La devastación de la guerra de Ucrania es irreparable: viviendas, edificios y monumentos, muchos de ellos de valor histórico, carreteras, puentes, redes de suministros básicos... la lista es larga. Igual que los ceros que costará reconstruir el país: la factura de la destrucción oscila entre los 350.000 millones de euros y los 1.000 millones, según alertaron el gobierno ucraniano, la Comisión Europea y el Banco Mundial. Esa estimación fue a principios de septiembre, por lo que la cifra va 'in crescendo'. Cada bomba, cada misil y cada ataque ruso deja una cicatriz a la que Vladímir Putin da la espalda. Hasta ahora, cuando una fuerte explosión ha destruido este sábado el puente que conecta Crimea, la península ucraniana anexionada de forma ilegal por Moscú en 2014, y Rusia, y ha causado tres muertes. Esto sí que le ha dolido al Kremlin, que considera que se ha traspasado una línea roja. Pero, ¿por qué es tan importante el puente de Crimea?

Esta infraestructura era un viejo sueño del líder del Kremlin, que finalmente prometió tirar adelante a finales de 2013 junto con el entonces presidente ucraniano, el prorruso Víctor Yanukóvich. Es el puente más largo construido en el territorio de la ex Unión Soviética y transcurre a lo largo de 19 kilómetros del estrecho de Kerch.

Crimea y Rusia, unidas en 20 minutos

Cuando se inauguró, en mayo de 2018, los medios de comunicación afines al Kremlin aseguraron que era la "obra del siglo". Costó unos de 3.000 millones de euros y supuso un salto cualitativo en la integración de Crimea en el Estado ruso: es el único puente que une la península con la región continental de Krasnodar.

En otras palabras, antes se tardaban horas para ir entre la región anexada y Rusia, y se tenía que pasar, sí o sí, por Ucrania. En cambio, la construcción une ambos extremos en solo 20 minutos. Cuando funcionaba a pleno rendimiento, circulaban 40.000 coches al día y permitiría el paso de 14 millones de pasajeros.

13 millones de toneladas de carga al día

El tendido férreo no solo está habilitado para el tráfico automovilístico, sino también ferroviario. Eso permite a los trenes rusos llegar hasta Simferópol, la capital de Crimea, o Sevastopol, con estatus de ciudad federal y puerto principal de la flota del mar Negro, sin atravesar territorio ucraniano. 

En este sentido, se transportaban 13 millones de toneladas de carga al día por sus vías. Por todo ello, el puente de Crimea es (o era) una infraestructura geoestratégica para Putin, que en los tres años posteriores a la anexión invirtió al menos 7.500 millones de euros en la península.