La tragedia del Titan

James Cameron, director de 'Titanic' y explorador: “Se podía haber evitado”, “a OceanGate se le advirtió”

El cineasta se muestra contundentemente crítico con OceanGate y su fundador, Stockton Rush, por ignorar las advertencias que se le hicieron sobre los potenciales fallos catastróficos de diseño en el sumergible

El director de ’Titanic’ James Cameron.

El director de ’Titanic’ James Cameron. / EP

Idoya Noain

No recordamos las lecciones del ‘Titanic'. La arrogancia y soberbia que enviaron a ese barco a su maldición son exactamente las mismas que mandaron a los ocupantes en el el sumergible Titan a su destino. Y rompe el corazón, Es desgarrador que fuera tan evitable”.

La frase la ha pronunciado este jueves James Cameron, el cineasta canadiense que firmó ‘Titanic’, y que desde que empezó a investigar para esa película en los años 90 se ha involucrado personal y empresarialmente en el mundo de la exploración de las aguas profundas.

La ha dicho en CNN, en una de las múltiples entrevistas que ha ofrecido tras la confirmación de la tragedia. Y en todas el director se ha mostrado contundentemente crítico con OceanGate y su fundador, Stockton Rush, por ignorar las advertencias que se le hicieron sobre los potenciales fallos catastróficos de diseño en el sumergible, que sufrió una “implosión catastrófica” el domingo cuando descendía hacia el histórico pecio, provocando la muerte de Rush y los otros cuatro ocupantes.

“Farsa prolongada”

Cameron también ha sido muy crítico con las “falsas esperanzas” que se han dado a las familias de la tripulación a lo largo de la semana. Y ha hablado de “una farsa prolongada y de pesadilla con la gente hablando de ruidos de golpes, y de oxígeno y de todas estas cosas” en unas declaraciones a la BBC. “Yo sabía perfectamente que era fútil”, ha dicho también en CNN. “Esperaba estar equivocado pero sabía que no lo estaba. Y me siento horrible por las familias que han tenido que pasar por todas estas falsas esperanzas que se estaban ofreciendo”.

Cameron ha explicado por qué tenía esa certeza. Se enteró de la desaparición el mismo domingo, cuando se encontraba navegando. Para el lunes, tras recibir información más detallada en un pequeño grupo que mantiene con otras personas involucradas en la exploración submarina, supo que se había producido la tragedia.

Se había registrado una sonora explosión en un hidrófono. Se habían perdido simultáneamente las comunicaciones y el transpondedor, que ayudaba a la nave nodriza a seguir la ubicación del Titan. “Para mí fue confirmación suficiente y dejé saber a todo mi círculo cercano que habíamos perdido a nuestros camaradas y les animé a brindar en su honor el lunes”, ha explicado.

Advertencias ignoradas

La de Cameron es una voz autorizada. Tiene una participación en Triton Submarines, una empresa que hace sumergibles para investigación y turismo, diseñó él mismo una pequeña nave experimental con la que en 2012 descendió personalmente al Abismo de Challenger, el punto más profundo conocido en la hidrosfera, y forma parte de la industria de Vehículos Subacuáticos Tripulados (MUV por sus siglas en inglés). Y se ha lamentado personalmente por no haber lanzado su propia voz de alarma sobre el Titan hace tiempo.

Cuando supo que OceanGate iba a hacer el sumergible con un casco que combinaba fibra de carbono y titanio pensó que “era una idea horrible. Ojalá hubiera hablado, pero asumí que alguien era más listo que yo, porque nunca había experimentado con esa tecnología, pero sonaba mal de entrada”, le ha dicho a Reuters.

El estándar es hacer las naves presurizadas de materiales como acero, titanio, cerámica o acrílico, que son mejores para realizar pruebas. Y aunque la fibra de carbono se emplea mucho en la industria aeroespacial porque pesa mucho menos que acero o aluminio, "no tiene fuerza en la compresión" y no está diseñada para soportar la enorme presión en las profundidades, según le ha explicado Cameron a ‘The New York Times’. 

Su visión coincide con la de uno de los expertos de OceanGate, que ya avisó en 2018 de los potenciales problemas y la necesidad de más pruebas. Pero la empresa, y Rush, optaron por seguir adelante con su proyecto, y no buscar certificaciones de seguridad, algo que también provocó las alarmas de un grupo externo de 38 expertos, que escribieron al fundador y consejero delegado. Y, como ha dicho el cineasta, “los críticos acertaron en que la combinación de los elementos permitirían el ‘deslaminado’ y filtraciones microscópicas de agua, que llevarían con el tiempo a un fallo progresivo”.

El cineasta también ha sido muy duro personalmente con Rush, que presumía de haber estado rompiendo normas y que criticaba que las regulaciones limitan la innovación. Y se ha mostrado de acuerdo “en principio” con esa idea de que hay que innovar y que las regulaciones pueden frenar, pero ha afirmado que “no puedes tomar esa postura cuando pones a gente que paga en tu sumergible, cuando tienes invitados inocentes que confían en ti en tus declaraciones” sobre la seguridad de tu vehículo. Cada billete para el viaje en el Titan costaba 250.000 dólares.

Con su propio sumergible para el Challenger él no buscó autorización, pero era una misión personal y de investigación y Cameron le ha dicho al ‘Times’ que “nunca diseñaría un vehículo para pasajeros y no lo certificaría”.

Las cinco muertes de los ocupantes del Titan son las primeras fatalidades para la industria de los sumergibles. Y el cineasta ha querido destacar las similitudes entre esta tragedia y la del Titanic, cuyo capitán ignoró las repetidas advertencias sobre la presencia de hielo y en una noche sin luna se lanzó a toda máquina hacia las aguas donde chocó con un iceberg y envió a la muerte a casi 1.500 personas. “Ha pasado otra vez. Y en el mismo sitio. Y ahora hay un pecio al lado de otro por la misma maldita razón”, ha dicho.