Desde su llegada al Ayuntamiento de Madrid, ¿ha perdido músculo argumentario o sigue de estricta observancia?

Creo que hay que seguir el argumentario, pero nunca dejar de tener criterio propio.

Por ejemplo, dijo hace poco: No se escatimaron recursos sanitarios en las residencias de mayores en Madrid durante las primeras olas de la pandemia. Cuando hay un protocolo de la Comunidad con “criterios de exclusión” para no derivar a muchos mayores a los hospitales. ¿Qué le ciega, la pasión?

No, yo creo que en esos momentos se hizo todo lo mejor que se pudo en circunstancias muy complicadas. Es que a toro pasado todos somos Manolete. La Comunidad de Madrid se puso las botas de trabajo, mientras, por ejemplo, el vicepresidente del Gobierno Iglesias dejó aquello al libre albedrío.

Con la anterior dirección del PP era una promesa. ¿Qué promete ahora?

Ahora estoy al frente del área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, y creo que lo que estoy demostrando es capacidad de gestión. 

¿Feijóo tiene un carisma que no se puede aguantar?

Feijóo es una persona que traslada serenidad, responsabilidad y sentido de Estado. Y eso es algo que creo que los españoles van a valorar, y mucho.

Cíteme dos cosas en las que su gestión en el Ayuntamiento resplandezca.

Acabamos de abrir el Centro de Artes Inmersivas en Matadero; y luego, proyectos como el de Serrería Belga, adonde vamos a traer grandes colecciones. Nos estamos dejando la piel para que Madrid sea el referente donde suceden las cosas culturales por primera vez. Cuando llegué a este Ayuntamiento me sorprendió que no se identificaba Madrid por nada en concreto, más allá del Real Madrid

No sé si se ha inventado usted los museos, la ópera, los conciertos, los teatros, las exposiciones. ¿Madrid era un páramo hasta su llegada?

 Bueno, ahora quienes nos visitan tienen en la mente la gran oferta cultural de Madrid, y esto está en el haber de esta legislatura. Hasta ahora no se percibía.

Ha promocionado el gazpacho de Belén Esteban. No puede dudarse de que lo suyo es la cultura.

[Ríe] Es que el gazpacho es muy español y muy sano. Claro, la figura de Belén Esteban puede ser más controvertida. Si yo hubiera dicho Dabiz Muñoz nadie lo hubiese puesto en duda. Pero a mí me parece una mujer muy válida, y tiene el mismo mérito que un gran cocinero. 

Criticó a Manuela Carmena por su costumbre de hacer magdalenas: “¡Qué manera de rebajar Madrid de su aspiración de ser capital internacional!”, dijo. Y luego tuitea y jalea el Dia del bocadillo de calamares. ¿Lo encuentra más cosmopolita?

Es porque Manuela Carmena decía que la política de las magdalenas era su método de empatía, una política muy de estar por casa. Yo reivindico la cultura de estar en la calle, de vivir Madrid, que es comerse un bocadillo de calamares, un pincho de tortilla y una caña, ir a un concierto o a un bar. 

Una vez dijo que hay que diferenciar las responsabilidades judiciales de las políticas. ¿Pueden aplicársele éstas últimas a Martínez-Almeida o simplemente es un despistado?

Pues es que la Fiscalía ha exonerado al Ayuntamiento de Madrid [en el caso de las mascarillas]. Aquí hay dos golfos, Luceño y Medina, que, cuando todo el mundo era solidario y altruista, pensaban en ganar dinero para comprarse Ferraris y casas. 

Habla mucho de su fibromialgia. Y a veces ha sufrido tuits o mensajes irrespetuosos con su enfermedad.

Hay gente que me dice: No contestes. Pero yo creo que la vergüenza tiene que cambiar de lado, y por eso me gusta responder. Yo me miraba al espejo cuando tenía intervenciones con mucha cortisona, y me veía mal, fea, y eso va debilitando mucho tu autoestima. Ahora estoy mejor a días y a ratos, depende de la medicación. Pero he superado anímicamente el proceso, que no es fácil.  

Dígame tres ministros que le encanten, si no la echan del partido por ello.

Yo creo que Yolanda Díaz intenta hacer una política empática, me gusta su manera de comunicar, no tanto de gestionar; Planas es un ministro de perfil bajo, pero lo hace bien. Y creo que Margarita Robles es sin duda una ministra con un sentido de Estado en la cabeza importante. 

Hace poco contó que Almeida está crecido porque le llueven las novias. ¿Chiquito, pero matón? 

Le llueven, sí, sí. Tiene un encanto y un carisma personal y una manera de ser política tan transparente que hace que haya empatizado y haya sido el alcalde de España. Y eso tiene su atractivo. 

¿Y eso que dice de que el alcalde es “muy, pero que muy cotilla”?

Sí, eso es verdad. Siempre te está preguntando por las cosas personales. Pero yo paso. Eso forma parte de que, en el día a día, aparte de trabajar, nos llevamos bien. Somos un equipo unido.

¿La concejalía de Cultura es el culmen de sus aspiraciones políticas?

La verdad es que nunca imaginé que en tan poco tiempo pasara de ser vicesecretaria con Rajoy en 2019 a estar al frente de la gestión en el Ayuntamiento de Madrid. Hay que tomarse las cosas con calma. La ansiedad es mala consejera. Eso me lo decía mucho Rajoy. 

¿Se conforma con esto? Eso se lo dirá a todas.

Quiero decir que las cosas si tienen que venir, vendrán, pero yo a lo que aspiro es a quedarme satisfecha con el trabajo que he hecho. Y a disfrutar el momento, como lo estoy disfrutando aquí.