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Análisis táctico

¿Ha decretado el Mundial de Qatar el fin del tiki-taka?

El éxito de la flexible, camaleónica y pragmática Argentina de Scaloni se impone como modelo triunfador

Luis Enrique Martínez. EFE

Acaba el Mundial y España lo mira desde hace días desde su casa. Ya no es Luis Enrique el ideólogo de una selección que se estrelló contra su frustración en la primera puerta de los octavos de final. Se imponen otros modelos, menos románticos, más fiables y, sobre todo, más sólidos como Francia, que perdió la corona ante una Argentina, que aferrada a Messi, se cosió la tercera estrella tras una final irracional en Doha. Pero Scaloni no solo tuvo a Messi sino que evolucionó y mejoró su modelo a lo largo del torneo.

¿Ya no tiene vigencia el estilo de España basado en el pase?

Sí y no. Sí Argentina, la campeona, defiende un estilo más flexible y alejado del que representó en su día la exitosa España (dos Eurocopas y el Mundial-2010) que tuvo su semilla en el Barça de Guardiola, uno de los mejores equipos de la historia.

Una fórmula que no recurría a esa palabra, usada con tono despectiva para renegar de ese estilo que hizo inolvidables a ambos equipos. Una expresión negativa y hasta despectiva, como el propio Guardiola, según recogía Martí Perarnau en su libro ‘Herr Pep’, quería combatir. "Yo odio el ‘tiki-taka’. Lo odio. El ‘tiki-taka’ es pasarse el balón por pasar, sin ninguna intención. Y esto no sirve para nada", proclamó en su día el técnico del Bayern, ahora en el City, donde ha demostrado la vigencia del juego de posición basado en el rondo, idea innovadora que introdujo Cruyff en el Barça del ‘Dream Team’.

"El 'tiki taka' puede estar bien, pero la posesión no sirve si no marcas", comentó en este Mundial Walid Regragui, el seleccionador marroquí. El mejor técnico del torneo que ha hecho del 4-1-4-1 un dibujo táctico pleno de fortalezas y escasos errores defensivos, los únicos los tuvo ante Francia.

Manteo al seleccionador de Marruecos, Walid Regragui. DPA

"Le voy a decir a Infantino que de un punto más a los equipos que superen el 60% de posesión", llegó a decir el técnico marroquí ironizando de tal manera que certificó el final de esa apuesta. "¿El tiki taka? No quiero la posesión para tirar dos veces a puerta", añadió antes de perder el único partido del torneo.

"El 'tiki taka' puede estar bien, pero la posesión no sirve si no marcas. Le voy a decir a Infantino que de un punto más a los equipos que superen el 60% de posesión"

Walid Regragui - Seleccionador de Marruecos

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Dominó Marruecos en la posesión (61%) a Francia (39%) y tiró tanto como ellos (13 disparos, 3 a puerta de los africanos y 14 de los franceses, con 3 también a la portería de Bono, pero dos goles, el de Theo Hernández y Kolo Mouani). En esa semifinal, Regragui perdía con la medicina que antes empleó él descubriendo que la vigencia del juego basado en la combinación y en el pase depende, sobre todo, de la calidad individual de cada futbolista que lo ejecuta. No está acabado el ‘tiki-taka’ sino el mal uso del mismo.

Esquema táctico de España.

Esquema táctico de España.

El Arsenal de Arteta deslumbra en la Premier inspirado en ese modelo que ha trasladado Guardiola desde el Barça al City, pasando incluso por el Bayern, donde contribuyó a un cambio sustancial en la manera de entender el juego, incluyendo al Barça de Xavi (líder en la Liga española) con idéntica propuesta. Luis Enrique trabajó en esa misma idea, encadenado con fidelidad casi fanática al 4-3-3, al que había inyectado dinamismo y verticalidad, tal y como reinventó en su día al Barça del tridente.

Pero le falló al ya exseleccionador español el desequilibrio necesario, especialmente en el ataque, que se gastaron todos los goles ante Costa Rica (7) porque luego se quedaron poco menos que secos ante Alemania (1), Japón (1) y Marruecos (0). O sea, solo dos goles en los últimos 300 minutos del Mundial, incapaces, además, de marcar ni un solo penalti en la tanda. Falló Sarabia (poste), falló Soler (paró Bono) y falló Busquets (paró Bono).

