Varios países de la Unión Europea están tratando de suavizar el plan de recorte al consumo de gas de manera generalizada en todo el bloque para hacer frente a lo que puede ser un suministro incierto e incluso un corte total por parte de Rusia, su principal proveedor, durante el próximo invierno.

Según la hoja de ruta presentada la semana pasada, la Comisión Europea quiere que cada uno de los 27 Estados miembros de la UE reduzcan un 15% su consumo de gas entre agosto y marzo, lo que además permitiría llenar los depósitos. Aunque esa reducción sería voluntaria, la Comisión podría hacerla obligatoria si considera que existe una situación de emergencia en el suministro.

Sin embargo, varios gobiernos europeos han mostrado su rechazo a esta propuesta, especialmente en el caso de los recortes obligatorios y generalizados. Es el caso de España, primer país en rechazar el plan original, una posición que encontró apoyo en países del sur, como PortugalGreciaItalia Malta, pero también países del este como Polonia Hungría.

Alemania, muy dependiente del gas ruso, se ha posicionado claramente a favor y ha apelado a la "solidaridad europea". "Si el suministro de gas en uno o más países está en dificultades todos los Estados miembros se verán afectados", aseguraba Robert Habeck, ministro de Economía alemán, nada más conocerse el plan.

Este lunes los diplomáticos de la UE debatirán una propuesta revisada para acercar posiciones de cara al Consejo Extraordinario de este martes, donde los ministros de Energía de los 27 intentarán cerrar un acuerdo que necesita una mayoría de al menos 15 países para convertirse en ley. Según un borrador de esta propuesta al que ha tenido acceso la agencia Reuters, el nuevo plan mantendría el objetivo voluntario de reducción del uso de gas de manera generalizada, pero establecería diferentes objetivos obligatorios y una serie de exenciones.

De esta forma, los países sin conexiones, como Irlanda o Malta, o con una baja interconectividad en las redes de gas de la UE estarían exentos de la reducción obligatoria, y los que tienen grandes volúmenes de gas almacenado podrían enfrentarse a objetivos más bajos.

Además, los Estados que exporten gas a otros países tendrán objetivos más bajos en la reducción de consumo. Como adelantó El Periódico de España, diario que pertenece al mismo grupo que este medio, esta era la propuesta del Gobierno español a Bruselas: que la solidaridad española en este plan consistiese en el envío del combustible a la UE, al máximo de la capacidad que permiten los gasoductos con Francia, para así librarse de los cortes de consumo.

Fuentes diplomáticas han explicado este lunes a la agencia Europa Press que la intención no es diluir ese 15% propuesto por Bruselas, si no atender a las especificidades de las limitaciones geográficas y la interconexión, y que esa reducción del objetivo en algunos países no deberá ser compensada por otros.

Otro cambio introducido en la propuesta original es que serán cinco Estados miembros (en lugar de solo la Comisión) los que puedan pedir la declaración del estado de alerta que pondría en marcha la obligación de recortar el consumo de gas.

En todo caso, tanto si lo pidiera la Comisión Europea como si es fuera a iniciativa de cinco Estados miembros, la declaración de alerta solo podría ser adoptada con el respaldo de una mayoría cualificada de países, indicaron las fuentes consultadas por la agencia EFE.

¿Por qué lo rechaza España?

"A diferencia de otros países, no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades en materia energética”, aseguró la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en una rueda de prensa el mismo día que se dio a conocer el plan de Bruselas. El Gobierno mostraba así su rechazo a una propuesta que no consideraba "ni justa ni eficiente" porque pretendía imponer reducciones de consumo lineales.

El Ejecutivo, acompañado por el sector energético e industrial español, quería poner de manifiesto que en España no hay riesgo de seguridad de suministro incluso si Rusia corta por completo el grifo. El caso español es particular, pues tiene una baja dependencia del gas ruso, una amplia diversificación de los países de origen (entre los que destacan Argelia históricamente y EEUU en la actualidad) y un enorme parque de plantas regasificadoras, que suponen un 34% de la capacidad de la UE y un 44% del almacenamiento comunitario de gas natural licuado (GNL) que llega en barcos metaneros, según explica David Page.

Además, España ha hecho un esfuerzo para llenar sus almacenes de gas incluso por encima del ritmo que pide Bruselas y se encontrarían aproximadamente al 80% de su capacidad, frente al 50% de media en el resto de la UE, lo que supone unas reservas para cubrir el consumo de 40 días completos. "España ha hecho los deberes", sentenció la vicepresidenta en esa rueda de prensa, en la que defendió que la "solidaridad" española con el resto de la UE se centre más en las exportaciones, aprovechando la red de regasificación, que en un recorte del gas a los consumidores españoles gracias a esa "seguridad de suministro que han estado pagando durante años".

LA POSICIÓN DE RUSIA

Un día antes de este debate en la Unión Europea, el gigante gasista ruso Gazprom ha anunciado una nueva reducción del suministro por el gasoducto Nord Stream, que conecta a Rusia con Alemania a través del mar Báltico. La compañía estatal asegura que reducirá a la mitad su flujo a partir del próximo miércoles 27 de julio al detener una nueva turbina por problemas técnicos.

"A partir de las 7.00 hora de Moscú (4.00 GMT) la productividad diaria de la estación de bombeo Portóvaya será de 33 millones de metros cúbicos diarios", informó Gazprom en un comunicado. Esto supone una reducción de alrededor del 50% del suministro actual (60 millones de metros cúbicos al día) y equivale al 20% de la capacidad total de la tubería (155.000 metros cúbicos).

La compañía vincula esta nueva reducción al estado técnico de una turbina, un problema similar al que mantuvo al gasoducto parado durante más de una semana a mediados de este mes. Sin embargo, Alemania cree que esta reducción no es más que un "pretexto" para presionar a la UE. "Según nuestras informaciones, no hay ninguna razón técnica para reducir las entregas", aseguró una portavoz del Ministerio alemán de Economía a la agencia AFP.

En este contexto, marcado por las sanciones por la invasión rusa de Ucrania, el Kremlin ha querido rechazar las acusaciones y ha asegurado que Rusia "no está interesado" en cortar el suministro de gas a Europa. "Rusia es un suministrador de gas responsable y no importa lo que se diga. Rusia era, es y sigue siendo un país que garantiza en gran medida la seguridad energética de Europa", ha reivindicado este martes el portavoz de la presidencia, Dimitri Peskov, en unas declaraciones recogidas por la agencia rusa Interfax.

Pese a ello, y tras defender que el papel ruso en el suministro energético europeo tiene "garantías 'de facto'", Peskov ha lanzado una amenaza a los países del bloque: "Si Europa continúa su camino de imposición temeraria de restricciones y sanciones que le golpea, la situación será diferente".