Elecciones en Venezuela
Cinco claves para entender la situación venezolana tras las elecciones que oficialmente ganó Maduro
El Consejo Electoral declara a Nicolás Maduro ganador de los comicios cuyo escrutinio es puesto en duda por la oposición
El triunfo en las urnas de Nicolás Maduro anunciado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) -festejado en la calle por el partido de Gobierno e impugnado con vehemencia por la oposición, que sugirió la existencia de severas anomalías- no parece cerrar el conflicto interno en Venezuela, que tuvo su primera detonación en 2013 cuando el actual presidente ganó su primera contienda por dos puntos de diferencia frente a Henrique Capriles. Las posiciones previas a los comicios de oficialismo y sus adversarios se han mostrado imperturbables tras el peso de los votos, que unos consideran legítimos y los contendientes más que dudosos. La promesa de un nuevo capítulo de confrontación empezó a tomar rasgos de realidad anunciada. La contienda venezolana y su resultado pasan a convertirse en un problema regional, con repercusiones más allá de América Latina.
Maduro derrotó a Edmundo González Urrutia por siete puntos de ventaja porque la máquina territorial del Partido Socialista Unificado (PSUV) y el Estado hizo sentir sus tentáculos en cada ciudad venezolana. Si no prospera ningún tipo de reclamo opositor, Maduro podrá invocar una "legitimidad de número": 5.150.092 votos. Esa victoria informa sin embargo de un problema: el de la "legitimidad política". El padrón electoral incluye a 21.323.253 personas, de las cuales unos cinco millones no pudieron registrarse para sufragar porque viven en el exterior y carecieron todas las facilidades para hacerlo. Votaron, según el CNE, 10.058.770 ciudadanos. La participación fue del 59%. De ese total, 51,2% fueron al candidato oficial apenas un cuarto. Un 41% se quedó en sus casas. En un punto, Maduro "ganó" pero "perdió". Todo está como consignaban las encuestas mucho antes de los comicios: el respaldo social es del 25% de los habitantes de ese país. La desafección es profunda. Reinaldo Iturriza López, exministro de Maduro y autor del libro Con gente como esta, habla de una "lealtad resignada" en Venezuela. No creen en mandatario. Mucho menos en las prácticas clientelistas, la expansión burocrática, la violencia estatal y los resonantes casos de corrupción al más alto nivel de la dirigencia. Pero ese malestar no los atrajo hacia la candidatura opositora. El madurismo hizo sentir por otra parte el miedo al cambio al trazar una analogía entre lo que podría pasar en ese país y el presente argentino, marcado por el programa anarco capitalista de Javier Milei. Curiosamente, es Maduro quien pudo dolarizar en los hechos la economía venezolana, un anhelo que se vislumbra lejano para el ultraderechista. La recuperación económica, al calor de las licencias otorgadas a varias multinacionales petroleras con el aval norteamericano, le permitieron al candidato oficial dar señales de que sus predicciones de una pronta bonanza después de años de gran penuria en los que el PIB cayó un 70%. Maduro invoca el papel de la clase obrera y, al mismo tiempo, reconoce en los "emprendedores", el sujeto social que rescata el neoliberalismo, un papel protagónico en la nueva Venezuela donde el consumo se ha dinamizado en un contexto de enorme desigualdad social. Este año la economía crecerá cuatro puntos. El país tiene una deuda externa de 160.000 millones de dólares que necesita reestructurar. El Gobierno cree que es pagable en la medida que se amplíen las licencias petroleras "autorizadas" por Estados Unidos. La prosperidad depende de que avancen los acuerdos con la Casa Blanca.
"Venezuela tiene un nuevo presidente electo y es Edmundo González Urrutia. ¡Ganamos! ", dijo María Corina Machado. La denuncia de "fraude" no solo debe ser técnicamente demostrada. Machado fue el principal sostén de González Urrutia. En su nombre recorrió el país y nunca resignó a su centralidad política. La figura del candidato opositor fue secundaria. Importó más lo que ella hacía. La dirigente derechista había sido inhabilitada por la justicia para presentarse como candidata después de ganar las primarias de octubre. De pasar de promover abstenciones en los comicios y las alternativas políticas más radicales que la dejaban prácticamente en soledad, se inclinó por la salida electoral junto con otras fuerzas opositoras. Maduro nunca dejó de llamarla "demonia". A lo largo de estos meses devino un personaje carismático. Esa popularidad no parece haber logrado que creciera de manera decisiva la participación electoral. La oposición sostiene sn embargo que muchos más venezolanos acudieron a las urnas que los contabilizados por el CNE. Más allá de cómo se dirima esa discusión, Machado dio la cara en las primeras horas del lunes y prometió proseguir la lucha para revertir el resultado que ofreció el CNE. Se desconoce por ahora hasta dónde podrá llegar con sus protestas y reclamos. ¿Volverán las escenas callejeras de 2014 y 2017 con su saga de muertos, heridos, detenidos por la acción de las fuerzas de seguridad? "Si el Gobierno gana, más allá de los ruidos, lo va a poder probar con las actas verificables. Y la comunidad internacional no está ya en disposición de aceptar denuncias sin pruebas. Más tarde o más temprano, lo reconocerá", dijo el consultor Luis Vicente León, insospechado de simpatizar con Maduro. Los próximos días pondrán a prueba ese pronóstico.
