El juicio contra el empresario Félicien Kabuga, de 87 años, a quien la Fiscalía acusó este jueves de haber tenido "un papel vital" en la matanza de 800.000 personas de la etnia tutsi en 1994 en Ruanda, comenzó este jueves en la corte heredera del Tribunal Penal Internacional para ese país africano.

Después de 28 años de aquella masacre perpetrada en cien días, “este juicio busca responsabilizar a Félicien Kabuga por su contribución sustancial e intencional” al genocidio, dijo el fiscal Rashid S. Rashid en la apertura del juicio ante el Mecanismo Residual Internacional de los Tribunales Penales (MTPI) en La Haya, en ausencia del acusado.

Kabuga, de 87 años, decidió no comparecer ni siquiera por videoconferencia. La última vez que se le vio en público, en agosto pasado, llegó a la sala con un aspecto deteriorado y con dificultades para intervenir y sus abogados intentaron retrasar el juicio alegando que su salud no le permite afrontar un proceso judicial.

Los jueces decidieron este jueves, como hicieron en 2020, que el juicio seguía adelante. Kabuga ya se había declarado inocente durante aquella primera comparecencia, poco después de su detención en los suburbios de París después de 26 años huido de la justicia internacional gracias al uso de pseudónimos en varios países.

Rashid subrayó este jueves que “no hay bases razonables para que alguien discuta que hubo una campaña para destruir totalmente, o al menos en parte, a los tutsi de Ruanda” y recordó que, además de los asesinatos, durante los cien días de intento de exterminio de la etnia tutsi en Ruanda, “cientos de personas fueron víctimas de violación y agresión sexual”.

A Kabuga se le acusa de “adquirir armas y distribuirlas (a grupos hutu) para atacar” a personas de etnia tutsi o cualquier sospechoso de apoyarlos, pero también “fundó y dirigió” Radio Télévision Libre des Mille collines (RTLM), emisora que fomentó el odio y la violencia contra los tutsi en 1994 en Ruanda.

Kabuga “era ampliamente conocido como uno de los hombres más ricos de Ruanda” y tenía una “influencia política considerable, con vínculos estrechos” con importante políticos ruandeses y, como ejemplo, la acusación recordó que la hija de Kabuga se había casado con el primogénito del presidente ruandés Juvénal Habiarimana (etnia hutu).

Gracias a su patrimonio, Kabuga tuvo “un papel vital en la financiación del genocidio”, sin haber tenido “la necesidad de empuñar un rifle ni un machete en una barricada”, le bastó con presuntamente "entregar armas en masa y facilitar el entrenamiento” del grupo paramilitar Interahamwe, cuya creación también facilitó, según cree la acusación.

Tampoco “le hizo falta ponerse delante de un micrófono para pedir el extermino de los tutsi en la radio”, puesto que logró lo mismo al “fundar, financiar y ejercer como presidente” de RTLM, la emisora que “trasmitía propaganda” para instar al genocidio en Ruanda, incluso proporcionando ubicaciones y otros datos que alentaron o facilitaron asesinatos de tutsis.

A Kabuga se le acusa de brindar apoyo material, logístico, financiero y moral a bandas de los Interahamwe, que participaron en ataques y asesinatos contra los tutsi en controles de carreteras y en sus casas en diferentes regiones, y la Fiscalía espera contar con el testimonio de al menos medio centenar de testigos para respaldar estas acusaciones.

El MRITP -establecido para concluir la labor iniciada, entre otros, por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda- inició el juicio contra Kabuga por cargos de genocidio y crímenes de lesa humanidad por su presunto papel en el intento de exterminio de los tutsi en Ruanda, acusado incluso de haber importado medio millón de machetes usados en los asesinatos.

Kabuga fue transferido a la custodia del Mecanismo en su subdivisión de La Haya, aunque le corresponde ser juzgado en la subdivisión de Arusha (Tanzania), donde no fue trasladado por su delicado estado de salud, aunque no se descarta que el juicio continúe allí más adelante, si así lo consideran conveniente los jueces del tribunal.

La organización Human Right Watch (HRW) señaló hoy que el juicio es “un paso significativo en los esfuerzos para garantizar la rendición de cuentas por la planificación, orden y ejecución” del genocidio, mientras que la ONU destacó la importancia de este proceso judicial al ayudar a evitar nuevos intentos de genocidio.

Este viernes se seguirán escuchando los argumentos, pero no será hasta el 5 de octubre cuando se empiece a escuchar a los testigos y se presenten las pruebas.