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Elecciones en Andalucía

Juan Espadas: "Los votos que perdió el PSOE por el desencanto con la anterior dirección son recuperables"

"Merecemos la confianza de quienes se alejaron de votar al partido por razones de ámbito interno", asegura Espadas sin perder de vista las 500.000 papeletas que no captó Susana Díaz

El candidato del PSOE, Juan Espadas, junto al grafiti que recuerda a Pablo Ráez en el barrio malagueño de Lagunillas. Álex Zea

¿Qué sería lo primero que haría si el PSOE regresara al sevillano Palacio de San Telmo con usted como presidente de la Junta?

Lo primero sería articular un plan de acción con medidas urgentes. Lo tenemos escrito en el programa electoral. La primera medida tiene que ser para la sanidad pública, con un plan de choque que permita recuperar las 48 horas como límite para que te atienda tu médico de cabecera. La segunda sería un paquete de medidas económicas y de aceleración de la creación de empleo en Andalucía. Nos sentaríamos a hablar con los sindicatos y las empresas para explicarles a los andaluces cuáles son los proyectos que vamos a desarrollar con los fondos europeos. Y la tercera sería para la juventud. Aprobaríamos de inmediato una estrategia para plantear la primera oportunidad laboral de los jóvenes con carácter general.

¿Es consciente de que esa victoria pasa por revertir casi todas las encuestas y poner patas arribas lo que señala la lógica?

Consiste en algo que es aplicar el sentido común. La derecha y la ultraderecha vienen a hacer políticas de restricción de la autonomía de Andalucía. De restricción de derechos individuales, entre otros los de las mujeres. O de supresión de leyes que significan un marco o una sociedad como la que hemos construido en estos años. La derecha y la ultraderecha ofrecen servicios públicos de peor calidad, un retroceso en la sanidad y la educación públicas. Vox lo consideraba el otro día una lacra. O ven un gasto superfluo en lo que se destina a dependencia. Entonces, el PSOE tiene que convertirse en la fuerza política capaz de generar confianza y de hacer ver que la crisis no puede servir, como pasó con la anterior crisis, para ampliar la brecha de la desigualdad. Debemos movilizar a todo el que no quiere un gobierno de la ultraderecha en Andalucía. No solo es la izquierda. Es la gente moderada la que no quiere retrocesos en las conquistas de la democracia y de la autonomía andaluza.

¿Existe en el PSOE cierta obsesión por recuperar los 500.000 votos que no afloraron en las anteriores elecciones andaluzas y, en cambio, meses después sí los recibió Pedro Sánchez?

Más que obsesión, es nuestra obligación. Si esos votos se quedaron en casa o se fueron a Ciudadanos, creo que son recuperables. Si se quedaron en casa por desencanto con la anterior dirección del partido, son recuperables porque hemos cambiado el partido, los cuadros y las candidaturas. Merecemos la confianza de quienes se alejaron de votar al partido por razones de ámbito interno. Y, en el caso de quienes pensaron en una opción de centro como la de Cs, pueden ver que ha sido absorbida por las políticas de la derecha y del PP. El gran riesgo está en creer que el PP se presenta como un partido de centro moderado. Es la gran mentira de estas elecciones. Al final, el señor Moreno Bonilla es el tapado de la ultraderecha. Se presenta como moderado para quitarte los votos pero lo que tiene en su cabeza es un proyecto muy de derechas. Y, si necesita los votos, gobernará con la ultraderecha como pasa en Castilla y León. No me presento para decirle a los andaluces ‘cuidado, que viene la ultraderecha’. Pero es evidente que si la derecha gobierna con la ultraderecha tendremos una Andalucía diferente a la que yo planteo.

¿Qué aporta su proyecto que no tenía el de Susana Díaz?

Es un proyecto más participativo, que ha dedicado más tiempo a escuchar a los colectivos y a organizaciones que nos criticaron en los últimos gobiernos socialistas para hacer nuestras sus propuestas. Me refiero al ámbito sanitario y a los docentes. Creo que, en relación a nuestro partido, estamos ante una propuesta novedosa. Si mi proyecto político tiene la confianza de los andaluces, van a ver claramente que estamos ante una nueva etapa. El mío no es un proyecto de continuidad sino de cambio. Pero de cambio para progreso. No de cambio para retroceso.

