"Todos unidos triunfaremos", cantan los peronistas desde hace décadas, pero, en los hechos, no dejan de poner en entredicho la marcha oficial del movimiento político más importante de la Argentina, que gobierna un país acechado por el fantasma de un nuevo colapso. El 17 de octubre es el llamado Día de la lealtad para el partido del presidente Alberto Fernández. Setenta y siete años atrás, los trabajadores rescataron de la prisión al entonces coronel Juan Perón, quien, un año más tarde, al asumir el poder, comenzó a conmemorar aquella jornada. A diferencia de aquellos años de unanimidades, la actual coalición de Gobierno, el llamado Frente de Todos, recordó la efeméride completamente disgregada y los rencores a flor de piel. Si la vieja marcha partidaria exaltaba "los principios sociales" instituidos por Perón, en la actualidad la pobreza afecta a casi el 40% de los argentinos y la inflación de los últimos 12 meses es del 83%. En medio de la pauperización, el peronismo parece dirigirse hacia una derrota segura en las elecciones de octubre de 2023 en las que la derecha, aun en sus variantes más duras, irrumpe como favorita.

"En nombre de la libertad quieren imponer el autoritarismo del dinero", advirtió el mandatario durante un modesto acto en una localidad bonaerense, en alusión a la posibilidad de que la oposición triunfe en los comicios venideros. Por su parte, los seguidores de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, tuvieron su propi festejo multitudinario en la plaza de Mayo, frente a la sede del Ejecutivo. No faltaron las críticas veladas al jefe de Estado de parte del diputado Máximo Kirchner, el principal orador. "Los trabajadores son los que están esperando de una vez por todas que dejen de traicionarlos".

Kirchner reclamó una suma fija para los trabajadores formales y un bono de dinero para los más vulnerables, una petición que Fernández se inclina a aceptar. A su vez pidió que se derogue la ley que rige las transacciones financieras desde la última dictadura militar (1976-83) y favorece la especulación. "No está solucionado el tema de la deuda (externa)", dijo el legislador y sostuvo que el problema de los vencimientos de los pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual se ha refinanciado unos 44.000 millones de dólares bajo severas condiciones, "serán un verdadero problema" para el Gobierno que asuma en diciembre de 2023. Pero, sobre todo, miles de personas pidieron que la vicepresidenta, visiblemente distanciada del otro Fernández, se lance el año que viene a la aventura presidencial. Cristina Fernández mantiene un muy bajo perfil público desde el fallido intento de asesinato, el 1 de setiembre pasado. Sus intervenciones son acotadas y en las redes sociales.

El papel del sindicalismo

En los días en que la marcha partidaria era una suerte de padrenuestro, acompañado siempre por las imágenes de Perón y Eva Perón, el sindicalismo se consideraba a su vez la "columna vertebral" de ese movimiento. Su poder era ostensible y, a la vez, temido. Ya no es así, entre otras razones porque casi el 40% de los argentinos son trabajadores informales. La tradicional fuerza de la Confederación General del Trabajo (CGT) se ha licuado con las sucesivas crisis de las últimas décadas. Los sindicalistas ortodoxos ya no están en la primera línea de las decisiones. Uno de los jefes de la CGT, Héctor Daer, se quejó durante la conmemoración del Día de la Lealtad del lugar secundario que ocupa el movimiento obrero. "No queremos romper ningún frente. Queremos un Gobierno con los trabajadores adentro".

Por su parte, los movimientos de trabajadores desocupados y otros grupos sociales, tuvieron su propio acto en la populosa periferia bonaerense. "Quieren una reforma laboral que elimine las indemnizaciones y quieren destruir a las organizaciones sociales para poder eliminar los programas sociales", dijo uno de sus dirigentes, Carlos Alderete, al plantear la posibilidad de que el peronismo sea derrotado en las urnas el año venidero.

Encrucijada

Más allá de los festejos, Fernández es visto por estas horas como espectador de su propio Gobierno. Tuvo que aceptar el nombramiento de Sergio Massa como ministro de Economía a mediados de agosto. Massa ha pedido 100 días para comenzar a estabilizar la situación. Pero 2022 amenaza con concluir con una inflación del 100% y otras complicaciones más inquietantes. El "superministro" tiene un fuerte apoyo del FMI pero sus medidas no detienen el aumento del costo de la vida ni la sangría de dólares en el Banco Central. Es tan grave la restricción de divisas que, a las puertas del Mundial de fútbol, se tuvo que encarecer el precio de la moneda norteamericana para los miles de argentinos de clase media y alta dispuestos a ir a Catar a alentar al seleccionado de fútbol.