Tras semanas de enroques en sus posiciones sobre el relator, JxCat y ERC buscan una salida a una cuestión, la del mediador, que los primeros consideran estructural y, los segundos, accesoria. Ambos, y la CUP, votaron hace 10 días en favor de que existiera tal figura en la mesa entre gobiernos. El problema nace de que el independentismo no previó qué hacer si la Moncloa se oponía al relator. Es decir, si es una condición sine qua non o no, lo que traducido sería si cabe ir a negociar sin mediador o se fija un punto y final a la mesa. En medio del pulso, según apuntan fuentes posconvergentes, el 'president', Quim Torra, una vez se oficialice (más) la nula disposición del Gobierno acoger a una tercera parte. Una opción, revelan las citadas fuentes, trasladar a la Cámara la decisión de si cabe acudir a esa mesa aun sin mediador.

Y es que los partidos y las entidades independentistas están convirtiendo en un culebrón político su negociación interna sobre cómo ha de ser la mesa de negociación con el Gobierno del PSOE. El secretismo decretado por los soberanistas, sobre todo tras el cónclave que les reunió el lunes en el Palau de la Generalitat, ha convertido las cuestiones previas en una obsesiva cuestión central de la política catalana. Con versiones distintas y un lento avance.

En dicha cumbre, la cuestión del relator no surgió como un aspecto polémico, habida cuenta de que los tres partidos presentes votaron en su día a favor. Además, se constató el pleno acuerdo sobre qué propuestas llevar a la mesa, que se resumen en el ya conocido pack de autodeterminación y amnistía.

Las cuotas

Ambos partidos sí admiten que, hasta el momento, ni tan solo se ha abordado quién formará la parte catalana, en una iniciativa que el Govern ahora no tiene prisa en convocar mientras en la Moncloa están dispuestos a celebrar la próxima semana. Solo la presencia de Torra y del vicepresidente, Pere Aragonès, se da por segura.

Lo cierto es que, según constatan en el Gobierno central, la controversia del relator se ha constituido en una evidente arma arrojadiza en el clima preelectoral que se vive en Cataluña. La prueba, el choque dialéctico entre Laura Borràs y Gabriel Rufián este martes en el Congreso en cuestión de minutos. Mientras la diputada insistió en que es una "obligación" que exista un relator -y JxCat confirmó durante todo el día en que es necesaria para "no perder el tiempo ni tomar el pelo a la gente"-, el republicano replicaba que exigir esta figura es añadir "presión".

En la rueda de prensa tras la reunión del Govern, casi todas las preguntas se centraron en este asunto y las respuestas de la portavoz y 'consellera' de Presidencia, Meritxell Budó, se limitaron a afirmar que no ha sido Torra el que se ha comprometido a reunir la mesa este mes. "No nos apremia el calendario sino que las cosas salgan bien y garantizar el éxito de la mesa de negociación", zanjó. Y fiel al secretismo acordado, se negó a dar detalles sobre la negociación interna entre independentistas.

De nuevo, el mediador

Budó apuntó que "el 'president' Torra ha hecho suyo el mandato del Parlament, de que la figura es necesaria para garantizar el éxito de las conversaciones". Y sobre si se trata de un elemento indispensable, no se movió de la idea de "garantizar el éxito de la mesa de negociación, y con el máximo consenso en la parte catalana".

La portavoz apuntó que en la reunión del Govern de la próxima semana se analizará un borrador con las cuestiones que la Generalitat quiere plantear en la comisión bilateral para enviarlo al Gobierno para trabajar en esta cita -paralela a la mesa política- que ha de abordar cuestiones competenciales.