Desde que comenzó a aplicarse la ayuda de 20 céntimos por litro de combustible el pasado 1 de abril, el precio de la gasolina ha subido más de un 5,5% y el diésel más de un 1,7%, por lo que el usuario se beneficia en realidad de un descuento cada vez menor.

Al estar hablando de una ayuda fija, y no variable en función del precio del carburante, los 20 céntimos valen cada vez menos. En el caso de la gasolina, que es el carburante que más se ha encarecido desde el pasado 1 de abril, en realidad el usuario se está beneficiando de una rebaja de 18,8 céntimos, perdiendo 1,12 céntimos en cada repostaje.

Acogiéndose a esta pérdida de valor de las ayudas, la OCU ya ha manifestado que ve “insuficiente” la apuesta del Gobierno, y dice que la única forma que tiene de ahorrarel usuario es buscando las gasolineras 'low cost'. Por ello al que insta al Ejecutivo a que tome medidas más efectivas a largo plazo como eliminar impuestos de forma temporal. Y es que hay que recordar que cada vez que llenamos el depósito de nuestro vehículo, aproximadamente el 50% de lo gastado se lo lleva directamente el Estado a través del 21% de IVA y del Impuesto Especial de los Hidrocarburos (IEH), que a su vez se divide en tres categorías: Impuesto Estatal General, Impuesto Estatal Especial y Tramo Autonómico. Es decir, que sin lo que pagamos al Estado con la misma cantidad podríamos llenar dos veces el depósito de combustible.

Récord histórico del diésel

La variabilidad del precio de combustible juega con el valor real de la ayuda de los 20 céntimos. Y es que hace apenas una semana el diésel marcó un nuevo récord histórico al plantarse por primera vez por encima de la media europea. El gasóleo en nuestro país costaba 3 céntimos más que la gasolina y con una media de 1,91 euros el litro, superaba a la media del continente, situada en 1,90 euros el litro. En ese momento, los 20 céntimos de ayuda del Gobierno se quedaban en 18,8 euros, ya que se perdía un valor de 1,2 euros por repostaje.

El precio del diésel más caro según la renta per cápita

En ese momento en el que España superó el precio medio del diésel en Europa, nuestro país estaba entre los 10 donde el gasóleo estaba más caro. Más concretamente estábamos novenos, por detrás de Suecia, Finlandia, Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Francia e Irlanda, y tan sólo por delante de Gracia. Y lo peor de todo es que los 8 países que teníamos por delante tienen una renta per cápita notablemente superior a la de España y no sufren en la actualidad una crisis tan grave como la que atravesamos aquí ahora mismo.

No es de extrañar por tanto que la OCU pida medidas más contundentes para poder llenar el depósito de combustible, ya que dar una ayuda que pierde valor a las pocas semanas puede que no sea la manera más correcta de aliviar la ya de por sí maltrecha economía de los hogares que están sufriendo una inflación histórica en los precios.