¿Habrán fracasado Juan Espadas y su aparato si no se superan los 33 escaños de Susana Díaz?

Sí. Habremos fracasado en nuestro objetivo de gobernar Andalucía. Si conseguimos los 33 diputados que tenemos ahora mismo y, por tanto no tenemos fuerza para ser gobierno, habremos fracasado. Claro.

¿Le preocupa la posibilidad de que se produzca un trasvase de votos, hasta ahora inédito, desde el PSOE hasta el PP?

En ese mundo de ilusión ficticia que ha creado, la derecha se ha empeñado en creer que una persona de izquierda va a terminar votando a la derecha para evitar que llegue la ultraderecha. Este razonamiento es absurdo en sí mismo. Quien quiere un gobierno de progreso y de izquierdas no puede votar al PP porque va a hacer políticas de derecha. El PP no es centro, es de derecha. Lo peor de todo es que te va a engañar. Va a coger tu voto. Lo va a poner en un cesto con el de la ultraderecha y va a salir un producto inédito en Andalucía: ‘PP-Vox’. Si los ciudadanos supieran que votan ‘PP-Vox’, ¿ganaría el PSOE? Esta es la pregunta. Si el presidente de la Junta fuese sincero y dejara claro que piensa pactar con Vox, él sabe perfectamente que no podría estar pidiendo el voto de la izquierda y del PSOE.

¿Le pediría el voto útil a la izquierda andaluza para que la división entre Por Andalucía y Adelante no reste en exceso?

Va a haber mucho votante de centro moderado que va a votar al PSOE para evitar que el PP gobierne con la ultraderecha. Y también vamos a tener a la izquierda del PSOE votantes que otras veces han confiado en proyectos más fuertes y sólidos que los que ahora se presentan. Esto queda a criterio del electorado. Votar PSOE en estas elecciones es una garantía de freno a la ultraderecha. Nosotros sí aseguramos que Vox no estará en el Gobierno de Andalucía si logramos votos suficientes que sumen para gobernar. Y, evidentemente, nos abrimos a un acuerdo programático con nuestra izquierda. Sabemos de verdad que tenemos puntos en común de sobra para poder ofrecer un proyecto de progreso. Pero, ahora mismo, lo más importante de cara al 19 de junio es pensar si se para a la ultraderecha. Y si se le echa al freno al engaño en el que Moreno Bonilla está pensando, que es un gobierno entre el PP y Vox.

¿Qué piensa cada vez que Elías Bendodo le quita valor a sus propuestas asegurando que ‘esas son las cosas de Juan Espadas’?

Creo que se califica solo. Elías Bendodo es un personaje de la política malagueña bien conocido por los malagueños. Bastante oscuro, por cierto, en algunas de sus labores y tareas de responsabilidad pública. Y sobre el que yo no voy a emitir ningún adjetivo, en este caso. Ejerce la política utilizando la propaganda. Utilizando el Canal Sur, la televisión pública, como lo utiliza. Utilizando el Centro de Estudios Andaluces a su antojo y a su manejo para orientar la opinión pública andaluza. Es un personaje que, permanentemente, entiende que el engaño, la desinformación o la orientación es una forma de hacer política para conseguir el apoyo ciudadano. A mí me gusta otra forma de hacer política. Ya veremos y ya nos veremos en el camino. En cualquier caso, invito al señor Bendodo a que analice el currículum de uno y de otro. Y respete el trabajo, el esfuerzo y la confianza que yo he tenido durante muchos años en mi labor de gestión. Y que, al menos, no insulte de manera gratuita.

Juan Espadas, durante la entrevista. Álex Zea

Si Juanma Moreno y Bendodo juegan a ‘poli bueno, poli malo’, ¿quién es cada uno?

