La cuenta atrás de la reforma laboral ha empezado y la vía para aprobarla con el apoyo de Ciudadanos sigue ganando peso. La vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, trabaja a contrarreloj para intentar hacer cambiar de idea a los socios independentistas del Gobierno, que se mantienen alejados del sí. Y el PSOE, a su vez, insiste en “ensanchar las mayorías” abriéndose a recibir el apoyo de Inés Arrimadas y otros partidos pequeños. La formación naranja no negociará con el Ejecutivo y sólo espera una llamada del ministro Félix Bolaños para confirmar sus votos. Lo harán si no hay cambios en el decreto actual, pactado con los agentes sociales, tal y como publica El Periódico de España.

“Nosotros no vamos a negociar nada. Ni vamos a pedir nada a cambio. El objetivo es sacar adelante este acuerdo y ahuyentar a Bildu y ERC”, afirman fuentes de la cúpula naranja, que verían cumplido su objetivo si ese escenario termina produciéndose. A diferencia del PP, que desde el primer momento rechazó apoyar la reforma del Gobierno (que mantiene la esencia de la de 2012 elaborada por Fátima Báñez durante el primer mandato de Mariano Rajoy), negándose a apoyar cualquier derogación por mínima que fuese. 

En Génova insisten en que el primer partido de la oposición no puede respaldar una ley nuclear de PSOE y Unidas Podemos que pretende cambiar la legislación laboral de los populares “aunque sea en un 10%”.

Todo ello a pesar de que es la propia Báñez quien ahora dirige la Fundación CEOE y forma parte de la patronal con la que el Gobierno ha pactado el decreto. La imagen de Arrimadas junto a Antonio Garamendi y el presidente de ATA, Lorenzo Amor, ha sido un balón de oxígeno para la postura de Ciudadanos. El partido naranja considera que avala sus intenciones y confirma “una posición de Estado” que, en realidad, supone la consolidación de una reforma que hizo el PP “y que fue buena” para el mercado laboral. 

De ahí que los naranjas ataquen duramente el “enrocamiento de Casado”, por entender que “le regala” a Sánchez la imagen pactista con los agentes sociales a pesar de que no cumple con la promesa de derogar la reforma del PP.

En la dirección naranja aseguran a El Periódico de España que si el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos convalida el decreto la próxima semana en el Congreso tal y como está ahora, la reforma del PP contra la que tanto clamó la izquierda (entre otras cosas por las indemnizaciones por despido, que por el momento no se tocan) pasará a ser “la reforma laboral de España”, no de Rajoy, y lo hará con el sello de socialistas y morados. “Supone consolidar lo que fue aquella reforma. Se queda corta en muchos otros aspectos, no es la que haríamos nosotros ahora. Pero eso es una negociación. Como mínimo, apuntala lo que se aprobó en 2012”, afirman.

La sintonía en el planteamiento y el diagnóstico es absoluta con la patronal, ATA y la propia Báñez, según aseguran en la cúpula naranja. Todos coinciden en que se evita “un mal mayor” y que, entre los escenarios posibles, supone salvar los muebles. 

Báñez, en la foto

Según ha podido saber este diario, fue la propia exministra del PP la que pidió acudir a la reunión con Arrimadas; su secretaria general, Marina Bravo; y la responsable económica y diputada por Valencia, María Muñoz. Estuvo en la mesa sentada, compartió conversación e impresiones con la líder de la formación naranja y decidió quedarse a la foto, lo que irremediablemente sitúa al PP fuera del debate político más importante del momento.

Báñez ha evitado hablar públicamente de la posición del PP, aunque en su entorno justifican en todo momento la decisión de Casado con la reforma laboral. También, tras idas y venidas y meses de mucha tensión, el líder del PP escenificó la paz con Garamendi hace días en un foro que compartieron. Los populares necesitaban arrancar el nuevo año electoral cerrando los frentes que se le habían ido acumulando y que el líder entendía que podían causarle desgaste. La situación con la patronal era una de ellas. 

Pero, aún así, Arrimadas se colocó este lunes en el centro del debate garantizando a los empresarios que sus nueve diputados respaldarán en el Congreso el acuerdo que lograron con sindicatos y el Gobierno. El Ejecutivo necesita atar unos cuantos más. En esta ocasión podría estar también Unión del Pueblo Navarro (que en las últimas elecciones concurrió como Navarra suma de la mano del PP y Cs). Los dos diputados navarros también se abren a una postura similar a la de los naranjas, que en su caso serviría para dejar fuera de la ecuación a Bildu.

La premisa de Ciudadanos pasa por salvaguardar el contenido pactado con sindicatos y empresarios y, al mismo tiempo, restar influencia a ERC, Bildu y el PNV. Los dos primeros insisten en que no apoyarán el decreto tal y como está ahora, y los nacionalistas vascos no esconden su fuerte malestar con el protagonismo adquirido por los escaños naranjas. 

En el partido de Arrimadas lo ven como un éxito y entienden que su “sí” a la reforma laboral expulsa a las formaciones nacionalistas "en beneficio" del conjunto de ciudadanos. En eso basan el sentido de su voto y así pretenden expresarlo sin una negociación mayor con Sánchez. Todo lo contrario. Reiteran su nula intención de obtener un rédito a cambio. “El mejor rédito es el cabreo de los nacionalistas e independentistas. Habríamos cumplido nuestro cometido”, zanjan.