El Consell busca ofrecer una imagen de normalidad frente a la cuestión Oltra, la posible imputación de la vicepresidenta que sobrevuela desde hace semanas y que cada vez parece más cercana. A pesar de ello, el mensaje en la cúpula del Ejecutivo es el de no adelantarse a los acontecimientos y mantener la prudencia frente a la presión política y mediática. Que la Fiscalía se haya pronunciado de manera favorable a la declaración de la líder de Compromís como investigada es algo que se daba por descontado, al menos ese es el discurso del día después de que sucediera.

Tras la resolución de la Fiscalía, Oltra se ha mantenido en silencio (es también la nueva actitud con su equipo de defensa, alejada de reacciones viscerales de otros momentos del pasado) y también el president de la Generalitat, Ximo Puig (PSPV), que este sábado no tenía agenda y se desplazó a Morella por asuntos familiares y a preparar la conferencia de este lunes en Madrid. Ningún otro miembro del Ejecutivo ha manifestado nada después del posicionamiento del Ministerio Público.

La actitud en Presidencia es la de espera prudente. A pesar de que la situación parece encarrilada hacia la investigación de Oltra, el discurso oficial es que el TSJ aún ha de pronunciarse y se trata del criterio de tres magistrados. No hay nada decidido.

Una tesis similar manejan en Compromís. Lo que el TSJ ha de dilucidar, señalan dirigentes de la coalición, es si la conselleria de Oltra actuó bien a la hora de abrir o no un expediente con los datos que conocía de la denuncia de abusos de una menor tutelada (y en los que estaba implicado el entonces marido de la consellera, condenado después a cinco años de prisión por estos hechos) y ahí no ven razones para un proceso judicial contra ella.

Pero además, en el Consell no hay duda de que si al final llega la imputación de la vicepresidenta, ella resistirá. Un factor que abona esa hipótesis es que hasta ahora las encuestas mantienen de manera general a Compromís en una buena posición. Se interpreta como que el simpatizante está movilizado y asimila el relato de que ella es objeto de una persecución de la derecha más radical por lo que representa. Fue en lo que ayer volvió a insistir otro de los portavoces de la formación al ser preguntado. El alcalde de València, Joan Ribó, desplegó el argumentario naranja ante el caso de Oltra y, aunque admitió que puedan tener «algún problema» judicial, lo desligó de las causas por corrupción que han marcado la etapa del PP al frente de las instituciones valencianas.

Con la mirada en Madrid

No obstante, tanto en el Ejecutivo como en la coalición son conscientes de que la presión se puede disparar si pasa al estadio de estar investigada. Y el principal temor es la atención mediática desde Madrid. Ese foco persistente se considera que puede afectar a medio plazo, unido a un horizonte de paseos en el TSJ y de interrogatorios constantes en sus comparecencias como portavoz del Consell por su situación judicial. No hay que olvidar tampoco la implicación de Oltra en el proyecto de Yolanda Díaz.

La derecha ya ha comenzado a dirigir su presión no sobre la vicepresidenta, sino sobre Puig. Es otro elemento a tener en cuenta: qué puede hacer el president. En su entorno hay partidarios de una medida drástica si el panorama de Oltra se complica. Pero se da por hecho que una decisión de consecuencias tan importantes para el futuro de la coalición de izquierdas nunca se adoptaría sin la aquiescencia de Compromís, algo que se antoja difícil. Pero Puig sabe que la atención va a estar sobre él.

De momento, la consigna es esperar, verbo que no supone solo dejar correr el tiempo, sino que en su primera acepción tiene un componente de optimismo: «Tener esperanza de conseguir lo que se desea».