Scaloni, en un entrenamiento de Argentina. EFE

¿Por qué se ha impuesto la flexibilidad de Scaloni?

No es bilardista. Ni tampoco menottista. Ha sabido Scaloni aislarse de la atávica pugna ideológica que ha sacudido a Argentina en el último medio siglo. Un técnico sin experiencia alguna en la elite ha introducido en la albiceleste la serenidad táctica, sin quedar secuestrada por ninguna idea.

Esquema táctico de Argentina.

Esquema táctico de Argentina.

Es tan flexible Scaloni, que puede empezar ante Arabia Saudí con un extremo derecho (Di Maria), anclado en la banda derecha y un nueve (Lautaro) desplazado al flanco izquierdo hasta recurrir a los tres centrales (Cuti Romero, Otamendi y Lisandro Martínez) para igualar a los Países Bajos de Van Gaal.

Y en la final, por ejemplo, fue valiente incluyendo a Di Maria, pero como extremo izquierdo. Era un 4-3-3 asimétrico porque Messi arrancaba desde la derecha, mientras Julián Alvárez ejercía de delantero centro puro.

No se puede lvidar el tradicional 4-4-2 que tan bien le salió a Croacia contra Croacia, a la que cedió el balón para aniquilarla a la contra y con acciones que nacieron a balón parado (penalti del 1-0, córner a favor croata que desencadenó el 2-0 y saque de banda para la jugada messiánica del 3-0). "Para ganar un Mundial tienes que ser inteligente", proclamó Scaloni antes de empezar el torneo.

Deschamps da instrucciones a los jugadores de Francia. DPA

No quiso la pelota (apenas 31% de posesión en la semifinal) pero tuvo llegada al área (nueve disparos, siete a puerta y tres goles) para demostrar que la ‘formula Scaloni’ ha generado una nueva identidad táctica en Argentina. Deschamps no ha creado nada nuevo.

Esquema táctico de Francia.

Esquema táctico de Francia.

Mantuvo la idea de Rusia-2018, con la que fue campeona, ensalzando la figura del arquitecto Griezmann, a quien Pogba, uno de los grandes ausentes por lesión en la selección gala, ya encontró calificativo. ‘Griezmannkante’. Todo bajo la protección del 4-2-3-1- que se sostiene sobre las manos de Lloris, que solo ha recibido un gol en los dos últimos partidos y se lo marcó Kane de penalti.

Pero llegó la Argentina de Scaloni y le metió tres en la final donde se vio a un Deschamps desorientado tácticamente, incapaz de encontrar respuestas adecuadas a los nuevos planes de partido que le planteó Scaloni, con ese 4-3-3 en el que Di Maria se llevó por delante a Koundé, un lateral postizo que vivió un tormento en la final.

La estructura defensiva era supuestamente sólida porque Deschamps prefiere vivir en campo propio para explotar así la descomunal rapidez de Mbappé (velocidad punta de 35,2 km/h) y de Dembélé (35,3 km/h), registrados los datos por la FIFA en la semifinal contra Marruecos. Deschamps no abandera ninguna idea revolucionaria en su propuesta táctica. Solo le interesa ganar. Y ya ganó un Mundial así, por lo que su legado es la victoria. Jamás, el estilo.

Perdida la final ante Argentina no le queda ni el triunfo. Ni el modelo.

Parada del Dibu Martínez.

¿Por qué los porteros antiguos se imponen a los modernos?

Dibu Martínez (Argentina) y Hugo Lloris (Francia) simbolizan el viejo portero. El de toda la vida, el que no se adapta, ni tampoco quiere, a las nuevas exigencias del juego donde resultan tan importantes los pies como las manos. Lloris realizó 18 pases largos (solo seis correctos) de los 22 que hizo con los pies ante Marruecos.

Más de lo mismo ocurrió con el Dibu, portero que simplifica su tarea con los pies. La simplifica al máximo porque 18 de sus 36 pases ante Croacia fueron en largo. Solo seis encontraron el destino ideal, pero poco le importa a Scaloni porque prefiere que su Argentina sea ‘reactiva', como se califica ahora, en vez de ‘proactiva’.

