En medio de la vastedad del desierto libio, se han encontrado varios cuerpos. Una veintena de migrantes murieron de sed hace un par de semanas, pero no ha sido hasta este miércoles que alguien se ha dado cuenta. El vehículo, averiado a 120 kilómetros de la frontera con Chad, está rodeado por los cadáveres en descomposición. Otra tragedia azota a los miles de migrantes que se encuentran en Libia, el mismo día que Médicos Sin Fronteras (MSF) denuncia el hundimiento de una embarcación en el Mediterráneo que ha provocado la desaparición de 30 personas. 

Un camionero viajaba por el desierto cuando se ha topado con la terrible estampa y ha dado la voz de alarma. Desde la ciudad más cercana, Kufra, a 320 kilómetros al suroeste del hallazgo de los cuerpos, se ha desplazado un equipo de rescate y emergencias. “El conductor [de los migrantes] se perdió, y creemos que el grupo murió en el desierto hace unos 14 días desde la última llamada a un teléfono móvil el 13 de junio”, ha dicho el jefe de la ambulancia de Kufra, Ibrahim Belhasan, por teléfono a Reuters. En esta zona apenas poblada de Libia, las temperaturas pueden superar los 40 grados centígrados.

Según el servicio de ambulancias, dos de los fallecidos eran libios y se cree que los otros eran inmigrantes de Chad que habían cruzado a Libia. Este país del norte de África es territorio de tránsito para los migrantes de la zona subsahariana. Tras atravesar el desierto del Sáhara, intentan cruzar el mar Mediterráneo para alcanzar las costas europeas. Las condiciones entre la infinitud arenosa son muy extremas y provocan que muchos de los migrantes sufran la deshidratación o las altas temperaturas. También muchos caen víctimas de la extorsión y la violencia después de que los traficantes los abandonen y se pierdan.

Naufragio en el Mediterráneo

Mientras, a miles de kilómetros, ha sido el agua quién le ha arrebatado la vida a decenas de migrantes. Al menos 30 personas han desaparecido, entre ellas mujeres y niños, tras el naufragio de un endeble bote de goma que partía hacia orillas europeas. Un barco de rescate operado por MSF logró alcanzar el barco y rescatar a decenas de migrantes. “Hemos visto a tanta gente ahogarse, hombres, mujeres y niños, y nunca olvidaremos el día que hemos vivido; intentamos salvarlos, pero no pudimos salvarlos a todos”, ha declarado un joven camerunés de 17 años en un testimonio publicado por MSF en Twitter.

Estas tragedias llegan seis días después de que se conociera la noticia del suicidio de un joven de 19 años en uno de los centros de detención de Libia. En Ain Zara, al sur de la capital Trípoli, Mohamed Mahmoud Abdel Aziz, un refugiado de la región sudanesa de Darfur, se suicidó colgándose en una de las habitaciones que compartía con cientos de personas a principios de mes. Su cuerpo inerte convivió durante horas desde el techo con sus compañeros migrantes.  

Cementerio en el desierto

También hace una semana, MSF pidió la evacuación de los migrantes de Libia, y sobre todo de aquellos más vulnerables, a países más seguros. Un informe muestra la debilidad de los mecanismos de protección existentes para las personas atrapadas en el Estado africano, sumido en el caos desde hace más de una década. En enero, la ONU calculaba que, de forma oficial, había más de 12.000 migrantes en los 27 centros de detención y prisiones de Libia, pero podrían ser más. 

La peligrosa holgura del desierto lo convierte en un cementerio en ciernes. Pese a la dificultad de conseguir datos, se cree que el número de migrantes que han muerto intentando cruzar el desierto del Sáhara es incluso mayor que las vidas tragadas por el Mediterráneo. El proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registra 5.386 muertes en el desierto desde 2014, en contraste con las 24.234 en el mar. Pero se cree que la arena del desierto esconde muchos cuerpos sin nombre.