La conducción autónoma conducción autónomadepende enteramente de la llegada de las redes 5G -o superiores-, ya que debe conectar al vehículo con todo su entorno. Según la ONU para 2050 el 68% de las personas vivirán en ciudades, y habrá 1.200 millones de coches circulando en 2030 según el Banco Mundial. Un caos en el que los coches podrán conducir de forma autónoma sólo si están en constante comunicación con el mobiliario urbano, otros vehículos e incluso los peatones, a través del ‘internet de las cosas’.

Cuando todo esté conectado, la cantidad de datos que recibirá y emitirá un coche en tiempo real será ingente. El vehículo estará constantemente transmitiendo su posición, estado, velocidad, trayectoria, e incluso posibles averías, para mantener alerta a otros vehículos y peatones de su paso. Y a su vez, estará recibiendo información de semáforos, señales de tráfico, alertas de seguridad, incidencias en su trayecto, emergencias, estaciones meteorológicas y un larguísimo etcétera. Para hacerse una idea de qué hablamos, se calcula que un vehículo autónomo de nivel 5 podría generar unos 5 TB de información por hora, y alrededor de 40 TB cada 8 horas.

Y la única forma de poder mover toda esta información de una forma fluida entre la nube y ‘las cosas’ es a través de una red inalámbrica extremadamente rápida. El 5G es capaz de ofrecer hasta 20 GB por segundo, lo que hasta mil veces más rápido que las conexiones actuales de cuarta generación.

Pero para el desembarco total del coche autónomo de Nivel 5, capaz de circular por sí mismo y sin ayuda del conductor por autopistas, ciudades y todo tipo de contextos y situaciones posibles, no sólo hay que mejorar la velocidad de transmisión de datos, sino también disminuir exponencialmente la latencia. Algo que se logra con el 5G, puesto que tiene una capacidad de respuesta casi inmediata, al ser 10 veces más rápida que con el 4G. Se calcula que puede actuar en márgenes de 15 a 50 milisegundos. Aunque lo deseable es que la latencia del vehículo a la hora de tomar decisiones se acercase a los 2 milisegundos que tardan los seres humanos en recibir las demandas de su cerebro.

Existen hasta cuatro protocolos de conexión entre el vehículo y su entorno: V2V (Vehicle to Vehicle), comunicación entre vehículos; V2I (Vehicle to Infraestrucure) comunicación con infraestructuras como semáforos, señales, parkings, etc; V2P (Vehicle to Pedestrian) comunicación con los peatones a través de wereables o móviles; y V2N (Vehicle to Network), conexión con la nube para la transferencia de datos. Y todos ellos se englobarían en el llamado V2X (Vehicle to Everithing), que es la conexión del coche con todo, o internet de las cosas.

De este modo los coches hablarán entre sí para poder alertar de posibles incidencias en las carretera si antes no te han avisado las autoridades a través de las señales, o para organizarse en la conducción y evitar un accidente al mostrar su posición y trayectoria en tiempo real. Pero también estarán en contacto con Vehículos de Movilidad Personal (VMP) e incluso peatones a través de sus smartphones o relojes inteligentes, para poder avisar al coche de su paso y de este modo evitar un atropello si el peatón se despiste o comete una irregularidad.

Difícil adaptación

El mayor reto para llegada del coche totalmente autónomo no es ni mucho menos la implantación global del 5G, puesto que ya hay compañías que lo emplean y pronto su uso será tan común como el del actual 4G. La principal dificultad cuando los coches con Nivel 5 de autonomía estén listos serán aquellos que continúen con un nivel inferior, como el 2 que ya tienen la mayoría de coches, o el Nivel 3 que acaba de estrenar Mercedes en Alemania con el EQS y el Clase S.

Para los coches con Nivel 5, aquellos que tengan una tecnología inferior serán prácticamente invisibles, ya que si bien los podrán detectar con sus sensores cámaras y radares, no tendrán conexión directa con ellos para tratar de evitar un accidente o hacer más fluida la conducción. Pero el mayor resto será compartir escenarios con clásico que estén totalmente controlados por humanos ya que éstos, por suerte, son impredecibles.