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Podemos

Dos meses sin Iglesias: menos ruido, mismas tensiones

Socialistas y morados siguen enzarzados en la regulación de los alquileres, la subida del SMI o la derogación de la reforma laboral - El perfil de Díaz, al frente de Unidas Podemos, ha permitido llevar las discrepancias entre los socios de una manera más discreta

El exlíder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, en el cierre de campaña de las elecciones madrileñas.

Dos meses puede ser mucho tiempo -los 60 días previos a irse de vacaciones son interminables- o muy poco -ocho semanas no dan para nada si estas haciendo lo que más te gusta-, pero, desde luego, se ha demostrado que los dos meses que han pasado desde la dimisión de Pablo Iglesias (sorprende que fuera hace tan poco... o tanto) es el tiempo justo para comprobar que en Gobierno de coalición sigue habiendo tensiones. Hay menos ruido, sí; pero no menos roces. Los alquileres, el precio de la luz o la subida del SMI siguen enfrentando a socialistas y morados, aunque ahora el exlíder morado ya no está en el centro de la polémica.

El plantón de Iglesias a la política ha sido rotundo. El exvicepresidente se despidió el 4 de mayo, tras unos resultados poco boyantes en las elecciones madrileñas, y desde entonces -salvo unas fotografías sin coleta y nuevo peinado- no se le ha vuelto a ver el pelo (valga la redundancia). Ni siquiera felicitó públicamente a la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, cuando se hizo con la secretaría general de Podemos hace escasas semanas. En su entorno más cercano explican que su salida del ecosistema político debía ser tajante: una entrevista en algún medio, unas declaraciones en un acto o un simple tuit podían dar la impresión de que maneja a la formación morada por detrás.

Iglesias situó a Belarra al frente de Podemos y a la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como la líder de Unidas Podemos (la coalición de los morados con IUEn Comú Podem y Galicia en Común). Nada más dimitir de todos sus cargos -"Cuando uno deja de ser útil tiene que saber retirarse", sentenció-, el sector socialista del Gobierno auguró mejor clima en el Consejo de Ministros. A primera vista, parecían acertados. Sin embargo, voces cercanas a la cúpula de Unidas Podemos admiten que el ruido ha bajado gracias al perfil de Díaz, menos agresiva en las formas y más discreta, pero que las tensiones son una constante debido a que el PSOE no cumple el acuerdo de coalición.

Arrastrando roces

Al anunciar su candidatura a la Comunidad de Madrid, Iglesias se comprometió a dejar cerrada la regulación de los alquileres antes de salir del Gobierno. Tres meses después, ese acuerdo aún no ha llegado y las medidas para rebajar el precio de los alquileres parecen estar camino de convertirse en el principal choque entre socialistas y morados. Por lo pronto, la cúpula de Unidas Podemos ha tomado la decisión de no ceder ni un centímetro en esta negociación y exige al PSOE cumplir el acuerdo que habla de "mecanismos de contención, o eventualmente bajada de los precios".

De la época de Iglesias viene también el roce por subir el salario mínimo interprofesional (SMI). Díaz, que heredó la interlocución directa con Pedro Sánchez, explicó el pasado viernes que en una conversación que mantuvo con el presidente del Gobierno puso sobre la mesa la necesidad de subir el SMI este año entre 12 y 19 euros respecto a los 950 euros brutos en los que se situó en 2020. Una propuesta que en reiteradas ocasiones ha recibido el rechazo de la vicepresidenta segunda y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.

A estos choques se suman discrepancias arrastradas desde la conformación del Gobierno (la reforma del sistema eléctrico o la derogación de la reforma laboral) y se vislumbran futuros elementos de fricción (Sánchez ya anunció que presentará los Presupuestos Generales del Estado en "tiempo y forma"). Un cúmulo de tensiones que tras la salida de Iglesias se airean menos, pero no por ello dejan de existir.

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