Se cumplen 20 años del asesinato de Manuel Giménez Abad como presidente del PP de Aragón. Usted era ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno. ¿Cómo recuerda esa fecha?

Todos los crímenes de ETA impresionan por la injusticia radical que suponían. Todos, sin excepción, fueron crímenes despreciables y viles, pero en el caso de Manuel Giménez fue particularmente cruel por las circunstancias: un domingo por la tarde cuando iba al fútbol con su hijo. Son esos detalles los que añaden dolor al dolor y más crueldad a la barbarie de cualquier crimen terrorista. Pero, si me permite, hay algo que me gustaría destacar y es la entereza de su familia. Manuel estaría muy orgulloso de la manera en que su familia supo seguir adelante. Estaría orgulloso de ver cómo sus hijos han seguido peleando por que se haga justicia y estoy convencido de que pronto se producirá esa reparación. También es admirable la labor que han impulsado a través de la fundación para que el nombre de su padre siempre esté vinculado a valores democráticos y a la defensa de los derechos y las libertades de las personas.

Cinco minutos antes de las 22.00 horas de aquel 6 de mayo del 2001 usted llegaba a la casa familiar de Giménez Abad para estar con la esposa y sus hijos. ¿Qué se le dice en esos momentos a una familia destrozada?

Es muy difícil confortar a las víctimas del terrorismo, porque el dolor que se les ha causado es un dolor absoluto y sin ningún tipo de consuelo. Cualquier pérdida es dolorosa, pero en el caso del terrorismo es peor porque no tiene sentido. No hay ninguna razón para que alguien le pegue tres tiros por la espalda a otro ser humano y la menor de las razones es una delirante idea política como era en el caso de ETA. En estas situaciones poco más se puede hacer que acompañar a la gente en su dolor. Intentar confortarla y escucharla. En el caso de Manuel había también una preocupación especial por ver cómo se encontraba su hijo Borja, que presenció todo. Tengo que decir que el comportamiento de su viuda, Ana, y de sus hijos, Manuel y Borja, fue admirable por su entereza.

Por desgracia usted tenía experiencia como ministro. ¿Cómo se afronta?

Me tocó una época muy dura de violencia terrorista. Pero incluso en aquellos momentos tan difíciles sabía que les estábamos ganando la batalla. Era ministro del Interior y sabía del compromiso absoluto de las fuerzas de seguridad, de los éxitos en su trabajo. Nunca dudé de la derrota de ETA porque vivía cada día el esfuerzo de tantos servidores públicos que estaban dando la batalla. Había además un gran acuerdo político para hacer frente a los terroristas. En aquellos momentos sabías que ETA había golpeado a una familia inocente, pero también sabías que íbamos a ganar los demócratas. 

"El comportamiento de su viuda, Ana, y de sus dos hijos, Manuel y Borja, fue admirable"

Giménez Abad este no llevaba escolta porque pensaba que iba a ser desconocido para ETA. En los papeles intervenidos aparecía el entonces alcalde de Zaragoza, José Atarés, pero no Manuel. ¿Cómo se decía a un político que era un objetivo de la banda?

Lo primero era tranquilizar a la persona amenazada. Después escucharla y luego darle nuestra opinión sobre cómo debía ser su vida en el futuro y sobre la protección que nosotros creíamos que debíamos brindarle. Tengo que decir que he llamado a mucha gente y que todos ellos dieron la talla en una situación tan difícil.

La banda también acabó con el recientemente elegido presidente de un PP de Aragón que acababa de perder el Gobierno, pese a ganar las elecciones. ¿Fue fácil recomponer el partido?

Giménez Abad tenía un enorme liderazgo personal. Le ilusionaba la política y tenía enormes aptitudes para ella. Su asesinato fue un mazazo y una gran pérdida para nuestra organización y para la política en Aragón. También es cierto que el PP ha demostrado sobradamente su capacidad para hacer frente a las dificultades. Lo supieron hacer en Aragón y en tantas otras agrupaciones golpeadas por el terrorismo. Hubo generosidad por parte de todos y esa es la única manera de hacer frente a las dificultades y a los golpes, aunque fueran tan dolorosos como el asesinato de Giménez Abad.

En la multitudinaria manifestación en las calles de Zaragoza se pudieron ver pancartas en las que se leía: «Contra el fascismo y por la libertad». Conceptos presentes en las pasadas elecciones madrileñas...

 La principal amenaza que ha tenido nuestra democracia ha sido la violencia de ETA, sin ningún tipo de duda. Mataba para imponer un proyecto político que la gente no quería. Mató para imponer el miedo y a través de él conseguir doblegar la libertad de la gente. No ha habido nada comparable a ese horror. Después de ETA hemos sufrido proyectos excluyentes, ilegales, rupturistas; todos suponen una amenaza para la convivencia pero ninguno ha llegado al extremo de matar a cientos de personas, de todo tipo, de toda condición y de todas partes de España para imponer un proyecto político contra la voluntad de los ciudadanos. Hemos vencido la amenaza de ETA, pero ello no quiere decir que no haya conductas antidemocráticas y escasamente respetuosas con las instituciones y con la tolerancia. A mí me parece que algunas cosas que estamos viendo últimamente son muy preocupantes para la convivencia pacífica entre los ciudadanos.

¿Falta memoria democrática en lo que se refiere a ETA?

El mismo coraje democrático que necesitamos para vencer a ETA, deberíamos mantenerlo para garantizar que nadie reescriba la historia de injusticia y de tiranía de la banda.