Es la ministra que pondrá fin a las mascarillas, el emblema imprescindible de la lucha contra el covid. Fue también la que convirtió la vacunación española contra el virus en un ejemplo de eficacia por el que le han venido a preguntar colegas del continente. Y ahora será la que ponga en marcha los fondos europeos que permitirán que los déficits sanitarios de este país vayan menguando. Cuando hablamos con ella, en la planta dieciséis de la sede de su trabajo, acaba de salir por las redes la noticia de que las irregularidades sobre la compra de las mascarillas, que afectan al Ayuntamiento de Madrid, entre otras entidades, también tiene que ver con la propia gestión de funcionarios de su departamento. De eso, y de muchas otras cosas, habla en esta entrevista para la cual ella y el periodista se despojaron del adminículo que desde el próximo día 20 ya no tiene por qué ser imprescindible en nuestras caras. 

-Jorge Guillén tenía dos versos para una misma cosa: “el mundo está bien hecho” y “el mundo está mal hecho.” Usted ha vivido un momento gravísimo de la vida en España. Después de eso, ¿le parece que el mundo está mal hecho o está bien?

-Yo creo que el mundo está bien hecho, solo que a veces se nos estropea. Últimamente demasiado rápido, ¿eh? Porque el ser humano es capaz de cometer grandes atrocidades, como la guerra en Ucrania, y a veces la propia dinámica de la vida propicia malos momentos. Pero yo soy de las que le gusta ver siempre el vaso medio lleno y siempre con posibilidades de seguir llenándolo. Y tengo un motor: la esperanza.

-Pronto la mascarilla dejará de ser obligatoria. ¿Cómo ve lo que ha pasado?

-Yo creo que todavía nos falta tiempo para tener la perspectiva del impacto que la pandemia ha tenido en nuestras vidas. Es verdad que nos ha golpeado en lo que nos hace más humanos: las relaciones sociales. Y ha habido un impacto no solo físico, sino también psíquico, por el aislamiento. Pero la respuesta que hemos tenido ante el virus también ha sido inédita. Porque por primera vez en la historia de la Humanidad, con la ciencia como aliada, hemos sido capaces de sobrellevar la adversidad. Con errores, sí, porque al principio no teníamos cartas de navegación. Ahora tenemos un legado de cómo ser y de cómo no ser.

-También hemos visto que, incluso en los tiempos más oscuros y difíciles, la gente es capaz de aprovecharse del mal ajeno.

-Esa es la parte más indecente. Es verdad que eso ha existido, pero que ha sido minoritario. Yo me quedo con el comportamiento ejemplar de la ciudadanía de este país, de una ciencia pública que ha estado a la altura a nivel internacional. Y a ese comportamiento execrable hay que mostrarle nuestro rechazo más absoluto. 

Carolina Darias, ministra de Sanidad, durante la entrevista. JOSE LUIS ROCA

-Ese comportamiento ha tenido relación con el alcalde de Madrid y con la presidenta de la Comunidad de Madrid. En ambos casos, son familiares los implicados. Pero ahora también le ha tocado al Ministerio de Sanidad.

-No tiene nada que ver. Son asuntos distantes y diferentes. En el Ministerio nos hemos apegado a la normativa vigente en materia de contratación, incluso siguiendo las recomendaciones de la Junta Consultiva de Contratación. Por tanto, poner en duda a este Ministerio es una de las tantas cosas de Vox. Por eso estoy convencida de que saldremos bien librados. Porque en este Ministerio ha habido días y noches de trabajo sin descanso, en donde a pesar de la adversidad, nunca se bajó la guardia. A veces me he preguntado de dónde sacábamos energía. Decía José Saramago que ‘las energías vuelven cuando la esperanza vuelve.’ Ese ha sido nuestro motor: la esperanza. Por eso, mi reconocimiento a todos los empleados públicos. 

