Un manifestante detenido durante una de las protestas que han tenido lugar durante los pasados dos meses por todo Irán ha sido condenado este domingo a pena de muerte, según ha informado el Ministerio de Justicia iraní. 

Las autoridades persas han detenido, según Naciones Unidas, cerca de 14.000 personas durante la ola de manifestaciones, que empezó el 16 de septiembre con la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía moral iraní.

El condenado este domingo es el primero que recibe la pena capital por haber participado en las protestas: se le acusa de haber incendiado un edificio gubernamental, por lo que ha sido condenado por “perturbar el orden y la paz públicas, asamblea y coordinación para cometer crímenes contra la seguridad nacional, declararle la guerra a Dios y hacer la corrupción en la tierra”.

La sentencia no será ejecutada, sin embargo, hasta que la apelación de la víctima sea revisada por un tribunal de mayor instancia. Junto con el condenado a muerte, otros cinco manifestantes fueron condenados a penas de entre cinco y diez años de cárcel, también, por haber participado en las protestas.

En los próximos días, meses y semanas habrá más: cerca de 1.000 personas detenidas, solo en la capital, en Teherán, se enfrentan a procesos judiciales en su contra. Dos decenas de ellos tienen ante sí acusaciones que podrían acarrear la pena de muerte.

Una ola sin fin

Todo comenzó una tarde de martes de setiembre cualquiera, cuando una joven paseaba por el centro de Teherán con su hermano. Esta joven era Amini, y llevaba el velo islámico, el hiyab, caído encima del pelo. La policía de la moral la detuvo y se la llevó a comisaría. 

Según la familia de la joven, los agentes apalizaron a la joven tanto en el coche patrulla como en el edificio. Amini murió tres días después, ingresada en el hospital tras entrar en coma cerebral. Las autoridades iranís siguen afirmando, dos meses después, que la joven murió de un ataque al corazón, sin que nadie la tocase.

Pese a ello, esa versión no caló. Desde la muerte de Amini, Irán ha vivido una ola de protestas masiva que se ha extendido por todo el país y ha sido brutalmente reprimida por el régimen iraní, que para hacerlo ha usado sus fuerzas de basijs, un cuerpo paramilitar ideológicamente leal a la República Islámica y que está formado, en gran parte, por exconvictos y antiguos criminales incorporados a la causa. 

Por la represión del gobierno —según organizaciones independientes los muertos durante las protestas se acercarían ya a los 325— las manifestaciones han bajado en número y fuerza durante las últimas semanas. Esto no significa, sin embargo, que hayan terminado. Las protestas siguen

“Les demandamos a las autoridades iranís que dejen de usar la pena de muerte como una herramienta para aplastar las protestas”, dijo la semana pasada el relator especial de la ONU para los Derechos Humanos en Irán, Javaid Rehman.