La pandemia del coronavirus ha obligado a cambiar muchos procesos y formas de actuar. También en lo que tiene que ver con la ITV. La Inspección Técnica de Vehículos se ha convertido en los últimos años en un gran quebradero de cabeza para quienes tienen que pasarla. Pero también es una garantía de seguridad. No en vano cientos de miles de españoles admiten que no llevan a cabo un buen mantenimiento de su vehículo (más los particulares que los de empresa) hasta que llega el momento de rendir cuentas con la ITV.

Los trabajadores de los diferentes servicios de este tipo de inspección que realizan su labor en instalaciones repartidas por toda España pertenecen normalmente a firmas subcontratadas que actúan, eso sí, siguiendo los designios que marca en este caso la Dirección General de Tráfico que es la que dice qué aspectos del coche en cuestión son los que se tienen que mirar o cada cuanto tiempo tiene un vehículo en particular que pasar la ITV.

Hace dos años el gobierno llegó a paralizar las inspecciones como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Cientos de conductores tuvieron que aplazar la ITV obligados por el confinamiento y por las restricciones a la movilidad que se impusieron en toda España. Eso generó posteriormente que se generaran importantes retrasos. Había clientes que llegaban a pedir una cita para pasar la ITV con meses de antelación y no conseguían obtenerla hasta que ya había caducado el momento de renovar este permiso de circulación.

El caso es que las estaciones como tal han tenido también que adaptar sus protocolos anti covid para proteger a sus trabajadores de contagios. De hecho desde hace varias semanas los empleados de este tipo de instalaciones de ITV ya no entran dentro de los coches para mirar, por ejemplo, si funcionan bien los cinturones. Estos operarios obligan ahora al conductor a desplazarse dentro del habitáculo y a tirar con fuerza tanto de los cinturones delanteros como de los traseros para ver si están funcionando con normalidad. Algo que hasta la fecha no era habitual porque se entendía que era el trabajador el que tenía que entrar dentro de los vehículos para comprobarlo con sus propias manos. Todo sea, eso sí, por proteger la vida y la salud de estos empleados que también están expuestos al virus por tener que tratar cada día con cientos de personas diferentes. Toda medida de seguridad en este sentido parece poca para cuidar de la salud.