Proceso judicial pendiente

La célebre activista Agnes Chow se refugia en Canadá para evitar el proceso judicial en Hong Kong

La activista ha desvelado que las autoridades le ofrecieron la devolución del pasaporte para estudiar en Canadá a cambio de atender un viaje a Shenzhen, en la China continental

La activista Agnes Chow se establece en Canadá, tras huir de Hong Kong por presiones legales

La activista Agnes Chow se establece en Canadá, tras huir de Hong Kong por presiones legales / EFE

Adrián Foncillas

Una de las más célebres figuras del activismo político de Hong Kong, la veinteañera Agnes Chow, no regresará a la excolonia para ser juzgada. Chow, que fue conocida entre sus acólitos como Mulan durante las tumultuosas protestas antigubernamentales, engorda la lista de huidos a los que las autoridades pretenden echar el lazo.

Chow rompió este domingo su silencio en las redes sociales tras tres años. Reside en Canadá, donde se desplazó meses atrás para estudiar. Había acordado con las autoridades judiciales regresar a Hong Kong periódicamente (en diciembre es la primera cita) para cumplir con sus condiciones de la fianza pero no lo hará. "Tras considerarlo detenidamente, teniendo en cuenta mi integridad y mi salud física y mental, he decidido no volver", desveló este domingo, el día de su 27 cumpleaños, en su cuenta de Instagram.

La policía de Hong Kong ha condenado la ruptura del pacto, ha aclarado que supone un ataque al Estado de derecho y la ha instado a rechazar una "vía sin retorno" y "a retractarse de inmediato antes de que sea demasiado tarde". "De lo contrario", añade, "llevará el estigma de fugitiva el resto de su vida". Chow asume que su decisión carece de vuelta atrás.

Baño de propaganda

La activista ha desvelado que las autoridades le ofrecieron la devolución del pasaporte para estudiar en Canadá a cambio de atender un viaje a Shenzhen, en la China continental. Chow lo describe como un baño de propaganda. Acompañada de cinco agentes, visitó la sede de Tencent, uno de los gigantes tecnológicos patrios, con el fin de comprender los "notables logros" alcanzados por el Partido Comunista de China. Las autoridades le pidieron que escribiera una carta de agradecimiento a los que le habían ayudado a "comprender el gran desarrollo" del país. 

"Ya no quiero que me obliguen a hacer cosas que no deseo y tampoco que me obliguen a ir a China continental. Si esto sigue así, mi cuerpo y mi mente acabarán colapsando", ha afirmado en sus cuentas sociales. También ha desvelado que ha aprendido a apreciar el valor de la "libertad sin miedo". "Ya no tengo que preocuparme por nuevas detenciones, al fin puedo decir lo que quiero decir y hacer lo que deseo", añade.

Chow fue detenida en diciembre de 2020 en una campaña que también llevó a la cárcel a otros activistas y a Jimmy Lai, magnate de la prensa y pertinaz martillo contra Pekín. Todos fueron acusados de actuar en connivencia con fuerzas extranjeras, un delito introducido por la recién aprobada Ley de Seguridad Nacional. Chow ya pasó siete meses en prisión por su participación en una masiva y violenta protesta frente a una comisaría en los días más fragorosos de las protestas que durante un año empujaron a Hong Kong al abismo.

Movimiento descabezado

A sus escasos 27 años le sobran credenciales como activista política. Integra esa generación de adolescentes gestada en la Revolución de los Paraguas que en la década anterior encabezó las manifestaciones contra los gobiernos de Hong Kong y Pekín. Con Joshua Wong y Nathan Law, compañeros de batallas, fundó años después el partido Demosisto, que disolvieron en la víspera de la entrada en vigor de la Ley de Seguridad. Aquel movimiento antigubernamnetal ha sido descabezado. Wong está encarcelado por subversión, un delito que contempla la cadena perpetua, y Law huyó al Reino Unido. En el exilio hay una decena de activistas, repartidos entre Estados Unidos, Canadá, Australia y Reino Unido.

Aquella ley, cocinada en Pekín y enviada a la excolonia, es juzgada de forma opuesta por su polarizada sociedad. Para unos ha devuelto la estabilidad tras un año de protestas violentas que devastaron la ciudad y su economía. Para otros enterró las libertades y derechos que habían sido protegidas por la fórmula de "un país, dos sistemas" ideada por Deng Xiaoping, el arquitecto de las reformas, cuando Hong Kong regresó a la madre patria.