INVASIÓN RUSA

¿Por qué rechaza la OTAN dar garantías de seguridad a Ucrania mientras la abastece de armas?

Los Aliados empiezan a hablar sobre si hay que preparar protocolos y firmar convenios de seguridad con el país invadido, incluso aunque la entrada en la organización tenga que esperar

Madrid, 21 de noviembre de 2022.- La OTAN celebra la tercera jornada de la 68º sesión anual de la Asamblea Parlamentaria en Madrid.

Madrid, 21 de noviembre de 2022.- La OTAN celebra la tercera jornada de la 68º sesión anual de la Asamblea Parlamentaria en Madrid. / ALBERTO ORTEGA / EP

Mario Saavedra

Ucrania quiere entrar en la OTAN. Este deseo figura como una misión del país dentro de su propia Constitución. Aprendió la lección tras la invasión de 2014: necesitaba una potencia fuerte de su lado para defenderse del expansionismo ruso. Para ello, la mejor opción es entrar en la más poderosa alianza militar del mundo, donde están Estados Unidos, los países de la UE o Reino Unido, y con ellos el grueso de las armas nucleares y los ejércitos más avanzados del mundo. Pero, mientras dure la guerra, esa adhesión parece impensable, incluso para Kiev. La siguiente opción es lo que se conoce como “garantías de seguridad”, acuerdos por escrito, concretos, en materia de formación de tropas, armamentos, o protocolos de actuación en caso de agresión. O planes conjuntos de las industrias de defensa para proveer de equipamiento militar, ejercicios conjuntos, etc.

Pero la Alianza ni siquiera está dispuesta a darle por escrito esas garantías de seguridad mientras dure la guerra. Es demasiado arriesgado. Un compromiso que puede forzar a una escalada que Occidente evita a toda costa. El argumento fundamental, esgrime la OTAN, es que eso alentaría la agresividad rusa. Y que las garantías de seguridad se firman cuando los riesgos son bajos, no en pleno conflicto bélico con una potencia nuclear. Kiev rechaza el argumento.

Estas garantías de seguridad pueden ser políticas, legales o militares, explican fuentes del servicio exterior europeo. Pueden tomar la forma de convenio de defensa mutua bilateral, por ejemplo entre Ucrania y uno de sus principales aliados, Polonia. O minilaterales, quizá entre Ucrania y el “frente nórdico” de ayuda al país que se formó hace unos meses. Pero eso tampoco es visto por buenos ojos en la Alianza. “Si los países de la OTAN, especialmente los grandes, comienzan a dar garantías de seguridad bilaterales a Ucrania, eso se parece bastante al Artículo 5 [de defensa colectiva]”, ha dicho Jens Stoltenberg. El secretario general de la OTAN ha subrayado que esas garantías tendrán que esperar al final del conflicto bélico.

La pregunta que surge es que, si de facto los países de la OTAN están ayudando a Ucrania como no lo han hecho nunca con ningún otro país (decenas de miles de millones en armamento y munición, entrenamiento, inteligencia), ¿por qué no aceptan firmar un compromiso por escrito? El miedo a la escalada parece estar detrás de las reticencias. Aunque no de todos los países.

El tema será el plato fuerte de la cumbre de la Alianza Atlántica que se celebra el 11 y 12 de julio en Vilna (Lituania), en plena frontera con Rusia. Pero nadie espera una hoja de ruta de entrada del país. Quizá garantías políticas y materiales para su defensa. “Es importante que la cumbre de Vilna pueda dar estas garantías fuertes, nuevas y creíbles, una perspectiva clara a Ucrania en este contexto de guerra”, ha dicho Macron. “Está muy claro que Ucrania tendrá que recibir garantías de seguridad”, sostiene el canciller alemán, Olaf Scholz, pero añadió que éstas deben llegar “después de la guerra”.

En un discurso el 31 de mayo, Emmanuel Macron dijo que hay que buscar garantías de seguridad para Ucrania ahora, durante la guerra. Supuso un giro de relato del presidente francés muy celebrado en Kiev. 