Para acceder a un recuento de los votos, la oposición necesitará de una fuerte presión internacional. Las primeras palabras de Maduro no inclinaban a ningún analista a contemplar ese escenario. "Pido respeto a los poderes públicos y a la vida soberana de Venezuela. No es la primera vez que pretenden vulnerar la paz. Hay que ver qué país del mundo, después de recibir 930 sanciones se atreve a convocar elecciones". No han faltado en las redes sociales llamados a desconocer de inmediato un nuevo ciclo de Gobierno del PSUV. Esa hoja de ruta supondría la repetición de lo ocurrido en 2019, cuando el entonces diputado Juan Guaidó se autoproclamó "presidente encargado" con el aval de Donald Trump y el acompañamiento de parte de la UE y América Latina. Esa estrategia fracasó rotundamente y llevó al antimadurismo a aceptar, aun en desventajas, la salida electoral que acaba de concluir. El paso de las palabras a los hechos de Washington, Europa y, en especial, el arco progresista regional que integra a México, Brasil, Colombia y Chile permitirán avizorar cuánto respaldo concreto recibirán del exterior Machado y González Urrutia. La preocupación de Luiz Inacio Lula da Silva, Gustavo Petro y Gabriel Boric debe haber crecido por estas horas. Son tres países donde viven millones de migrantes venezolanos. Una nueva etapa del éxodo podría tenerlos como destino. Por ahora, la voz más elocuente en favor de la oposición es la de Milei. Estentórea pero insuficiente. Como era de esperar, China, Rusia e Irán saludaron al hombre que debe ocupar el Palacio de Miraflores hasta 2030.
El Gobierno había retomado las conversaciones con Washington a principios de mes. Por entonces, 'The Financial Times' no solo predijo que Maduro "probablemente ganará la reelección por las buenas o por las malas, según creen las agencias de inteligencia estadounidenses". Algunos inversores, añadió la influyente publicación "perciben una oportunidad" en ese país a pesar de las circunstancias. "Ejecutivos petroleros y tenedores de bonos creen que EEUU y la UE están dispuestos a encontrar una forma de reconocer a Maduro, tras haber fracasado en su intento de derrocarlo con sanciones que contribuyeron a destruir la economía venezolana, empujar a Caracas a los brazos de Rusia e Irán y provocar el éxodo de 7,7 millones de refugiados". La reelección sería "medianamente creíble" siempre que "no implique graves actos de violencia, la prohibición total de la oposición o un fraude flagrante". Esas previsiones, así como el compromiso bilateral de la Administración de Joe Biden y Caracas de volver a dialogar pueden quedar otra vez entre paréntesis. "Tenemos serias preocupaciones de que el resultado anunciado no refleje la voluntad o los votos del pueblo venezolano", dijo el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. "Es fundamental que cada voto se cuente de forma justa y transparente". La vicepresidenta y candidata presidencial por el partido Demócrata de Estados Unidos, Kamala Harris, también llamó a "respetar la voluntad del pueblo". La cuestión venezolana entrará con más fuerza en la campaña electoral de Estados Unidos. Trump, quien llegó a lamentar no haber sido más duro con Caracas, a pesar de las fuertes sanciones económicas, volverá a azuzar de Maduro para ganarse los votos de la inmigración venezolana estacionada especialmente en el estado de La Florida. Los Demócratas tal vez no querrán quedarse atrás.
La alianza gubernamental entre Maduro y la actual jerarquía castrense cobra bajo las presente coyuntura una importancia medular. El propio presidente reelecto la ha resaltado como una trilogía virtuosa: la "unión cívico militar y policial". El papel de los uniformados ha sido determinante, aunque costoso en términos humanitarios, en la manera que se resolvieron las crisis precedentes. Antes que el CNE difundiera los resultados, dijo Vladimir Padrino López, el ministro de Defensa, se presentó marcialmente rodeado de la cúpula de las Fuerzas Armadas. "El pueblo de Venezuela se ha levantado con fuerza", dijo el general. Expresó a su vez la "satisfacción" por el "abandono" de la "vía insurreccional apátrida" de una "facción de la clase política" que llegó en 2019 a "desconocer" al presidente, "colocando un funesto interinato". El recordatorio de aquellos meses de zozobra no fue azaroso. Remigio Cevallos, el ministro del Interior, advirtió por su parte en la misma dirección: aquellas "facciones" que "incurran" en la violencia a partir de los resultados del domingo tendrán una "acción contundente".
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