"He sufrido tanto que no sé por dónde empezar, no recuerdo todo lo que me ha hecho", reconocía la víctima en el juicio contra su exmarido, quien se enfrenta a una pena de hasta 35 años de prisión por numerosos delitos violentos contra ella y sus cuatro hijos, menores de edad. La Fiscalía le acusa de dos agresiones sexuales, cinco delitos de violencia machista, otros cuatro de violencia en el ámbito familiar -por los malos tratos a los pequeños-, así como amenazas, injurias y violencia habitual.

Por su parte, el procesado negó en el juicio celebrado ayer en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Valencia todos los cargos y atribuye la denuncia al hecho de que él fuera quien quisiera romper la relación porque tenía una nueva pareja y que su mujer no aceptaba la ruptura. "Me amenazaba con llevarse a los niños", alegó.

Durante años la madre de los pequeños soportó en silencio los malos tratos; golpes e incluso patadas estando embarazada; insultos como "eres una puta, gorda, guarra, no vales ni para follar", y las amenazas de muerte, tanto a ella como a los menores. «Te vas a enterar de lo que sufre una madre cuando pierde a un hijo», le decía en el caso de que algún día llegara a atreverse a denunciarlo.

Los hechos se produjeron entre 2005 y 2017 en los distintos domicilios en los que residió el matrimonio y sus cuatro hijos -la menor que ahora tiene ocho años y la hermana mayor 16-, tres de ellos en municipios de la provincia de Madrid y desde 2017 en las localidades de Massamagrell, Nàquera y Tavernes de la Valldigna. Los servicios sociales de este último municipio, con los que estaba en contacto la mujer, comenzaron a seguir el caso de cerca y la instaron finalmente a denunciar lo ocurrido.

Entre los muchos episodios violentos por parte de su pareja, la víctima relató dos agresiones sexuales, aunque no pudo concretar fechas, ni siquiera el municipio en el que se produjeron. "Me forzó, yo no quería tener sexo con él pero decía que era su mujer y que tenía que hacer lo que él quisiera y cuando a él le apeteciera", recuerda la víctima.

Asimismo relató otra agresión en la que su marido le golpeó y le propinó patadas en las costillas con unas botas con punta de hierro delante de su hija de siete años, y otros momentos en los que el acusado perdía totalmente el control y agredía también a sus hijos. Siendo bebé golpeaba el capazo donde estaba una de las pequeñas para que se callara y "estampó la cuna contra la pared", apuntó.

En otra ocasión llegó a quemarle el brazo con un cigarrillo, aunque la mujer restó importancia a este episodio al decir que seguramente no era su intención. La víctima, que en ningún momento acudió a urgencias y no presenta parte alguno que acredite las lesiones, asegura que no lo denunció antes por miedo a que al día siguiente lo soltaran y fuera a por ella y los niños.

A este carácter violento y autoritario, refrendado por la hija mayor que declaró en la vista oral y por sus hermanos pequeños mediante cámara Gesell, se suman los problemas con el alcohol que tenía el acusado. "No teníamos para comida pero las cervezas no podían faltar en casa", indicó la víctima, que asegura que su marido bebía cerca de seis litros diarios de cerveza. El acusado lo negó, pese a que ello podría suponerle una rebaja de la pena al haber actuado supuestamente bajo los efectos del alcohol.