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Las cuentas del Estado

ERC encargó el 'marcaje' a cargos del PSOE para meter prisa en la negociación de los Presupuestos

Según fuentes republicanas, tras la amenaza de Junqueras y la presión 'en toda la pista', los socialistas "empiezan a tener interés"

Oriol Junqueras en la sede de ERC. FERRAN NADEU

El discurso de Oriol Junqueras en el consejo nacional republicano del sábado sonó raro en los oídos de aquellos que han seguido al presidente de ERC en los últimos años. Habitual tejedor de intervenciones donde ni se vislumbra la cicatriz que provoca un cambio de tema o de tercio, el del sábado fue mucho más abrupto. Más fácilmente diseccionable. Las intervenciones en el cónclave republicano entre congresos son breves, abiertos a la prensa. Luego, juntaletras y recogepalabras ahuecan el ala. Y Junqueras quería dar un mensaje, un toque de alerta al PSOE, precisamente en ese sábado de comunión socialista del congreso de Valencia, presentado como una conjura interna para eternizar a Pedro Sánchez en la Moncloa.

Pero ese acomodo a largo plazo del líder socialista, y esos son sus pies de barro, dependen de ERC. Y ERC andaba, y anda, con la mosca tras de la oreja. O directamente, enfadada. Muchos contactos sobre muchos temas, pero ni un avance. Ni siquiera pequeño. Y ahí, Junqueras, habitualmente dedicado en los consejos nacionales a mensajes de 'coaching' a los suyos le recordó a Sánchez que ERC ya le bajó de la Moncloa a la arena electoral. "Ya tumbamos los presupuestos una vez", dijo.

Reunión semanal

La secuencia sigue el lunes, en la reunión de la permanente del partido, un órgano selecto, con Junqueras, Marta Rovira y Pere Aragonès, el triunvirato director al que cabria añadir a Marta Vilalta, que suma a los máximos representantes del partido en las instituciones y parlamentos. Y ahí se ordenó ejercer lo que en baloncesto se llamaría marcaje en toda la pista. Que cada cada cargo de ERC con homólogo o interlocutor en Madrid llamara a su par y le presionara para hacerle ver que las cosas no iban bien. Y que no dieran por descontado un apoyo que no tienen, por cuanto se podían encontrar con una desagradable sorpresa.

La propia Vilalta, protagonista ya de algunas de las negociaciones con el PSOE, dio la estocada definitiva: "Las cosas no dan ni para empezar a negociar". Más que una razón para la desazón, había varias. Entre otras la sensación de que en Madrid no acaban de entender la importancia que ERC da a ciertas cosas. Sobre todo a la mesa de negociación, su viga clave sobre la que se sustenta la construcción republicana. La que le permite negociar, sí, sobre traspasos sin ser atacada por actuar de manera autonomista. O la ley del audiovisual y el papel que e catalán debe de tener en las plataformas.

¿El marcaje a toda la pista funcionó? Pues depende de quién y a quién se ejerciera la presión. En algunos campos, fuentes republicanas señalaron que no había "novedad en el frente" y, por tanto, el apremio no había funcionado. Pero algo o alguien si se movió. El que permitió que una alta voz del partido señalara "ahora sí empiezan a mostrar interés".

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