Como una gran caja de zapatos de cartón. Así son los ataúdes que ofrece la funeraria Eternam de Manresa a las familias. Su responsable, Aurelio Sánchez, presume que es «la primera funeraria de toda España» que ha apostado por este producto. El mes pasado comenzaron a comercializarlo.

Eternam compra los ataúdes a RestGreen, una empresa con sede en Madrid que fundó Javier Ferrándiz, el inventor del producto, que también lo patentó. A él, se los fabrica una empresa del cartón.

Eternam Funeraria Barcelona SL, perteneciente al Grupo Eternam, tiene una nave alquilada en el polígono de Bufalvent de Manresa. Hasta ahora, sólo se dedicaban a llevar cementerios, como el de Castellbell i el Vilar y, anteriormente, el de Sant Fruitós de Bages. Ahora, han añadido el servicio funerario. En la nave de Bufalvent es donde montan los ataúdes, que les llegan totalmente desplegados, como si fueran una gran lámina de cartón. A pesar de que la homologación del producto por parte del Ministerio de Sanidad y de la Agencia de Salud Pública de Cataluña data de 2013, informa Sánchez, «ninguna funeraria quiso comprar el féretro». Hasta ahora.

Sale a mitad de precio

El ataúd de cartón es más ecológico que el de madera tradicional. Es biodegradable; en el caso de incineración, necesita la mitad de tiempo «los de madera tardan dos horas; en cambio, con el de cartón, que tiene tres capas, es una hora o una hora y cuarto. Estamos ahorrando combustible y emisiones a la atmósfera», y el coste de la compra representa un ahorro para la familia de la mitad del precio habitual, destaca Sánchez como ventajas del féretro de cartón en relación con el de madera típico. Pesa diez kilos y puede soportar hasta 125. Aparte de este ataúd, que sirve tanto para inhumar como para incinerar, ofrecen dos más: uno de madera reciclada para incinerar y uno de madera como los más tradicionales para inhumar.

El servicio básico

Con féretro de cartón, el precio que ofrecen es de 1.525 euros (IVA incluido) con respecto al servicio básico funerario; sin tanatorio, ni flores, ni recordatorio, ni ceremonia de despedida. Es el servicio «que marca la ley catalana de servicios funerarios», que incluye informar a la familia del fallecido de todos los trámites legales que hay que hacer; la recogida del cadáver en el lugar del fallecimiento y hacerle el tratamiento higiénico (no el estético), que es obligado; la venta del féretro que elige la familia y poner el cuerpo del difunto -el ataúd forrado por dentro con una tela blanca-, guardar el cadáver en refrigerador y trasladarlo al día siguiente donde diga la familia (lo que se llama «destino final»), ya sea en el cementerio o al crematorio, y hacer los trámites legales en el Registro Civil y el Ayuntamiento, en una inhumación, o bien al crematorio, si se trata de una incineración.

Incineraciones fuera

Si el «destino final» es el cementerio de Manresa y la familia dispone de nicho, hay que añadir 150 euros más, y si es una cremación, 756. En el caso de Eternam, explica Sánchez, las incineraciones están en Igualada o Terrassa (por lo tanto, hay que sumar el desplazamiento de la familia que asista a la cremación). No las hace en Manresa, apunta, porque, «según informaciones de otras funerarias, los gestores del crematorio de Mémora en Manresa no aceptan la contratación solamente del servicio de incineración, es decir, condicionan la incineración a la contratación de todo el servicio funerario por ellos. Es por este condicionante que utilizamos otros crematorios». Reprocha que «esta posición choca plenamente con la libre competencia y se convierte en un servicio monopolista y, por nuestra parte, próximamente estudiaremos las acciones legales que correspondan».

Sánchez preside la patronal de pequeñas funerarias Esfune, que nació con el objetivo de conseguir la liberalización real de los servicios funerarios, el apoyo y el asesoramiento a sus usuarios y la dignificación de la profesión funeraria.

Ya hay demanda

Aunque aún no han hecho ningún servicio con el nuevo producto, explica que «ya tenemos demanda» y que «notamos que hay una aceptación por parte del público en general». Cita el caso de «una señora del barrio de Gracia de Barcelona que ha dado su cuerpo a la ciencia y que nos llamó y nos dijo que le habían dicho que si se moría de Covid no le cogerían el cuerpo y que quería un féretro de cartón, y nos pidió que le hiciéramos el presupuesto. Hay todo un movimiento social de gente que ve que es una alternativa diferente». El precio de coste del féretro de cartón es de 112,53 euros la unidad, y hay que añadir 36 euros del transporte, el coste laboral del montaje, el tapizado interior y la almohada, que dan un precio final de 152 euros con IVA incluido. El precio de venta «no llega a los 400 euros».

Javier Ferrándiz, un ingeniero informático de Madrid, inventó el ataúd que vende la funeraria manresana y también lo patentó. Para lanzarlo al mercado creó la empresa RestGreen. Para Sánchez, el monopolio y los abusos alrededor del negocio de la muerte son la principal razón de que el producto que ofrecen no haya llegado al mercado hasta ahora. De momento, apenas han comenzado a ofrecerlo, pero es optimista y cree que a medida que la gente lo vaya conociendo irá aumentando la demanda. Recalca que parte «de una mentalidad de sus impulsores que va enfocada hacia el precio justo y el cuarto sector de la economía, donde no se quiere especular, si no, sencillamente, hacer un precio ajustado y dar una alternativa a los féretros de madera, que es este féretro de cartón, que está homologado por la Generalitat y el Ministerio de Sanidad». Insiste en que, actualmente, «somos la única funeraria del estado español que lo ofrece».