Director ejecutivo de la Agencia Europea de Defensa

Jiří Šedivý: "Estamos intentando organizar el reabastecimiento de armas a través de compras conjuntas en la UE"

El director de la Agencia Europea de Defensa advierte de que es necesario impulsar más proyectos conjuntos y avanza que la EDA ha propuesto la puesta en marcha tres programas de compras a nivel europeo: de munición, equipamiento de protección para soldados y equipos individuales de protección química y biológica

Jiří Šedivý.

Jiří Šedivý.

Silvia Martinez

El 5 de marzo se cumplen tres años del nombramiento del exministro checo de Defensa y exembajador ante la OTAN, Jiří Šedivý (República Checa, 1963), como director de la Agencia Europea de Defensa (EDA, en sus siglas en inglés), un organismo creado en 2004 para coordinar las prioridades en defensa de los Estados miembros -participan todos salvo Dinamarca- y sus inversiones y cuyo papel ha cobrado relevancia con la guerra de Rusia en Ucrania. Durante una entrevista con EL PERIODICO, del grupo Prensa Ibérica, Šedivý advierte de que es necesario impulsar más proyectos conjuntos y avanza que la EDA ha propuesto la puesta en marcha tres programas de compras conjuntas a nivel europeo: de munición, equipamiento de protección para soldados y equipos individuales de protección química y biológica.

¿En qué estado se encuentra la industria de la defensa europea? ¿Hay suficiente cooperación?

Es mucho mejor de lo que era hace cinco años, cuando no existían instrumentos para coordinar proyectos conjuntos, como la cooperación estructurada permanente (llamada PESCO) o el Fondo Europeo de Defensa, pero aún así nos gustaría ver mucha más coordinación y, sobre todo, muchos más proyectos conjuntos de gran envergadura, que reúnan a los Estados miembros y a su industria y se traduzcan en mejores capacidades para la defensa europea.

¿Por qué se resisten los gobiernos?

Por varios motivos. El primero es que siguen prevaleciendo los intereses nacionales individuales. También en aquellos Estados miembros con una industria de defensa más robusta, en gran medida por la preferencia de producir en casa. En segundo lugar, el punto de referencia en la cooperación de defensa es la OTAN y sólo en tercer lugar viene la UE. Es importante tener en cuenta que la UE no fue establecida y diseñada como una alianza de defensa y que en todos los documentos estratégicos consideran a la OTAN como la base de la defensa colectiva de Europa. Pero al mismo tiempo la UE necesita desarrollar una mayor capacidad militar para actuar de forma más autónoma en situaciones en que la OTAN o Estados Unidos no estén implicados.

¿En qué situaciones está pensando?

En los desafíos críticos a los que nos enfrentamos y que seguirán aumentando en la zona de Oriente Próximo, el Norte de África y el Sahel, donde vemos una mezcla muy explosiva por los efectos del cambio climático, problemas con los recursos, supervivencia de las personas, Estados débiles o fracasados, varios tipos de terrorismo, extremismo y el potencial de la inmigración masiva. Es el principal patio trasero de la UE, donde los estadounidenses nos dicen que tenemos que estar preparados para situaciones en las que no proporcionen transporte estratégico, vigilancia de inteligencia, reconocimiento. Por eso tenemos que cooperar más y el principal obstáculo sigue siendo el alto nivel de fragmentación en Europa y la fragmentación significa duplicidades y desperdicio de recursos.

¿Ha ido a más esa fragmentación?

Después de que empezara la guerra (lanzada por Rusia) y los Estados miembros empezaran a suministrar armas y material militar a Ucrania, nos dimos cuenta de algo que antes casi no podíamos ni imaginar: el consumo tan rápido de material. La primera reacción de los Estados miembros fue contratar a nivel individual. Ahora estamos intentando organizar el reabastecimiento a través de compras conjuntas.

¿Diría que vistas las carencias la estrategia europea ha sido un fracaso? 

No utilizaría el término fracaso. A todos nos ha sorprendido la intensidad de la guerra en Ucrania. Todos nos enfrentamos al problema del agotamiento de reservas y también al reto de aumentar la producción. En Europa, en los últimos 30 años, desde el final de la Guerra Fría, la suposición general era que no habría este tipo de guerra a gran escala. La guerra seguía presente en los Balcanes o en Afganistán, pero para Europa no fue una señal de invertir más en defensa. Y la crisis financiera de 2008 ahondó en la brecha de inversión que ahora intentamos superar. No alcanzamos el nivel de inversión del año anterior a la crisis hasta 2021. Así que ha habido cientos de miles de millones de euros que no se invirtieron en capacidades. Es algo que estamos afrontando actualmente con la agresión rusa contra Ucrania que fue una llamada de atención muy fuerte.

Hemos escuchado al secretario general de la OTAN decir que el objetivo de gasto del 2% del PIB en defensa para 2024 debe ser un mínimo, no el techo.

