La Audiencia Nacional ha aplazado el juicio a la exjefa de la banda terrorista ETA Soledad Iparraguirre, Anboto, que estaba fijado para este miércoles, en el que está acusada de ordenar el asesinato del rey Juan Carlos con motivo de su asistencia a la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao en 1997.

Fuentes de la Audiencia han informado de que el motivo es que la defensa ha presentado una petición de práctica de nuevas pruebas, lo que debe ser analizado por los magistrados antes de decidir cuándo se celebra el juicio. En esta causa Anboto está acusada de delitos contra la Corona con finalidad terrorista en su modalidad de conspiración para matar al rey y depósito de armas.

Se trata de un nuevo juicio a Anboto en España después de ser entregada en 2019 por Francia, donde ya cumplió varias condenas desde que fue detenida en 2004 en el país galo, para ser juzgada por doce causas abiertas por la Justicia española.

El pasado mes de febrero el Tribunal Supremo ya confirmó los 122 años de prisión impuestos a Anboto por ordenar el asesinato del comandante del Ejército de Tierra Luciano Cortizo en 1995 en León al explotar una bomba lapa bajo el asiento de su coche cuando conducía con su hija, que resultó herida grave. El Alto Tribunal ratificó así la sentencia de la Audiencia Nacional en el primer juicio al que se enfrentó Anboto en España.

En su escrito de acusación, la Fiscalía mantiene que entre 1993 y 1997 la acusada asumió la dirección y coordinación de los comandos de legales de ETA, es decir los integrados por personas no identificadas policialmente. Añade que en 1996 se conformó el comando Katu, integrado por los ya condenados por los hechos que iban a ser juzgados este miércoles Eneko Gogeaskoetxea Arronategui y Kepa Arronategi Azurmendi, a quienes la acusada ordenó que mataran al rey en la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao prevista para el 18 de octubre de 1997. Les indicó que llevaran a cabo la acción siempre y cuando ello no implicara riesgo a personas ajenas al aparato del Estado, en cuyo caso se deberían limitar a atacar el museo para destruirlo con el lanzamiento de granadas.

La Fiscalía mantiene que en septiembre de ese año la acusada proporcionó a los integrantes del comando doce granadas que por sus características habrían destruido el museo y matado a cuantas personas se encontraran en su interior o en los aledaños. De esta forma, el 13 de octubre de 1997 los terroristas cargaron las granadas ocultas en unas jardineras en una furgoneta a la que sustituyeron sus placas de matrícula y se dirigieron hasta las inmediaciones del museo. Sobre las cuatro de la tarde de ese día, una vez en dicho lugar y tras descargar una de las jardineras, fueron sorprendidos por dos ertzainas, por lo que huyeron aunque antes dispararon a uno de los agentes y le causaron la muerte.