Dice Nadia Ghulam que quienes nacen en países en guerra no tienen nombre ni apellidos ni edad. Es precisamente su caso, nacida en 1985 en un Afganistán ya ocupado por Rusia. Sin registros, la escritora y activista afgana sabe que nació en Kabul y decidió establecer una fecha aproximada. El 4 de junio. Acaba de cumplir 37 años. Esta mujer, que taladra con la mirada, vivió diez años haciéndose pasar por hombre en Afganistán cuando una bomba mató a su hermano y la dejó a ella en coma varios meses en plena guerra civil. Lleva 16 en Catalunya. Estrena libro --Somiant la pau-- y aporta unas reflexiones que son como dardos.

-¿Qué diferencias detecta entre esta última etapa de régimen talibán y el que vivió usted?

-En mi libro Soñando la paz hago muchos paralelismos entre la actualidad y lo que pasó durante el régimen talibán que yo viví, el que empezó en 1996. Los talibanes de entonces vivieron en un siglo en el que acabábamos de tener una guerra civil y no tenían acceso a la información como la conocemos ahora. Ahora, han vivido un cambio muy importante a nivel de tecnología. Todos tienen un smartphone aunque no sepan escribir su nombre. Tienen cámaras y saben enviar fotos y vídeos. Esto supone un grave problema para la población civil. Las personas que han saboreado un poco la libertad están nuevamente dentro de una jaula y les está costando muchísimo. El cambio es muy grande. Son opresores con más experiencia y más herramientas. Todo se grava y la gente tiene miedo. Antes, los talibanes castigaban a la mujer que salía de casa sola o destapada. Ahora el sistema es más perverso. Los talibanes no castigan a la mujer directamente sino a los hombres de su familia con lo cual aumenta mucho la violencia en el seno del hogar.

-¿Cree que España da el mismo trato a los refugiados ucranianos que a los afganos o de otras nacionalidades?

-Hay un agravio muy grande. Ahora, por ejemplo, los refugiados de Ucrania que llegan a España tienen muchos recursos económicos. Los refugiados ucranianos pobres aún no han llegado. Además de tener sus propios recursos, tienen más facilidad para entrar en la universidad y seguir su camino, convalidar sus títulos y trabajar en lo que trabajaban. ¿Qué pasa con los afganos y sirios o palestinos? ¿Por qué hay refugiados de primera y de segunda? Hablo de Afganistán porque es lo que conozco. En Afganistán llevamos 50 años sufriendo por la guerra. 50 años sin educación... La salud mental de los refugiados afganos no es buena. El 95% sufrimos estrés postraumático muy grave. Llegamos con la esperanza de que aquí están garantizados los derechos humanos, que se puede seguir dignamente la vida, pero nos encontramos que para estudiar tienes que convalidar tus estudios, para trabajar, aportar todos los certificados. Y para hacer eso necesitas años de tramitación e ir de oficina en oficina y no puedes porque tienes que comer y, al final, coges algún trabajo de limpieza para poder sobrevivir. Seguirán viviendo, pero con indignación, porque siempre vivirán mal. ¿Realmente es una oportunidad?

-¿Es necesario agilizar los procesos de convalidación de estudios para los refugiados?

-No quiero que nos regalen los certificados. Pido, por favor, que vean nuestras capacidades, abran las puertas de las universidades y nos dejen estudiar las carreras que queremos.

-¿Qué le ha pasado a su hermana en este sentido?

-Mi hermana es profesora de matemáticas en Afganistán pero ahora aquí no lo puede acreditar. Le han ofrecido un curso de limpieza. Y es muy triste para mí porque yo he sacrificado mi vida aquí, euro a euro, para pagar los estudios de mi hermana, para que tenga una vida un poco mejor que la mía. Yo he sido analfabeta hasta los 16 años y no he querido que a mi hermana le pasara lo mismo.

-Veo que se indigna al ver cómo Occidente suministra armas a Ucrania como solución al ataque ruso.

-Por desgracia, los humanos no estamos aprendiendo de nuestros errores. Están usando el mismo método que usaron en mi país. Nací en el Afganistán ocupado por los rusos. Y lo que hicieron EEUU y Europa fue entregar armas a los civiles para que lucharan contra los rusos. Consiguieron sacar a los rusos pero provocaron 50 años de guerra en mi país, que aún no se ha solucionado. Es lo mismo que están haciendo en Ucrania. Es como si armas a una hormiga que se puede defender frente a un elefante. Las armas no son nunca la solución. Ninguna violencia elimina la violencia.

-¿Lamenta el tratamiento mediático de las crisis?

-Sí. Ahora la moda es Ucrania, ya nadie se acuerda de Afganistán. Hace daño porque si dejamos de salir en los medios, la ayuda humanitaria tampoco llega y pasas a engrosar la lista de países y crisis olvidadas. No me gustaría que Afganistán acabara así. Las consecuencias las pagan las personas más vulnerables del planeta.