La Policía Federal informó en la noche del miércoles que uno de los sospechosos de la desaparición en la Amazonía del activista indígena Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips ha confesado su participación en sus asesinatos. Se trata de Amarildo da Costa Oliveira, alias el Pelado, quien se dedica a la pesca ilegal en la zona que recorrían ambos. El comisario Eduardo Alexandre Fontes, a cargo del operativo, dijo que a partir de sus informaciones se encontraron "restos humanos" y existen "grandes posibilidades" de que sean partes de los cuerpos de Pereira y Phillips. No obstante, remarcó, solo una pericia, que se realizará en Brasilia, puede garantizarlo con total certeza. "Ahora estamos entrando en una fase de identificación con el objetivo de preservar a las víctimas y la cadena de pruebas".

La demora de la institución en confirmar los decesos es considera inadmisible por el periodista especializado André Trigueiro, un viejo conocido de Pereira. "Materia orgánica, material biológico, restos humanos... ¡Por el amor de Dios!", escribió en su cuenta de Twitter.

Pereira y Phillips habían sido vistos por última vez 10 días atrás cuando regresaban en barco al municipio de Atalaia do Norte del estado de Amazonas, cercano a la tierra indígena del Vale do Javari que suele ser asolada por los buscadores de oro y aquellos que se dedican a la tala de la selva, burlando las legislaciones.

Los medios brasileños no dudan del destino aciago que le tocó al británico y a Pereira. Tampoco en rigor Fontes, entre otras razones porque el presunto asesino narró "con detalle" todo lo que había acontecido. El testimonio del Pelado, cuyo hermano también se encuentra detenido, parece ser concluyente: dijo que el periodista y su acompañante murieron por disparos, precisó además dónde han sido dejado los cadáveres, al interior de la selva, así como el lugar en el que se ha escondido la embarcación en la que viajaban antes de ser capturados.

De acuerdo con el diario Estado, Pereira, de 41 años, había marcado la historia reciente del indigenismo a partir de una vida dedicada a velar por grupos aislados en una región controlada por el delito, en sus diversas expresiones. En cuanto a Phillips, se trata de un veterano periodista afincado en Brasil desde hace 15 años y quien ha colaborado con Financial Times, New York Times y The Washington Post, entre otros. Escribía un libro sobre las amenazas que sufren las comunidades indígenas en el Vale do Javari.

El papel del narcotráfico

El diario carioca O Globo aseguró que la Policía Federal también investiga si la existencia de un esquema de lavado de dinero derivado del tráfico de drogas y materializado a través de la venta de pescado y animales puede estar relacionado con la muerte de la pareja. Siempre de acuerdo con O Globo, Pereira e integrantes del Equipo de Vigilancia de la Unión de Pueblos Indígenas de Javari (Unijava) habían encontrado pruebas sobre ese mecanismo: embarcaciones transportaban toneladas de pirarucus, el pescado más valioso del mercado local y que se exporta a varios países, y tracajás, una especie de tortuga que se ofrece en sofisticados restaurantes, tanto en Brasil como en Europa y Estados Unidos. El narcotraficante Rubens Villar Coelho, conocido como "Colombia", quien tiene doble nacionalidad brasileña y peruana utilizaría la venta de los animales para blanquear el dinero de la droga producida en las zonas de Perú y Colombia que bordean el Valle de Javari.

La responsabilidad del Gobierno

Para el diario paulista Folha, la muerte de Pereira y Phillips completa "un ciclo de deterioro de la imagen internacional de Brasil que no se veía desde la dictadura de 1964 y los primeros años de la redemocratización", en 1985. "Pocos temas brasileños atraen tanto la atención en el extranjero como la Amazonia, entre otras cosas por el declive del papel internacional de Brasil". Y es justamente un asunto subestimado por el Gobierno de ultraderecha

Para la publicación, las actuales autoridades son responsables del modo en que es visto el gigante sudamericano en el exterior. Aunque al residente Jair Bolsonaro "no le gusten los indígenas, los ecologistas y los periodistas, bien podría expresar su dolor y repudiar a los criminales que, todo parece indicar, cometieron un acto de barbarie". Un gesto de esa naturaleza en nada "comprometería su agenda ideológica". Sin embargo, ocurre lo contrario. "¿Por qué, entonces, prefiere culpar a las víctimas? ¿Por qué decidió describir lo que podría haber ocurrido con sus cuerpos? ¿No se le ocurre que esos detalles provocarán más dolor en los que ya están sufriendo? Lo más curioso es que, actuando así, Bolsonaro necesitaba reconocer la falta de control sobre la Amazonía, algo que tantos indígenas, ecologistas y periodistas denuncian".