El Papa no suele recibir en audiencia privada a los ministros de los distintos países, pero eso es lo que hizo este lunes Francisco con Félix Bolaños. La reunión, celebrada en El Vaticano, duró cerca de 50 minutos, y Bolaños, que como ministro de la Presidencia es el encargado de las relaciones con las confesiones religiosas, salió de allí deshaciéndose en elogios al Pontífice, en un momento en el que las relaciones entre el Gobierno y la Conferencia Episcopal Española (CEE) no pasan por su mejor momento.

Jorge Mario Bergoglio, dijo Bolaños, tiene un “profundo conocimiento” de los asuntos que afectan a España, y muestra un enorme “cariño” por este país, similar al “cariño que los españoles” le tienen a él. El Pontífice y el Gobierno, continuó el ministro, tienen muchos puntos en común: les inspiran los “mismos valores”, como “el diálogo y la solidaridad”.  “El Papa Francisco es una figura que trasciende a la Iglesia católica, que trasciende sus fronteras. Es un hombre bueno, su Papado está acercando la Iglesia Católica al pueblo. Cuando el mundo lo gobiernan las buenas personas, nos va mejor a todos”, insistió Bolaños.

Pero no solo hubo palabras elogiosas. El encuentro, el cuarto de un miembro de este Gobierno con el Pontífice (tras Pedro Sánchez, Carmen Calvo y Yolanda Díaz), también sirvió para abordar los asuntos más complejos y urgentes que presiden las relaciones con los obispos españoles. Las inmatriculaciones, después de que la Iglesia Católica expresara su malestar con el Ejecutivo cuando este aseguró que los obispos habían reconocido que mil inmuebles a su nombre no eran en realidad suyos. El régimen tributario, para que la CEE esté sujeta al pago del IBI y otros impuestos. Y los abusos sexuales cometidos por el clero, después de que los obispos hayan dejado claro, tras varios meses dando largas, que no piensan participar en la comisión de investigación que presidirá el defensor del pueblo, Ángel Gabilondo

Portazo a la investigación

“Estamos exagerando la cuestión”, dijo a finales de abril el portavoz de los obispos, Luis Argüello. La “cuestión” era los delitos sexuales a menores cometidos por miembros de la Iglesia, y Argüello dio así un sonoro portazo a la iniciativa que salió del Congreso con el apoyo de todos los grupos salvo Vox, que votó en contra. Un par de semanas más tarde, el presidente de la Conferencia EpiscopalJuan José Omella, acusaba al Ejecutivo de aprobar la nueva ley del aborto para “desviar” la atención de su “crisis política”, motivada por los últimos desencuentros con sus socios parlamentarios.

Bolaños evitó prender aún más la mecha. Sobre abusos, se limitó a señalar que tanto el Papa como el Ejecutivo estaban con “las víctimas”, y ni siquiera pidió a la Iglesia que formase parte, como miembro, de la comisión. Solo dijo que es “importante” que los obispos “colaboren” con la investigación, cosa que estos ya han dejado claro que harán. Sobre inmatriculaciones, un sistema anómalo en el reto del mundo que permitió hasta 2015 a los prelados quedarse con cualquier inmueble a través únicamente de su palabra, el ministro admitió que existen “puntos de divergencia”, pero que es “allí donde más importante resulta el diálogo”. 

Dentro de esta charla “inspiradora”, un adjetivo que repitió varias veces, Bolaños volvió a invitar al Papa a visitar España, un viaje que es difícil que Francisco lleve a cabo a corto plazo, no solo por su abultada agenda. El Pontífice padece una lesión de rodilla que en los últimos tiempos le ha forzado a cancelar o retrasar convocatorias como la misa del Corpus Christi y una visita a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, disparando por el camino las especulaciones sobre una hipotética renuncia. 

Sin salirse del laudatorio tono que presidió su comparecencia, Bolaños aseguró que no había visto en el Papa ningún signo de querer dar marcha atrás. “Le he visto muy animado, absolutamente comprometido con su labor como Papa, absolutamente en forma”, zanjó el ministro de la Presidencia.