En vista de los grandes cambios en el entorno estratégico, los aliados de la OTAN están debatiendo la posibilidad de aumentar este compromiso y probablemente lo hagan en la cumbre de Vilnius. Pero el 2% es sólo un dato. Lo que es extremadamente importante es el resultado y cómo se invierte. Si el gasto en personal es muy elevado puede devorar gran parte del presupuesto así que cuanto más alta sea la parte de la inversión en capacidades mejor. La proporción recomendada es del 20%. La mayoría de los Estados miembros están por encima, incluso del 30%, y la tendencia empezó a cambiar antes de la guerra de Ucrania.

Jiří Šedivý.

Jiří Šedivý.

Teniendo en cuenta la amenaza de Rusia y la presión de China, ¿en qué capacidades militares hay que invertir?

Siempre decimos que la reparación de las carencias del pasado y del presente no debe ir en detrimento del futuro. La ambición es establecer la capacidad de despliegue de 5.000 soldados militares, desplegables conjuntamente en tierra, mar y aire con toda la logística necesaria, transporte, mando, comunicación, capacidad de planificación, inteligencia, vigilancia, reconocimiento, etc. Estas son las áreas en las que debemos invertir a medio y largo plazo. Pero también debemos mirar 360 grados. Todos estamos centrados en Ucrania, y con razón, pero a largo plazo los principales retos vendrán de otras partes. Y para la Unión Europea será el cinturón de inestabilidad que rodea el norte de Oriente Próximo y, sobre todo, la región del Sahel.

Ha dicho que la guerra de Rusia en Ucrania ha sido una llamada de atención.

El impacto ha sido enorme. En primer lugar, por la unidad que han forjado los Estados miembros en la aplicación de sanciones contra Rusia. En segundo, se ha dado un paso sin precedentes al reorientar el Fondo Europeo para la Paz al reembolso de armas para Ucrania. Además, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE encargaron a la Comisión que, junto a la EDA, identificara lagunas en inversión y propusiera formas de mitigarlas. Lo hemos hecho y las hemos agrupados en siete categorías.

¿Cuáles son?

En primer lugar, los equipos y suministros médicos. En segundo, equipos de protección individual contra armas o materiales químicos, biológicos y radiológicos. El tercero sistemas de señalización y misiles. El cuarto, equipamiento de soldados y medidas de protección como cascos o chalecos antibalas. Quinto, todo tipo de munición, explosivos, morteros. Sexto, misiles defensivos, bombas, sistemas de defensa aérea portátiles y el séptimo armas ligeras. Ahora estamos preparando el siguiente paso, que consiste en ayudar a los Estados miembros a realizar compras conjuntas. Como EDA hemos propuesto apoyarles en tres áreas: compra de varios tipos de munición, equipamiento de protección para los soldados y equipos individuales de protección química y biológica.

En las últimas semanas los ucranianos han lanzado la voz de alarma por la falta de munición.

Aparentemente, las reservas se están vaciando. Por eso el reto inmediato es colmar las lagunas de inversión en defensa. Se trata de lagunas que provienen del pasado y de 30 años de falta de inversión que ahora se profundizan aún más por el rapidísimo consumo de material militar en la guerra de Ucrania.

El problema es que los plazos de entrega pueden superar los dos años.

Depende de la complejidad. Algunas cosas pueden ser más fáciles y los plazos cortos. Otras más difíciles y requerir dos o tres años. También hay que tener en cuenta que los pedidos individuales cubren la cartera de la industria durante al menos tres o cuatro años por lo que no es fácil aumentar la producción. La industria necesita asegurarse contratos a largo plazo, necesita dinero para invertir. En segundo, y lo hemos experimentado durante el covid-19, hay problemas en la cadena de suministro y esto afecta a todo tipo de industrias. Hay escasez de materias primas elementales, de componentes como chips. Hay carencias de personal cualificado, escasez de ingenieros, de expertos en electrónica, de mano de obra y maquinaria. Pero creo que habrá más dinero y que esto va a galvanizar la cooperación y fortalecer la base tecnológica industrial de la defensa europea para hacerla más resistente, también en términos de menos dependencia de suministros, especialmente de los Estados y áreas que no son exactamente amistosos con nosotros.

¿Qué piensa del envío de tanques Leopard a Ucrania?

El desafío es la formación de las tripulaciones y toda la logística, sobre todo si tenemos en cuenta el amplio espectro de tipos de equipos que se están enviando a Ucrania desde Europa y Norteamérica. Es un desafío logístico, pero es la única forma y la mejor manera de apoyar a los ucranianos en su legítima defensa contra la agresión rusa. (En el caso de los Leopard) dependerá de cómo se integren en el esquema de la guerra. Estos tanques tiene elevados estándares tecnológicos militares y por tanto también son más eficaces en la batalla.

En breve la UE contará con la fuerza de reacción rápida con 5.000 soldados. Teniendo en cuenta el escenario geopolítico, ¿no tendría sentido empezar a hablar de un ejército europeo?

No se trata de una especie de núcleo de un ejército europeo. Es algo que tiene connotaciones políticas tóxicas en muchos Estados miembros. La fuerza de reacción rápida es un plan muy pragmático para establecer una capacidad de ser desplegado y actuar en las operaciones de estabilización que la UE lleve a cabo en nuestro patio trasero, y especialmente en el África subsahariana. Estamos centrados en apoyar a Ucrania pero el mundo que nos rodea no se detiene ahí.

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