Ni entrada en la OTAN ni estatus de asociado

En la cumbre de la OTAN de Bucarest en 2008, el entonces secretario general Jaap de Hoop Scheffer dijo que, algún día, Ucrania y Georgia serían miembros de la Alianza. Pero aquello se quedó en un simple coqueteo por parte de la organización. 15 años después, y con Rusia diezmando su territorio, Kiev debe conformarse con promesas de futuro. En su visita sorpresa a Kiev en abril, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, admitió que Ucrania tiene un lugar en la OTAN, pero no dio fechas.

Para el presidente ucraniano, los tiempos de la OTAN no son aceptables. “Incluso Ucrania, que defiende los valores europeos pagando un precio de sangre, no tiene todavía una respuesta positiva sobre su adhesión a la Unión Europea y a la OTAN”, dijo la semana pasada Volodímir Zelenski en la cumbre de Bulboaca (Moldavia). “Nuestras esperanzas se alejan cada vez más. Siento tener que expresar aquí esta decepción en nombre de nuestros soldados que luchan por la libertad de nuestro pueblo”.

“Veo que la entrada de Ucrania en la OTAN es muy difícil, por no decir imposible, porque eso no aumentaría la seguridad, sino todo lo contrario: es precisamente lo que ha argumentado Putin para sentirse amenazado”, opina José María Peredo, catedrático de Comunicación y Política Internacional Universidad Europea de Madrid. “Tampoco es posible darle garantías de seguridad con la fórmula de ‘país asociado’, porque esa figura no existe en la OTAN, al contrario que en la UE”.

Las aspiraciones ucranianas de adherirse a la OTAN son apoyadas verbalmente por algunos países, como Reino Unido a Países Bajos y Polonia. Otros, como Alemania, Francia o Portugal, lo rechazan, porque temen que no serviría sino para aumentar la inseguridad. España no se ha pronunciado con claridad al respecto. La decisión de ofrecer a un país la entrada en la Organización del Tratado del Atlántico Norte debe hacerse por consenso. Así que da un poco igual lo que digan Londres, París o Berlín, porque Turquía, probablemente, lo terminaría vetando.

El artículo 10 del Tratado de Washington, que es el que funda la OTAN, especifica la forma de asociación. Está abierta a “cualquier estado europeo en posición de hacer avanzar los principios de este tratado y de contribuir a la seguridad del área del Atlántico Norte”. El grueso de los países que se han adherido desde 1999 han participado en el llamado Plan de Acción de Membresía (MAP, en sus siglas en inglés), que es un programa en el que deben cumplirse ciertos objetivos militares, económicos y políticos. En Kiev se preguntan por qué a Finlandia y Suecia se les permitió entrar, y por la vía rápida, sin MAP, y a ellos ni siquiera se les abre esa Acción de Membresía.

Ya tenía garantías… desde 1994

El plan B si no se comienza el MAP para Ucrania consistiría en darle garantías de seguridad por escrito. Esto sería un aliciente para que Zelenski se siente a negociar en algún momento con su archienemigo Putin. En un eventual acuerdo en el que pudieran tener que cederse territorios (en la mente de todos está la Península de Crimea, ocupada por el Ejército ruso), sería un aliciente que la OTAN pudiera ofrecer un escudo protector ante futuras invasiones. 

El problema para Ucrania es que esas garantías, por escrito, ya las tenía desde 1994. Entonces se firmó el Memorándum de Budapest. El Gobierno de Kiev aceptaba deshacerse de las armas nucleares que le habían tocado tras la extinción de la Unión Soviética a la que pertenecía, a cambio de que Estados Unidos, Reino Unido y Rusia, Bielorrusia y Kazajistán garantizaran su integridad territorial. Claramente, no fue suficiente. 

Mientras tanto, Zelenski pide medidas concretas de seguridad: un escudo para Ucrania. Ha pedido crear una “coalición de Patriot”, similar a las de los Leopard o los de los F-16: países de la OTAN y otros que se alían para conseguir material militar avanzado para las Fuerzas Armadas ucranianas. “Nosotros ya sabemos qué sistemas funcionan”, dijo. El país está siendo bombardeado casi a diario con misiles, bombas y drones suicidas rusos, que llegan tan lejos del frente como la capital, Kiev. Los primeros misiles Patriot ya han llegado al país, provenientes de Alemania, Países Bajos y Reino Unido. Pero la cantidad es “totalmente insuficiente” para defender las grandes ciudades e infraestructuras críticas frente a los ataques rusos.