No cabe duda. El señor Moreno Bonilla ha tenido, incluso, dos ‘polis malos’ en esta legislatura. Por supuesto, el señor Bendodo, que es el que hace en este caso de Doctor Jekyll o de Mister Hyde. No recuerdo ahora mismo cuál era el bueno y cuál era el malo. Pero también ha tenido al señor Marín. Moreno Bonilla ha tenido la habilidad de dedicar al señor Bendodo y al señor Marín a hacer oposición de la oposición. Para él quedarse como el personaje moderado que ponía orden y paz. Esto ha llegado a un punto que no se aguanta más. Solo hay que ver la soberbia con la que se mueve últimamente Moreno Bonilla, quien va claramente de ‘sobrao’ a estas elecciones. Probablemente, lo que encuentre sea la respuesta contundente de aquellos ciudadanos a los que nos les gusta que los miren por encima del hombro. O que, de alguna manera, la soberbia en política se acabe convirtiendo en un desprecio a los ciudadanos.

Va a dejar el Senado justo ahora que ha llegado Feijóo y Bendodo puede estar en camino, ¿se va a quedar con ganas de asistir a los duelos del aparato de calle Génova contra Pedro Sánchez?

Mi objetivo político es Andalucía. Y, por tanto, eso es lo que ahora mismo me planteo como única prioridad.

¿Facilitaría una hipotética investidura de Juanma Moreno para que Vox no toque el poder?

Lo he explicado en varias ocasiones. No voy a participar del engaño de Moreno Bonilla. Él no es capaz de firmar un documento que diga que no pactaría con Vox. Pero que no pactaría ni para su investidura ni para que el día después les pida que le apoyen un presupuesto. Esto no va solo de ‘apóyenme para que yo sea presidente y luego yo ya haré lo que me dé en gana con Vox’. Esto va de toda la legislatura y de un gobierno. Pues, evidentemente, como el señor Moreno Bonilla no es capaz de dar un paso hacia adelante y decirle a los andaluces que no pactaría con Vox, ya le digo yo que a mí no me va a engañar pidiéndole que le apoye. Para luego acabar negociando presupuestos con Vox al día siguiente.

¿Por qué cree que Macarena Olona ha puesto en el ojo del huracán a la alcaldesa socialista de Salobreña, tras lo del padrón?

Creo que era una operación perfectamente diseñada para llamar la atención. Una vez más. Ella ha seguido el guión que había diseñado con su equipo de marketing y propaganda.

¿Echa de menos a Susana Díaz un año después de las primarias?

Sigo hablando con ella. Incluso, la veo más ahora. En el Senado. Y seguimos teniendo una muy buena relación personal. Ahora mismo, estamos en una nueva etapa política en la que la responsabilidad y el foco me corresponden a mí como secretario general. Sé que en lo que pueda necesitarla, ella está a mi disposición. Así me lo ha manifestado. Pero es lógico que ahora mismo no tenga un papel relevante en la campaña. Porque no tiene ningún puesto de responsabilidad orgánica en la dirección actualmente.

¿Le va a echar una mano Susana Díaz, al menos, estos días?

Ella colabora como lo que es. Es una expresidenta. Es una persona conocida. Y es una persona que va a trabajar -como todos los militantes y todos los miembros del partido que tienen capacidad de influencia- para convencer en su ámbito y para generar votos. No tendrá un protagonismo en la campaña porque no parece lógico que, si hace tan solo unos mes le estábamos planteando a los socialistas una alternativa entre un liderazgo y otro, ahora confundamos a la gente con un liderazgo compartido. El liderazgo es el que decidieron los socialistas en las primarias. Ese es el mensaje y ese es el proyecto. Y yo no le puedo pedir a Susana Díaz que tenga un protagonismo adicional en la campaña. Evidentemente, sí le puedo pedir como a todos los miembros del PSOE que colabore y trabaje para que ganemos las próximas elecciones. Y no me cabe duda de que Susana Díaz lo está haciendo.

¿Qué resultado debe darse el 19J para que, unido a la Copa del Rey de su Betis, usted pueda hablar de una temporada perfecta?

Darle la vuelta a las encuestas. Callar muchas bocas. Demostrar que, al final, en democracia la última palabra la tienen los ciudadanos. Y solo te enteras por la noche, cuando realmente habla la calle y no quienes quieren dar por hecho lo que no se ha producido. Para mí, sería una gran satisfacción ver cómo en solo unos meses los ciudadanos han tenido claro que somos un proyecto fiable y que merecemos la confianza para volver a gobernar Andalucía. Y, segundo, que Andalucía tiene claro que no merece gobernar un partido de ultraderecha, que en Europa estaría absolutamente vetado.

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