-¿Cómo ha sido su relación con el peligro? ¿Cómo ha afrontado, como ser humano, los días y las noches de este tiempo?

-Durante todo este tiempo no he tenido un pensamiento en primera persona. Siempre he pensado en plural, en nosotros. Siempre ha habido la mejor disposición. Pero no solo me refiero a mí, sino a todo el Gobierno de España.

-¿Ha habido algún momento más peligroso que otro?

-Ha habido momentos de dificultad. ¿Quién no ha estado en dificultad a lo largo de esta pandemia? Yo me incorporé en enero del 21 y creo que Salvador Illa lo tuvo peor que yo. Pero lo que yo he visto es que, poco a poco, hemos sido capaces de superar los momentos de dificultad.

-¿Qué fue lo que alentó al Gobierno a acabar con la obligatoriedad del uso de la mascarilla?

-La propia evolución de las cosas. Primero: el alto nivel vacunal que tenemos en nuestro país. Hay 39 millones de personas, mayores de 12 años, con pauta completa. 24 millones con dosis de refuerzo. En torno a un millón y medio de niños, entre cinco y 12 años, que también ya están vacunados. Es decir, España es referente internacional en materia de vacunación. Ese es el punto que lo cambia todo: la protección que tenemos en nuestro organismo. La última variante del virus, la ómicron, ha tenido una menor letalidad y eso ha hecho que nos planteemos que la pandemia va evolucionando. Desde el consenso, hemos estipulado una nueva vigilancia: ya no estamos contando caso a caso. Seguimos monitorizando la enfermedad, pero ahora nos enfocamos en las personas más vulnerables. 

-¿Me aconsejaría que me la quitara?

-Le aconsejaría que hiciera un uso responsable de ella.

-¿Cómo es un uso responsable de la mascarilla?En este tiempo la ciudadanía ha acreditado la madurez y la ejemplaridad. Habrá espacios en los que la mascarilla seguirá siendo obligatoria, atendiendo a la vulnerabilidad. Cuando vamos a un hospital, se entiende que estamos en un ámbito vulnerable. Cuando vamos a un centro de salud, también. O cuando vamos en transporte público. En una guagua, en el metro o en un avión, hay que usarla. Después hay recomendaciones: si estamos en un centro comercial, yo me la pondría. Ese es el uso responsable. 

-La mascarilla se ha convertido en un artículo de litigio. Sorprende que haya gente que se haya propuesto convertirla en un negocio fraudulento.

-Es lo que le decía respecto a lo inaceptable. Que haya personas así… es totalmente execrable. Y se debe esclarecer, actuar con la máxima contundencia.

-¿No le voy a sacar de ahí, no?

-No.

-¿Qué ha aprendido en estos tiempos peligrosos con respecto a lo que vale un ministro?

-La vida es un aprendizaje diario. Todos los días uno se levanta con la determinación de dar lo mejor de sí y aprender de los demás. En este tiempo, yo he aprendido mucho de personas que pensaban distinto a mí, algo que es un enriquecimiento vital. También de mis compañeros ministros y del presidente del Gobierno. Veo un equipo muy comprometido. 

-¿Tuvo miedo?

-Yo creo que miedo, no. No había momento para el miedo. Ni cuando yo tuve el covid. Quizás angustia sí, pero miedo no. La esperanza puede con todo.

-¿Qué le produjo la angustia?

Los primeros dos días. Al principio de la pandemia me hicieron una prueba de control y di positivo. Era cuando el aislamiento total. Yo estuve 30 días así, en una habitación pequeña y… como que uno no nace para eso. Pero, bueno, tuve que hacer la angustia a un lado y ponerme a trabajar, a teletrabajar en este caso. 

-¿Puede especificar con qué gente con la que no estaba de acuerdo al principio después empezó a estar de acuerdo? 

