Los veinte metros que separan la valla española de la marroquí se convirtieron este viernes en un callejón sin salida. En una ratonera. Las cifras oficiales solo confirman 23 personas muertas, pero las organizaciones humanitarias aseguran que, al menos, perdieron la vida 37 subsaharianos.

La mayoría fallecieron por asfixia, según la versión de la policía marroquí, aunque también hubo violentos enfrentamientos cuando intentaban saltar a Melilla, con los agentes de las fuerzas de seguridad de Marruecos. Un recuento que nadie se atreve a dar aún como definitivo y que escribe una de las mayores tragedias que se recuerdan en esta frontera.

Una tanqueta antidisturbios y tres furgones policiales siguen aparcados enfrente de la puerta fronteriza del barrio Chino. Algunos policías vigilan la valla, otros toman café en una terraza cruzando la calle. En la televisión del establecimiento juegan dos equipos marroquíes, no queda ningún rastro del enfrentamiento del viernes. 

Uno de los agentes lo describe como una “guerra”. Dice que no recuerda un intento de salto tan violento como este y relata que las personas migrantes portaban palos y cuchillos y que estaban muy organizados. Esta puerta fronteriza llevaba cerrada desde el inicio de la pandemia y explica que no estaba muy vigilada cuando unas 2.000 personas migrantes se acercaron y forzaron la reja para intentar pisar suelo español.

La primera planta del Hospital Hassani de Nador está completamente en silencio. Una decena de personas migrantes están tumbadas en las camillas de varias habitaciones. En el pasillo, unos pocos policías vigilan. Es sábado y prácticamente no hay personal, solo un responsable que no quiere dar ningún detalle.

En otro punto de este hospital están también los cadáveres que quince de las personas que perdieron la vida, según ha explicado la Organización Marroquí por los Derechos Humanos. En un comunicado firmado conjuntamente con otras oenegés piden que no sean enterrados hasta que se abra una investigación que aporte luz y respuestas al incidente del viernes. 

"Nunca vamos a conocer la cifra exacta de muertos"

“Los migrantes subsaharianos llevan años sufriendo mucho en esas zonas por parte de la gendarmería Marroquí”, lamenta un responsable de una entidad que trabaja con la población migrante. “La policía muchas veces se quedan con las tiendas de campaña, le roban el dinero y objetos personales y los detienen para llevarlo cuanto más lejos posible”, lamenta. Explica que “esta vez la brutalidad de los migrantes subsaharianos ha sido también muy fuerte. Esta vez portaban palos, piedras y garfios” y cree que "nunca vamos a conocer la cifra exacta de las personas que han muerto". 

Para la organización marroquí pro derechos humanos, el intento de salto en Melilla “es una auténtica catástrofe que muestra las primeras consecuencias de los últimos acuerdos entre Marruecos y España”. Este ha sido el primer salto masivo desde que Madrid y Rabat sellaron la nueva etapa diplomática tras un año de crisis. Uno de los principales acuerdos fue la cooperación en el control de los flujos migratorios, además de reabrir los pasos fronterizos entre Marruecos, Ceuta y Melilla.

Hace varias semanas que centenares de personas procedentes de Sudán y otros países de África Occidental estaban esperando en el bosque que rodea la ciudad autónoma y el monte Gurugú a la espera de poder saltar la valla. Según confirman varias fuentes humanitarias, la policía marroquí también ha intensificado las redadas y detenciones de personas migrantes en diferentes puntos del país estas últimas semanas. Relatan que esta presión está provocando que las personas que intentan llegar a Europa cada vez tengas menos posibilidades y muchos se encuentren al límite.