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Camino a las urnas

El cosmético viraje de la extrema derecha para gobernar Italia

Giorgia Meloni, la líder más fuerte dentro de la coalición de derecha, intenta mostrar su rostro más afable pese a un legado muy controvertido

Giorgia Meloni.

Cuando a mediados de agosto la ultraderechista Giorgia Meloni (Roma, 1977), la política italiana mejor posicionada para ganar las elecciones generales del próximo 25 de septiembre, afirmó, en un mensaje grabado, que el fascismo es "historia desde hace décadas" y se presentó como víctima del "poderoso circuito mediático de la izquierda", el diario progresista La Repubblica no tardó en responder. A los pocos días, difundió una vieja entrevista en la que una jovencísima Meloni elogia al dictador Benito Mussolini. "Como él no ha habido otro en los últimos 50 años", llega a decir.

Para Mattia Diletti, profesor de Política en la Universidad La Sapienza de Roma, no fue una gran sorpresa. "Meloni juega a la defensiva desde hace 30 años. Sabe lo que tiene que decir", dice Diletti. El problema es que, incluso ahora, "este esfuerzo por trasmitir el mensaje de que el fascismo es letra muerta se hace manteniendo cierta ambigüedad (que) evita renegar de esa herencia por completo", añade al hablar de la líder de Hermanos de Italia. Un partido en el que, según subraya este analista, "aún hay nostálgicos" y es heredero del posfascista Movimiento Social Italiano, cuya histórica llama tricolor ha sido además confirmada por Meloni como el logotipo que "con orgullo" seguirá representando a su partido en los inminentes comicios.

En verdad, desde la caída de Mario Draghi (quien dimitió en julio tras una repentina crisis de Gobierno, lo que abocó el país a elecciones anticipadas), Meloni se apresuró a sellar una alianza con la soberanista y populista Liga de Matteo Salvini y la centroderechista Forza Italia de Silvio Berlusconi. Acto seguido, la jefa de Hermanos de Italia ha mantenido en estas semanas un perfil bajo, presentándose como una persona afable e incluso esforzándose por enviar mensajes de distensión a los aliados europeos e internacionales de Italia. Una figura, en síntesis, que no quiere trasmitir miedo. Pero, aun así, varios analistas han visto estas maniobras como meras estrategias para ganar las elecciones.

Duras críticas a la UE

La razón es que, durante años, Meloni -como Salvini- ha torpedeado con duras críticas a la Unión Europea (UE). En 2018, la líder ultra incluso firmó una propuesta de ley para eliminar de la Constitución italiana los vínculos derivados de las obligaciones procedentes del derecho comunitario. También ha evitado participar —la última vez, este año— en los actos del 25 de abril, el aniversario de la liberación de Italia del fascismo, mientras que militantes y directivos de su partido han repetidamente causado revuelo al aparecer en fotografías haciendo el saludo fascista.

Pese a ello, en el programa político de su coalición para las próximas elecciones, el esfuerzo por homologarse ante la UE como fuerza proeuropea y capaz de gobernar Italia ha sido evidente. Incluso el tono ha sido otro. "Italia (es) parte plena de Europa, de la Alianza Atlántica y de Occidente", ha escrito, en el primer punto de su agenda, el grupo que encabeza Meloni, quien, según los sondeos, podría cosechar en solitario entre un 22% y un 24%, superando a Salvini y también a los progresistas del Partido Democrático (PD).

El objetivo es presentarse como "una opción válida" para asumir el mando de Italia, coincide el politólogo Pasquale Pasquino, profesor emérito de la Universidad de Bolonia. Con todo, "si Meloni y Salvini ganan las elecciones, los enfrentamientos con la UE están prácticamente garantizados ni bien se toquen algunos temas sensibles como la alta deuda pública italiana o la inmigración", afirma este experto, en declaraciones a EL PERIÓDICO.

Vínculos con Vox

De hecho, algunas de estas fricciones ya se entrevén. El bloque derechista ha pedido "una revisión" del Pacto de Estabilidad y la gobernanza económica de la UE, a la vez que tanto Salvini como Meloni han anunciado un endurecimiento de la política migratoria del país. Además, en el frente interno, han propuesto convertir a Italia en un régimen presidencialista -en el que el poder ejecutivo quedaría en manos del presidente de la República-, lo que ha suscitado preocupación entre sus rivales de centroizquierda.

No es el único temor, dentro y fuera de Italia. "Asunto aparte es que Meloni es claramente atlantista y desde hace años cultiva una buena relación con los republicanos estadounidenses, mientras que Salvini ha mantenido una relación más ambigua con Rusia y la guerra en Ucrania. Son discrepancias que se notarán", advierte Pasquino. Más aún, el problema ahí son también los socios europeos de Meloni. "Por ejemplo está Vox en España, y (el primer ministro Víktor) Orbán en Hungría", afirma este experto, al sugerir que una eventual victoria electoral del bloque derechista italiano también podría reforzar a los nacionalistas europeos más radicales.

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