Debate en Italia

Giorgia Meloni, la maternidad subrogada y los pecados de la izquierda italiana

La experimentada líder ultraderechista, en una entrevista en una revista especializada en temas femeninos, calificó la maternidad subrogada de nueva forma de "esclavitud"

Irene Savio

Giorgia Meloni solía sufrir los ataques del feminismo italiano. A la hoy primera ministra de Italia la acusaban de estigmatizar y victimizar a las mujeres. Luego, en marzo pasado, la ultraderechista tuvo una ocasión que no desperdició. Elly Schlein, una mujer joven, laica y LGTBI+, acababa de ser elegida como nueva líder de la principal formación de centroizquierda de Italia, el Partido Democrático (PD). La novedad generó atención mediática en su país y, en poco tiempo, el PD subió algunos escalones en las encuestas de apoyo político en Italia. 

Pero entonces empezó a rumorearse que Schlein, nacida en Suiza y de padre estadounidense, estaba a favor de la maternidad subrogada, una controvertida práctica que en otros países rechazan movimientos y partidos de izquierda. Meloni, consciente de la división que el argumento provoca dentro de la sociedad, había encontrado uno de los talones de Aquiles de sus adversarios.

Divide y vencerás

La experimentada líder ultraderechista decidió usar una fecha más que simbólica para su primer ataque. Pocos días antes del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, Meloni concedió una larga entrevista a la revista 'Grazia', especializada en temas femeninos, en la que calificó la maternidad subrogada de nueva forma de "esclavitud". La entrevista, inmediatamente, tuvo una gran repercusión. 

"No me resignaré nunca a la idea de que este sea el resultado de años de luchas por los derechos de las mujeres", explicaba en el texto la dirigente ultraderechista. "No creo que comercializar el cuerpo femenino y transformar la maternidad en un negocio puedan ser calificadas de conquistas para la sociedad", añadía. La famosa táctica del divide y vencerás había sido abrazada por Meloni, pero la particular guerra civil que estaba a punto de librarse dentro del progresismo italiano aún se encontraba en ciernes. 

En abril, Schlein nombró finalmente a los miembros de su Secretaría Política. Y, dentro de este organismo, incluyó a Alessandro Zan, un representante de la comunidad LGTBI+ que en el pasado ha llegado a acusar a las feministas históricas (también llamadas radicales, en Italia) de "retrógradas", por su postura contraria a los vientres de alquiler y sus dudas sobre la denominada ideología de género.

Miedo a hablar

El 19 de ese mes, Schlein aclaró su posición sobre el asunto. En una declaración pública, la joven política reconoció que dentro del PD no existía consenso sobre la maternidad subrogada, pero añadió que ella "siempre" se ha mostrado a favor. En paralelo, alrededor de 100 feministas italianas le pidieron a Schlein que se pronunciase en contra, y el asunto terminó por poner bajo una enorme presión a grupos de lesbianas, algunos de los cuales sufrieron escisiones internas y quedaron al margen del debate. 

Otras mujeres empezaron asimismo a no querer pronunciarse sobre el asunto, por miedo a que se les vinculara con Meloni. "Soy de izquierda, soy atea y creo que la maternidad subrogada transforma a las mujeres en objetos y el nacimiento en una forma de producción. Pero lamentablemente no puedo hablar", escribía en esos días una de las lideres del movimiento lésbico a esta periodista. 

Delito universal

Meloni, por su parte, decidió doblar su apuesta. Mientras su Gobierno experimentaba dificultades para el acceso a los fondos europeos del plan de recuperación poscovid, desvió el debate público con un anuncio muy oportunista. Su partido, Hermanos de Italia (FDI, por sus siglas en italiano), anunció su intención de reactivar algunas viejas propuestas para endurecer la legislación italiana sobre la maternidad subrogada, ya ilegal en Italia. 

Así, en mayo, el debate se desplazó al Parlamento con una propuesta de ley de Carolina Varchi, una conocida antiabortista de FDI, que propuso prohibir a los italianos recurrir a la maternidad subrogada también en el extranjero. Varchi recordó que una ley de 2004 ya estipula penas de tres meses a dos años de cárcel y multas de hasta un millón de euros, pero que eso no ha impedido que algunos recurrieran a la práctica en países en los que la maternidad subrogada se permite. 

Con ello, se introdujo la idea de considerar la maternidad subrogada un "delito universal", como ocurre con los crímenes de guerra. La polémica saltó entonces, con mayor intensidad, a la prensa italiana. Tanto que incluso Matteo Salvini, líder de la Liga y socio de Meloni, empezó a hablar de ello. "Las mujeres no se alquilan, los niños no se compran", volvió a decir Salvini la semana pasada.

Arrinconados

De poco ha servido que diversos juristas se manifestaran escépticos sobre las posibilidades de que la ley de FDI salga adelante en su camino parlamentario. Incluso los intelectuales empezaron a hablar de ella. Algunos, como el exjuez constitucional Gustavo Zagrebelsky, la tildaron de "discriminación" para los niños nacidos de la maternidad subrogada. Esto se debe a que la propuesta del partido de Meloni incluye que aquellos que intenten inscribir a estos menores en los registros públicos básicamente se estarán autodenunciando, afirmó Zagrebelsky.

Desde entonces, Meloni y sus socios han atacado reiteradamente al PD en relación sobre este tema. Una estrategia que ha obligado a la nueva cúpula del PD a pronunciarse más de una vez sobre el asunto, lo que también ha generado fricciones en las bases de la formación progresista, en particular en el ala católica del partido, muy contraria a cualquier aceptación de los vientres de alquiler. Lo que ha coincidido con un descenso del apoyo al PD.

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