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Contradicciones

Los abusos de los derechos humanos en Egipto empañan la cumbre del clima

Los activistas y periodistas egipcios ven la cumbre del clima como "una oportunidad rara y útil para ser el centro de atención del mundo y denunciar la situación catastrófica de los derechos humanos y pedir solidaridad mundial"

Arranca la cumbre del clima en Egipto con desesperanza por los objetivos y las ausencias

Arranca la cumbre del clima en Egipto con desesperanza por los objetivos y las ausencias. Vídeo: AGENCIA ATLAS Foto: Agencias

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Arranca la cumbre del clima en Egipto con desesperanza por los objetivos y las ausencias. Andrea López-Tomàs

Entre las playas paradisíacas del mar Rojo y la prisión Scorpion hay apenas 400 kilómetros en línea recta. Para llegar desde los centros de convenciones de Sharm el Sheij donde este domingo empezará la COP-27 hasta uno de los peores centros carcelarios de Egipto, hay que cruzar la península del Sinaí, el Canal de Suez y alcanzar las orillas del Nilo. Con tierra y mar de por medio, los gritos ahogados de los miles de prisioneros políticos que languidecen entre los barrotes no alcanzarán los oídos de los diplomáticos, activistas y representantes políticos preocupados por el clima. Antes, tendrán que superar los muros de hormigón que aíslan a la idílica ciudad de esa terrible realidad que muchos ciudadanos viven hoy en día en Egipto. 

Hossam Bahgat no puede salir de Egipto. Sus bienes y sus activos bancarios llevan seis años congelados. Bahgat también es el fundador de la organización independiente, Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales (IEDP) y es periodista de investigación. Su oenegé afronta tres investigaciones penales, todas ellas sancionables con penas de prisión. "Soy un defensor de los derechos humanos y soy egipcio; tenemos que trabajar por el cambio e incluso si esto tiene un precio, estamos dispuestos a pagarlo", declara Bahgat a este diario desde las calles de su Alejandría natal.

Golpe de Estado militar

Todo empezó con el golpe de Estado militar de Abdelfatá El Sisi en 2013. "Durante los últimos ocho años, Egipto ha protagonizado una crisis de derechos humanos a gran escala, con decenas de miles de personas arrestadas por cargos políticos, por ejercer su libertad de expresión y asociación", cuenta el periodista egipcio. "Sufrimos el enjuiciamiento de defensores de derechos humanos, el completo control de las instituciones del Estado y las múltiples trabas y la extensa persecución a periodistas y medios independientes", señala. Una de las primeras acciones del régimen de Sisi en 2013 fue ratificar la ley antiprotesta, que prohibía las reuniones y protestas sin el consentimiento previo por escrito de las autoridades.

De esta forma, cientos de activistas han sido detenidos o condenados a prisión en los últimos años. Gracias al puño de hierro con el que Sisi gobierna el país, miles de personas languidecen en las cárceles simplemente por expresar su opinión o su oposición a las políticas del general. "Tenemos una de las mayores poblaciones de presos políticos del mundo, pero no hay una estimación precisa porque el Gobierno se niega a dar datos", explica Bahgat. El activista sugiere que hay unos 20.000 prisioneros políticos. Otras organizaciones, como Democracia para el Mundo Árabe (DAWN por sus siglas en inglés), elevan la cifra hasta 60.000.

"Mayor número de periodistas entre rejas"

"Egipto solía tener una escena mediática muy vibrante y diversa, pero, bajo Sisi, fue completamente destruida o nacionalizada por las instituciones estatales", denuncia este periodista egipcio. "Es uno de los países con mayor número de periodistas encarcelados en todo el mundo", lamenta. Pese a la ristra de abusos y violaciones institucionalizadas de los derechos humanos, la comunidad internacional ha decidido otorgar al régimen de Sisi la celebración de la cumbre del clima. Más allá de las fronteras egipcias, han surgido acusaciones de greenwashingde usar los tímidos avances en materia climática para esconder este atroz historial. 

Para evitar las críticas, las autoridades egipcias han creado una zona especial en el exterior del lugar donde se celebra la conferencia y donde los activistas climáticos pueden presentar solicitudes para organizar protestas. "Vemos esto como un teatro y un esfuerzo para presentar una imagen falsa de que Egipto permite la libertad de expresión y la libertad de asociación", señala Bahgat. "Los activistas climáticos y los organismos internacionales han dicho que no utilizarán este espacio por solidaridad" con el pueblo egipcia, informa el director de la oenegé perseguida. La archiconocida activista por el clima Greta Thunberg ha informado que no asistirá al evento porque lo considera como una forma de "lavado verde".

La COP-27, "una oportunidad"

Aunque los egipcios también comparten, en cierta forma, este posicionamiento, tratan de ver el lado positivo de albergar una cumbre con tanta relevancia en el panorama global. "Es una oportunidad rara y útil para nosotros de ser el centro de atención del mundo durante dos semanas, en las que podemos resaltar la situación catastrófica de los derechos humanos y pedir solidaridad mundial", defiende Bahgat. Durante estos días, pretenden llevar a cabo acciones que acerquen los gritos de miles de represaliados a las pulcras calles de Sharm el Sheij.

 

Son conscientes de los riesgos que esto implica. Saben que los activistas extranjeros que les acompañen no se juegan nada en estas protestas, pero ellos sí. "Aunque el Gobierno pueda usarlo como una estrategia de lavado verde para los registros de derechos humanos, eso no significa que deba ser un evento exitoso", reconoce el defensor de derechos humanos. "Es muy probable que haya represalias contra los egipcios que levanten la voz, está en la mente de todos los activistas, pero sin embargo, este es un riesgo que tenemos que correr", afirma Bahgat, convencido. "No podemos dejar pasar una gran oportunidad como esta".

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