Yolanda Díaz se enfrenta a una nueva encrucijada. La vicepresidenta segunda, que trabaja en una candidatura para las próximas elecciones generales, deberá tomar posiciones de aquí a un mes sobre la Cumbre de la OTAN, el acto de más relevancia internacional en materia de seguridad que se celebrará precisamente en Madrid el 29 y 30 de junio y que adquiere especial relevancia en el contexto bélico de Ucrania. No hay opción fácil para la dirigente, que se debate entre el tradicional antimilitarismo de izquierdas y su aspiración de ensanchar el espacio. Díaz, que ha bebido de la tradición pacifista, pero que aspira a proyectar un perfil de Estado, todavía no ha tomado una decisión sobre si acudir o no al encuentro, tal y como publica El Periódico de España.

De momento, Podemos e Izquierda Unida ya han confirmado que no acudirán al encuentro de la Alianza Atlántica, y en las razones que esgrimen ambos subyace el mantra de 'OTAN no', el movimiento que floreció en España en los años 80 y cuya herencia han recogido las formaciones de izquierda hoy existentes.

Los primeros aprovecharon el acto para volver a hacer oposición dentro del Gobierno y acusar a Pedro Sánchez de adjudicar a dedo los 37 millones de gastos que supone la celebración. Además, criticaron la propia cumbre por considerarla belicista y de dudosos objetivos. "Esta cumbre de la OTAN puede ser importante para el socio de Gobierno -en referencia al PSOE- pero si la única idea es multiplicar gasto militar hay que preguntarse si nos acerca o nos aleja de la paz", defendió este lunes el portavoz morado, Javier Sánchez Serna. En el mismo sentido se pronunció IU. Su portavoz, Sira Rego, defendió que el partido nació "en el nacimiento contra la OTAN y tiene su ADN ahí", y "seguimos pensando que es un instrumento de guerra, no de paz".

Pese a que las posturas de los dos principales partidos de izquierdas están claras, la duda es qué posición adoptará la líder del espacio, Yolanda Díaz, que en 2014 se mostraba contra la organización internacional -"OTAN no", tuiteó entonces- y que ahora ha adoptado por una posición intermedia. En marzo, cuando España anunció el envío de armas a Ucrania, la vicepresidenta cerró filas y respaldó la actuación del Gobierno en el contexto de una invasión por parte de Rusia. Una postura diametralmente opuesta a la de Podemos, que rechazó las actuaciones de la OTAN y el envío de armas. Aquel episodio supuso una de las mayores crisis dentro del espacio morado, dada la envergadura del asunto y las importantes diferencias entre el partido de Ione Belarra y Yolanda Díaz.

La dirigente gallega sí se opuso después al anuncio del presidente de subir el presupuesto militar al 2% del PIB, y expresó su ánimo de convencer al ala socialista para no materializar esa apuesta. La gallega se ha construido un perfil dialogante dentro del Gobierno y siempre ha defendido "bajar el ruido" en la coalición. Es por eso que, más allá de su oposición al incremento del gasto militar, ya advirtió que este punto no supondría un nuevo choque entre los socios: "Yo no trabajo vetando", respondió en los micrófonos de RNE al ser preguntada sobre ello. Así, la vicepresidenta adelantaba que más allá de su postura, que podría expresar con más o menos claridad, no haría de este asunto una causa general contra su socio de Gobierno.

El papel institucional adoptado por Yolanda Díaz desde su llegada a la Vicepresidencia añade ahora complejidad a la decisión que habrá de tomar: y es que su ausencia en la Cumbre de la OTAN se interpretaría como una forma de protesta dentro del Ejecutivo y una señal de división. En un escenario de guerra exterior y en el que España será el escaparate internacional, un plantón de este tipo podría desviarle de su intención de consolidarse como una dirigente de Estado, que mira más allá de los intereses partidistas y vela por el conjunto del país. Una dinámica en línea con su futuro "proyecto de país" para los próximos diez años, para el que ha avanzado su intención de distanciarse de los partidos.

Pero en la ecuación de la vicepresidenta no solo entra el pacifismo histórico de la izquierda o el perfil de Estado de la vicepresidenta. También influyen 'los datos', un elemento al que la dirigente tiene predilección y que disecciona en cada barómetro del CIS. Desde que estalló la guerra en Ucrania, el organismo dirigido por José Félix Tezanos ha tomado el pulso social del conflicto.

Y los datos son muy claros: en el barómetro de marzo, el 60% de los encuestados estaban a favor de la actuación de la OTAN -en distintos grados- frente al 30% que se mostraba contraria. Sobre el envío de armas a Ucrania por parte de la Alianza Atlántica, las cifras eran aún mayores, con un 70% a favor del envío frente al 20%, en desacuerdo.

En los datos publicados en el mes de abril, donde se recoge el recuerdo de voto de los encuestados, se observa también una postura transversal en la izquierda, consistente en el apoyo a la estrategia adoptada por el Gobierno (el 62% de los votantes de Unidas Podemos se mostraba conforme).

Tampoco es desdeñable las adhesiones generadas por la actuación de la OTAN en este escenario, donde era apoyada por el 50% de los electores de Unidas Podemos, el 60% de En Comú Podem, el 85% de Más País, el 73% de Compromís o el 60% del BNG; el respaldo provenía del electorado de una serie de fuerzas que, en definitiva, son potenciales aliados de la candidatura de Yolanda Díaz.

Entre los votantes socialistas, un caladero en el que la vicepresidenta también tratará de pescar, estos apoyos son aún mayores: un 75% apoya el envío de armas a Ucrania, más del 80% apoya la gestión del Gobierno y más de 70%, a la OTAN.