Hugo Lloris.

Unai Simón (España) y Neuer (Alemania) enarbolan la otra vía, ahora castigada por eliminaciones tempranas que ponen en duda su viabilidad, convertidos ambos en el inicio de la jugada ofensiva, con el consiguiente riesgo que se asume. Hubo uno, Andre Onana, que quiso jugar con los pies y eso fue su condena. Lo echaron de la selección camerunesa.

Unai Simón. DPA

El portero del Athletic tuvo un 92,9% de acierto en el pase en los frustrantes octavos de final contra Marruecos, donde solo intentó seis balones en largo y cuatro fueron buenos. El meta alemán se marchó de Doha en la primera fase tras rubricar un 92,7% de acierto en el pase, teniendo éxito en cuatro de los ocho desplazamientos lejanos que intentó.

El 'Dibu' fue elegido, además, el portero del Mundial. Estuvo lúcido en la tanda de penaltis (paró uno a Coman para abrir el hueco con Francia) y, sobre todo, inteligente, ágil y preciso en el disparo de Kolo Muani (m. 123 de la prórroga). Un disparo que sacó estirnado su pie izquierdo de manera espectacular. La parada del Mundial. Una de las paradas de la historia de la Copa del Mundo de un portero antiguo y decisivo.

Giroud celebra su gol a Polonia en los octavos de final del Mundial de Qatar. EFE

¿Por qué solo queda Giroud como 'nueve' puro?

Queda el experto delantero del Milan (36 años) como el símbolo de una posición que se ha ido modernizando en los últimos años, capaz de acoger a 10 que no son nueves (Messi) e incluso falsos nueves que no solían serlo, como el caso de Marco Asensio en la selección española.

Con Giroud, en cambio, todo es mucho más sencillo. Es el nueve de toda la vida. Potente, grande (mide 1.92 m), intimidador, capaz de empujar a los centrales hasta encerrarlos bajo el travesaño propio, que habitan felices sin intervenir en el circuito colectivo del juego. La antítesis de Benzema, un cuerpo extraño en una Francia que nunca le ha querido. Y Deschamps, menos. La antítesis también de Harry Kane, el moderno nueve inglés que merodea el área y pasa como si fuera un centrocampista.

Harry Kane.

Giroud es el antiguo nueve. Llega, remata y se va. No pregunta nada más. Ha firmado cuatro goles (dos a Australia, uno a Polonia y otro a Inglaterra) en los cinco partidos que ha disputado en este Mundial, prueba de su extrema fiabilidad. Pero no solo es un tesoro para Francia por lo que anota, y es mucho, sino por lo que genera para el juego ofensivo liderado por Griezmann al que las galopadas de Mbappé dan otra dimensión. Pero necesitan espacio para correr. Y eso también es obra de Giroud, el nueve de toda la vida que ya no se lleva. Entre otras razones porque tampoco hay muchos así ya en el fútbol mundial. Haaland, si acaso, es presente y futuro. Ibrahimovic lo fue en el pasado.

Pero a Giroud la final y Argentina se lo llevó por delante. No acabó ni la primera parte. Con el 2-0 en contra, Deschamps lo quitó del campo en una decisión inusual que provocó el enfado del delantero al llegar al banquillo. Jugó el seleccionador francés con Mbappé en el centro del ataque y este le respondió con dos goles (uno de penalti) que le llevaron a la prórroga. Y otro en la media hora final. Ni esos tres tantos del delantero del PSG le dieron la corona a Francia.

Esquema táctico de Marruecos.

Esquema táctico de Marruecos.

Marruecos, que había hecho del 4-1-4-1, con Amrabat como jefe y capataz de todo, una obra de orfebrería defensiva se desmoronó nada más toparse con la Francia de Giroud, que le marcó dos goles en apenas 80 minutos (Theo Hernández, un lateral llegando desde atrás, y Kolo Muani, un suplente) cuando tan solo había recibido uno en los cinco partidos anteriores. Y se lo había hecho Canada, aunque el autor del tanto había sido Aguerd, el central marroquí del Aston Villa. Pero esa roca táctica de Regragui, agujereada también por las lesiones, no encontró la fórmula para descodificar a Giroud.

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