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Crisis energética

La UE se abre a reactivar las energías más contaminantes por la falta de gas

Bruselas pide ahorrar gas en verano para evitar un racionamiento duro en invierno | El FMI estima que un corte total del suministro ruso puede hacer caer el PIB un 3% en Europa

Tuberías en las instalaciones del gasoducto Nord Stream 1 en Lubmin, Alemania. HANNIBAL HANSCHKE / REUTERS

Cada metro cúbico de gas que se ahorre ahora cuenta porque cuanto menos se consuma este verano mayor será el colchón energético con el que afrontar la próxima temporada de frío. Es la idea que defiende la Comisión Europea en el plan de emergencia que adoptará este miércoles el colegio de comisarios para limitar de forma “inmediata” el consumo de gas en la Unión Europea y evitar un racionamiento más doloroso en invierno, ante un posible corte total del suministro de Rusia que ha disparado las alarmas en el continente europeo. “La UE se encuentra ahora en una situación vulnerable en cuanto a la seguridad del suministro de gas. Ha llegado el momento de anticiparse a los riesgos y aumentar de forma proactiva la preparación", reivindica la Comisión Europea en el último borrador de la comunicación en el que reclama implicación a organismos públicos, consumidores, hogares, propietarios de edificios públicos y proveedores de energía.

El Ejecutivo comunitario apuesta de momento por una reducción voluntaria del consumo de gas -el documento mantiene una X en el porcentaje a expensas de la negociación final en el colegio de comisarios aunque podría oscilar entre un 5 y un 15%- durante "al menos los próximos 8 meses". Sin embargo, en una segunda fase, y si la situación se deteriora en las próximas semanas o meses o deriva en una situación de emergencia en al menos dos países, la Comisión Europea propone legislar para hacer vinculante el ahorro. "En un primer paso, los Estados miembros tienen la posibilidad de aplicar las reducciones necesarias de forma voluntaria" pero "si la situación se deteriora y resulta necesario activar una alerta de la UE, según el marco establecido en la propuesta de emergencia, se aplicaría un objetivo vinculante de reducción de la demanda de gas", señala el borrador que urge a los Veintisiete a actualizar los planes de emergencia nacionales e identificar posibles medidas de reducción para finales de septiembre.

Organizaciones como la Agencia Internacional de la Energía (AIEA) ya han avisado de que la UE no tendrá más remedio que recortar su consumo en 12.000 millones de metros cúbicos en los próximos tres meses. Solo así tendrá capacidad de seguir rellenando sus depósitos subterráneos, para llegar a noviembre con sus reservas al 80%, tal y como establece la legislación europea (90% a partir del invierno de 2023) aprobada este año. Pero si el gigante Gazprom decide no reabrir este 21 de julio el gasoducto Nord Stream 1, en parada técnica rutinaria de mantenimiento desde hace diez días, y que ha reducido el flujo de gas entre Rusia y Alemania un 60% en la primera mitad de 2022, y corta totalmente los envíos, alcanzar el objetivo será imposible.

El gas licuado, insuficiente

Aunque la diversificación y las importaciones de gas natural licuado (LNG) de terceros países distintos a Rusia han aumentado considerablemente este año, gracias a acuerdos con Estados Unidos, Noruega, Israel o Azerbayán este lunes, estos envíos serán insuficientes para compensar la pérdida del gas ruso que afecta ya parcial o totalmente a 12 países de la UE, incluida Alemania, Países Bajos, Polonia, o Finlandia, que augura, según los técnicos comunitarios, “un invierno potencialmente difícil” porque “no hay motivos" para pensar que las circunstancias vayan a cambiar. 

Es más, en Bruselas se ponen en el peor escenario posible. "Cuando preparamos los planes de contingencia de invierno nos basamos en el peor escenario posible. Y el peor escenario posible es que habrá una interrupción completa de Gazprom", ha reconocido este martes el portavoz de la Comisión, Eric Mamer. A fecha de 17 de julio, el nivel de gas almacenado en los 18 países europeos que cuentan con este tipo de instalaciones apenas supera el 64% y las simulaciones sugieren que podría oscilar "entre el 65 y el 71%" al inicio de la temporada de invierno.

En Bulgaria, uno de los primeros países a los que Moscú cortó el suministro por no plegarse a las exigencias de Vladimir Putin y pagar en rublos, sus depósitos están al 40%, en Croacia al 43%, en Hungría al 46% y en Letonia al 48%. En Portugal, mientras tanto, su capacidad ya está al 100%, en Polonia al 98%, en Suecia casi al 85%, en Dinamarca al 83%, al 75% en la República Checa y 74% en España, según el último inventario disponible.

Unos niveles que a la luz de la amenaza rusa -y aunque la UE ha conseguido reducir su dependencia de Rusia del 40 al 20%- anticipan problemas porque el cierre del grifo ruso podría llegar “en cualquier momento” y afectará más a unos países que a otros, en función de su dependencia de las importaciones rusas, su capacidad de diversificación a corto plazo y el papel del gas en su mix energético o la producción industrial. Así que, anticiparse será crucial porque de no actuar la caída del Producto Interior Bruto será brutal. Según el Fondo Monetario Internacional, un cierre total del grifo podría hundir la economía en un 3% e incluso un 6% en los socios más dependientes de Rusia. Según Bruselas el impacto económico oscilará podría oscilar entre un 0,6 y 1% del PIB e incluso más en un "invierno más frío" o de no adoptar medidas que podría desplomar la economía europea entre un 0,9 y 1,5%.

Medidas a aplicar

Aunque tanto los hogares como sectores esenciales como hospitales o infraestructuras críticas están considerados “clientes protegidos” y no deberían verse afectados en caso de cortes de suministro, la Comisión Europea hace un llamamiento a limitar el aire acondicionado desde este verano la calefacción en invierno en edificios públicos. En el caso de las empresas, Bruselas sugiere que ahorren sustituyendo el tipo de combustible que utilizan y permitiendo que los países subvenciones el cambio. 

Además, y aunque podría llevar a un aumento de las emisiones contaminantes, la Comisión Europea también abre la puerta a reactivar el uso de las centrales de carbón para generar electricidad, siempre y cuando las medidas para fomentar el cambio sean temporales, e incluso a prolongar la vida de las centrales nucleares. El plan también contempla subastas para incentivar el ahorro entre los clientes industriales a cambio de compensaciones, medidas para reducir el consumo en plantas de generación no críticas y proporciona directrices a los Veintisiete sobre como racionar el gas en caso de emergencia entre los distintos sectores económicos así como un mecanismo para identificar y mitigar el impacto en las cadenas de abastecimiento transfronterizas. 

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