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Nueva política

China abre sus fronteras casi tres años después

El gobierno ha virado del control más estricto a un aparente 'laissez faire'.

China y Hong Kong reabren su frontera por primera vez en tres años

China y Hong Kong reabren su frontera por primera vez en tres años. Video: AP LaPresse/Agencia Atlas Foto: EP

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China y Hong Kong reabren su frontera por primera vez en tres años. Adrián Foncillas

Los viajeros que llegan a los aeropuertos chinos ya se dirigen a sus domicilios u hoteles sin la cuarentena que durante casi tres años los había mortificado.

El fin de ese trámite es el último clavo en la tumba de la política de covid cero. Queda como inútil vestigio el negativo en una prueba PCR realizada en los dos últimos días que se les exige aún a los viajeros. No parecen los contagios del exterior la mayor amenaza para China cuando padece una ola de covid de magnitudes elefantiásicas.

Retirada de señales y vallas

Las televisiones locales mostraban esta mañana a los operarios retirando las señales y las vallas que orientaban a los viajeros entre los viejos trámites de la cuarentena. Pekín también ha fulminado las restricciones al tránsito con Hong Kong, donde más de 400.000 personas esperan pisar el continente en los próximos días. Han abundado las emocionantes escenas de reencuentro familiar en los aeropuertos. Muchos chinos se habían apresurado a comprar sus billetes para el 8 de enero desde que Pekín anunció la buena nueva.

La cuarentena no pasaba de engorro en las últimas semanas. El mes en un hotel que se exigía en los tiempos más críticos, pagado por el viajero, se había adelgazado a un puñado de días, la mayoría en casa. Ni siquiera se aplicaba con rigor. O ni siquiera se aplicaba. Los pasajeros de varios vuelos consiguieron que se les dejara marchar tras amotinarse y pelearse con la policía en el aeropuerto. La cuarentena era un disparatado anacronismo desde que la covid empezó a correr sin bridas por el país.

Celebración del Año Nuevo Lunar

La apertura de fronteras llega en un momento delicado. Falta apenas un par de semanas para el chun yun o Año Nuevo Lunar, cuando muchos chinos cruzan el país para abrazar a su familia. Esas vacaciones, que suponen la mayor migración global en tiempos de paz, recobrarán su esplendor tras años de restricciones.

El Gobierno pronostica dos mil millones de viajes en 40 días, el doble que el pasado año, y teme que el virus alcance las provincias del interior desde las boyantes ciudades de la costa oriental. El miedo a los estragos que puede causar una pandemia en la precaria red sanitaria rural retrasó el fin del covid cero hasta mediados de diciembre.

Contagios

Los contagios se han extendido por el país desde entonces como el fuego en la pradera. El gobierno ha virado del control más estricto a un aparente 'laissez faire'. Los contagiados lidian con el virus en casa con pruebas de antígenos y medicinas cuando semanas atrás habrían acabado junto a docenas de contactos en centros de cuarentena.

Pekín no publica las cifras de contagios porque, terminadas las obligatorias pruebas PCR, carece de mecanismos para conocerlas. Y falsea las de fallecidos por la certeza de que una ola de pánico en una población tremendamente aprensiva no mejorará el cuadro. Los inverosímiles números oficiales han alimentado el escepticismo de algunos gobiernos, que han respondido exigiendo pruebas PCR a los ciudadanos chinos.

No son menos absurdas que las que Pekín sigue pidiendo pero son ignorados los expertos que repiten machaconamente que no hay más variantes en China que aquellas a las que Occidente ya se ha inmunizado.

El fantasma de marzo de 2020 se reaviva tras la reapertura de las fronteras chinas

El fantasma de marzo de 2020 se reaviva tras la reapertura de las fronteras chinas Agencia ATLAS / Foto: EP

China cerró sus fronteras en marzo de 2010. Con escasa información del nuevo virus, sin vacuna en el horizonte y con la irresponsable gestión de buena parte de los gobiernos, blindarse era la solución más razonable.

Las variantes menos lesivas, las vacunas y la normalización de la vida en el resto del mundo plantearon un escenario diferente pero Pekín no varió el rumbo hasta finales del pasado año. Fue la constatación de que aquellas viejas medidas ya no bastaban para embridar los contagios, y no las protestas populares, la que empujó a Pekín a jubilar la política cero covid.

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