-Tampoco era que no estuviera de acuerdo, a lo mejor era que podíamos tener diferentes posiciones en un tema concreto. A veces tendemos a ir con una realidad preconcebida de las cosas y la realidad es tozuda. Y aprendes. Aprendes a que tienes que ir avanzando poco a poco, guiándote por tu instinto, pero sobre todo por el rigor. 

-La palabra rigor es contradictoria con algunas cosas que pasaron. Por ejemplo con las residencias de personas mayores. También en la atención primaria. 

-El rigor no es incompatible. Si hay un servicio vertebrado en el sector salud es la atención primaria. Por tanto, nuestros esfuerzos se están volcando en dedicarle lo que merece. Es verdad que la atención primaria se ha visto impactada en esta sexta ola, porque no hubo tantos ingresos hospitalarios y la gente acudía principalmente a su médico de familia. Por eso hemos aprobado un presupuesto especial para hacer frente a las necesidades de la atención primaria. Porque hablar del Sistema Nacional de Salud es hablar de sus profesionales sanitarios y de darles los recursos que necesiten, como la formación especializada. Desde que Pedro Sánchez es presidente, se ha incrementado un 32% la oferta para los MIR. También es verdad que se requiere tiempo para recuperar la parte perdida en años anteriores, cuando no se ofertaron plazas suficientes. 

-¿Esta pandemia ha puesto de manifiesto fallas de la sanidad pública que aún no se han podido resolver?

-La pandemia ha puesto de manifiesto dos cosas muy importantes: la fortaleza del Sistema Nacional de Salud y las necesidades de mejora de cuestiones como la vigilancia de la salud pública. Por eso ahora nos hemos enfocado en la creación de la red estatal, que no se había hecho, a pesar de estar en la ley de 2011. Otra necesidad de mejora es el desarrollo de la inteligencia sanitaria: el internet de las cosas, el big data… aplicados a la sanidad. Ha sido clave el Registro Nacional de Vacunas, que por primera vez se hizo desde la Secretaría de Salud Digital, que creamos en el año 20. También la capacidad preventiva: buenos hábitos alimenticios, deporte… que se eviten enfermedades. Y otra cosa fundamental: la capacidad diagnóstica. Ahora vamos a invertir en torno a 800 millones de euros para renovar y/o ampliar los equipos tecnológicos. Eso supondrá que todos los hospitales de este país que lo necesiten, según criterios objetivos, van a renovar su equipo tecnológico. Eso será un gran salto en materia de diagnóstico oncológico, de enfermedades raras, de enfermedades neurodegenerativas…

-¿Eso significa que la salud española ha estado muy descuidada durante mucho tiempo?

-Significa que estamos aprovechando una oportunidad: los fondos europeos. Algo a lo que el presidente Sánchez se aferró, por cierto. Porque Europa tenía que encontrarse con Europa. Eso significa que debemos aprovechar para darle un impulso a la sanidad pública de este país.

Carolina Darias, ministra de Sanidad, durante la entrevista. JOSE LUIS ROCA

-En la época de Salvador Illa, el símbolo eran los balcones. En la época de Carolina Darias, ¿cuál sería la metáfora? 

-Yo creo que el nuevo horizonte que estamos diseñando. Eduardo Galeano decía que la utopía siempre estaba en el horizonte, ¿no? Hemos conseguido vacunar a todo este país, yo creo que ese puede ser un buen símbolo. 

-¿En este tiempo ha llorado?

-Lloro muy fácilmente. Soy de lágrima fácil. Recuerdo emocionarme en Baleares cuando fui a la campaña de vacunación infantil. Había unos payasos y había un niño, Martín, que me vio, se me tiró al cuello y no me soltaba. Y no me soltaba. Y yo me emocioné. También lloré mucho, de alegría, cuando alcanzamos el 70% de vacunación. 

-Si usted reacciona así ante la bondad, en estos tiempos estamos viendo la maldad. ¿Cuál ha sido su reacción personal?

-La maldad no me para. Me hace seguir adelante.

-Muchas gracias, señora ministra.

-Muchas gracias a usted.