acabaron cumpliendo las peores previsiones, el fuego avanzó hacia Moros y según el último informe, ardieron 5.600 hectáreas.

Rápidamente, se activó la situación operativa de riesgo nivel 2 que implicó el desalojo inmediato de este municipio perteneciente a la comarca de Calatayud. Sus 400 habitantes fueron enviados al albergue de Ateca. Su alcalde, el socialista Manuel Morte, calificaba esta situación de «inerranable». Las llamaradas habían llegado a su término municipal, y en el casco urbano se empleaban a fondo los Bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza, que se han sumado a las labores de extinción para tratar de salvar la situación

Allí trabajaban de igual modo los efectivos de la Diputación Provincial de Zaragoza y de la Unidad Militar de Emergencias (UME). «Si no llegan a venir se nos quema el pueblo entero», afirmó el regidor.

«Ha sido dantesco, un infierno y los vecinos están tristes y resignados», señaló Morte, que se encontraba junto a 64 habitantes en el polideportivo de Ateca. Lo hicieron en los coches particulares de los vecinos. «Ahora estamos esperando a ver la evolución del incendio y cuándo podemos volver a nuestras casas», aseveraba el alcalde.

Pero el incendio se complicaba a medida que el fuego avanzaba. Le tocaba a Villalengua. Lo pudo comprobar en el puesto de mando avanzando el propio Bayona, que estuvo acompañado del presidente de las Cortes de Aragón, Javier Sada, quien fuera alcalde de Ateca durante 20 años. También se acercó el presidente provincial del PP de Zaragoza, Ramón Celma, quien pidió más medios del Ministerio; y el jefe del Ejecutivo autonómico, Javier Lambán, que también quiso dar ánimos en persona a los afectados. 

Vista de Ateca durante el incendio.

«Les he transmitido que no les va a faltar el amparo de los poderes públicos», dijo, mientras calificó el incendio de «proporciones muy importantes». Lambán quiso destacar también la colaboración ciudadana de vecinos como los de Ateca o Calatayud que ofrecieron sus casas por si fuera necesario. Asimismo, advirtió de que «en estos casos hay que tener un exceso de celo» y en muchas ocasiones se desalojan municipios para no tener luego que hacerlo «de forma apresurada».

Ya por la tarde, fueron los vecinos de Villalengua quienes debieron trasladarse. Entre ellos Pedro Miguel Fernández, de 60 años, que estaba junto a su esposa María Pilar y su suegra de 80 años. «Ha sido muy ordenado. Por la mañana nos dijeron que tuviéramos todo preparado por si acaso. Cuando hemos visto por la ventana que se acercaban las llamas teníamos claro que nos dirían de irnos», señala Fernández a la vez que resalta que no teme por su casa «porque esperamos que el río y la carretera hagan de cortafuegos». 

El incendio de Ateca visto desde Ariza.

A quien sí sorprendió el traslado fue a la alcaldesa Ana Isabel Villar. Estaba en Madrid donde es senadora por el PSOE. Sus vecinos fueron reubicados en un primer momento en el recinto ferial de Calatayud y posteriormente en Ateca, donde Cruz Roja instaló un puesto de atención continuada en el recinto ferial, donde había cien personas. También se desplazó un equipo de asistencia psicosocial. El presidente de Cruz Roja Calatayud, Luis Miguel Maluenda, reconoció que las personas a las que asisten son mayores, están «muy tristes» y «no entienden por qué tienen que desalojar su casa». Los voluntarios tuvieron que asistir también a las nueve personas de la residencia de mayores de Villarroya de la Sierra. 

Estaban todos los evacuados ubicados entre Calatayud y Ateca cuando los vientos comenzaron a soplar del norte poniendo en peligro a las localidades de Alhama de Aragón y Bubierca. Eran las 22.30 horas y el Gobierno de Aragón decidió evacuarlos al recinto ferial de Calatayud. Allí también fueron trasladados los vecinos de Moros, Villalengua y los ancianos del centro del asilo.

Pero la jornada no había acabado ahí. Casi de madrugada, el humo y el avance de las llamas llevaron al Ayuntamiento de Ateca, por recomendación del Ejecutivo autonómico, a emitir un bando para que la población fuera consciente del posible desalojo y para que aquellos que quisieran ir a Calatayud fueran yendo hacia allí. Al mismo tiempo se acordaba desalojar Castejón de las Armas. 

Más de 80 personas hicieron posible que la cabecera de comarca pudiera asumir en tiempo récord a los vecinos de todos los municipios. En la puesta a punto del recinto ferial participaron miembros de la Academia de Logística, Policía Nacional, Policía Local, Cruz Roja, voluntarios particulares y empresas bilbilitanas que respondieron con materiales y productos de alimentación.

En la zona están trabajando más de 200 efectivos entre medios del Gobierno de Aragón, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la Comunidad Valenciana, Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) y Ayuntamiento de Zaragoza.