Drama migratorio

Adolescentes migrantes en Centroamérica: un kit de viaje con la píldora del día después

La oenegé Plan International entrevista a más de 260 jóvenes de entre 15 y 19 años sobre su experiencia migratoria hacia Estados Unidos

Adolescentes migrantes en Centroamérica.

Adolescentes migrantes en Centroamérica. / PLAN INTERNATIONAL

Montse Martínez

El triángulo norte de Centroamérica -Honduras, Guatemala, El Salvador y México- es una de las zonas más violentas del mundo también para los que deciden emigrar con la mirada puesta en Estados Unidos. Si la migrante es mujer y adolescente, las vulnerabilidades, y con ellas los peligros, se multiplican. Cuando deciden partir, muchas veces dejando escenarios de violencia y extrema pobreza, en su escueta bolsa de viaje ya ponen la píldora del día después, sabedoras de que están expuestas a ser violadas por el camino. También utilizan otros métodos de protección como ir disfrazadas de hombre y siempre sucias, como fórmulas para repeler las agresiones. Así lo explica la trabajadora humanitaria Janaina Hirato, especialista de género en emergencias de la oenegé Plan International. La organización ha presentado las conclusiones de un estudio realizado con jóvenes mujeres centroamericanas en el que detallan por qué emigran y cómo ha sido su tránsito.

En las opiniones de más de 260 adolescentes de entre 15 y 19 años en situación de movilidad entrevistadas para el informe, hay muchos denominadores comunes. La violencia sexual y de género en el lugar de origen motivan la decisión de emigrar en muchos casos. La falta de empleo y la dificultad para acceder a la educación completan las motivaciones. Tras la dura decisión de emigrar, el camino puede convertirse en otro calvario, tal y como se desprende de sus testimonios.

La suciedad como protección

Como el de una adolescente de 15 años, que pide anonimato, de origen venezolano entrevistada por la oenegé Plan International en México: “Para las mujeres, pasar la selva es lo más peligroso; mi mamá me vistió de hombre, con ropa muy grande, holgada, una gorra para esconder mi cabello, y siempre iba sucia para que no me intentaran violar. Pero sigue habiendo violaciones".

Y el de Francisca, venezolana de 17 años refugiada en un albergue de México, que cuenta que parte del trayecto fue atravesar la peligrosa selva del Darién entre Colombia y Panamá, la cual han cruzado más de 250.000 migrantes en el último año: "Para llegar hasta México, tuvimos que cruzar el Darién durante cinco días y en la selva me caí con mi hijo. Entonces un amigo se lo llevóy no lo vi durante seis días. No sabía si estaba vivo o muerto". Francisca relata que fueron asaltados por delincuentes armados y perdieron gran parte de su dinero y pertenencias.

"El Darién sí es el infierno, son más de cinco días caminando en la selva, con el lodo hasta la espalda, con bichos picando, sin comida y con mucho miedo", abunda una compatriota de 15 años de Francisca al rememorar el paso por la zona selvática para añadir: "Hay veces que, explican, violan a todos los que van, sean hombres o mujeres pero a nosotros no nos pasó".

Otra adolescente de 15 años, que dice llamarse Carmen aunque no es su nombre real para intentar protegerse, también describe una travesía amarga donde tuvo que dejar por el camino sus libros y parte de sus pertenencias más valiosas.

El informe destaca que 7,9 millones de los migrantes en América Latina y el Caribe son menores de 18 años y precisa que las niñas y adolescentes representan el 20% del total de las mujeres de estos países que emigran. "Las violencias que viven en sus países de origen se incrementan y se transforman durante la migración, momento en el que se exponen a riesgos mucho mayores como la trata de personas, el secuestro y la extorsión", advierte un experto de la entidad. La directora regional de Plan International para las Américas y el Caribe, Dénora Cóbar, ha hecho hincapié en que, según el informe, las adolescentes centroamericanas sufren discriminación y graves situaciones de violencia en su vida cotidiana que se se repiten en el tránsito migratorio. Lo ratifica el testimonio de Miriam, hondureña en tránsito a EEUU.

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