Suele decirse que lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas. Es un eslogan que no le venía nada mal al crimen organizado, un elemento fundamental en la historia, el funcionamiento y el folclore de la ‘ciudad del pecado’. Pero la mafia siempre supo que debía contar con un rival tan colosal o más que el mayor soplón: la emergencia climática. Y el agravamiento de esa crisis a pasos agigantados les ha dado la razón.

Una sequía brutal azota al oeste de Estados Unidos. Ha llevado a las autoridades a tener que recurrir a extraer agua de las profundidades del Lago Mead, una reserva tras la presa Hoover en el río Colorado que está a media hora de Vegas. Con el descenso del agua, que ha caído más de 52 metros desde 1983, han empezado a salir a flote restos humanos. Y aunque las autoridades aún no hacen la conexión oficialmente, ha sido imposible evitar que a muchos les vengan a la mente las imágenes de mafiosos deshaciéndose de cadáveres que cine y literatura han hecho parte del acervo popular.

De hecho, hasta Ray Spencer, lugarteniente de la policía de Vegas, ha dicho en declaraciones a la televisión local KLAS-TV que “hay bastantes opciones de que, conforme el nivel del agua sigue cayendo, vayamos a encontrar más restos humanos”.

Un disparo y un barril

El primer cadáver fue localizado la semana pasada. Estaba en un barril oxidado que gente en barcas vieron clavado en el barro en la nueva costa del lago expuesta por el descenso del agua. La policía determinó que el hombre en su interior había muerto de un disparo. Objetos personales encontrados dentro del barril y los zapatos que llevaba el cadáver apuntan a que la víctima fue asesinada entre finales de los años 70 y principios de los 80. Se trata ahora de identificar al fallecido y su muerte se está investigando como un homicidio.

Días después un equipo de la televisión local encontró un segundo barril, que estaba vacío. Pero el sábado llegó el hallazgo de un segundo cadáver. Una pareja de hermanas que hacían paddle surf por una zona del lago popular para deportes acuáticos avistaron unos huesos e inicialmente pensaron que se trataba de restos de un carnero de las rocosas, típico de la zona. Al ver la mandíbula con dientes se dieron cuenta de que no estaban ante la carcasa de un animal sino ante restos humanos y avisaron a los ‘rangers’ del parque. Este segundo caso, en el que también se están analizando los restos e intentando una identificación, no está siendo investigado como homicidio.

El sitio ideal para deshacerse de un cadáver

De lo que pocos parecen tener dudas es de que estos dos cadáveres pueden bien no ser los únicos que salgan a la superficie. Oscar Goodman, que fue durante tres mandatos alcalde de Las Vegas y también abogado que representó a figuras de la mafia como Anthony ‘Tony la hormiga’ Spilotro, le ha dicho a Associated Press que es imposible aventurar qué más revelará el lago, pero también ha recordado que “no es un mal sitio para tirar un cadáver”. Igualmente, Goodman ha asegurado que muchos de sus antiguos clientes parecían interesados en “control climático”, que en la jerga mafiosa se refería a mantener los niveles de agua altos y los cuerpos bien abajo en sus tumbas submarinas.

También Michael Green, profesor de historia en la Universidad de Nevada, ha declarado a AP que “si el (nivel del) lago baja mucho más es muy posible que salgan a la superficie cosas muy interesantes” y ha dicho que “apostaría a que va a haber varios cadáveres más”. Y con él ha coincidido Geoff Schumacher, vicepresidente del Museo de la Mafia en Las Vegas. “Muchos de estos individuos probablemente habrán sido victimas que se ahogaron pero un barril tiene la firma de un golpe de la mafia”, ha explicado a la agencia.

Tanto Green como Schumacher han recordado el caso de John ‘guapo Johnny’ Roselli, que fue una destacada figura del crimen organizado en Vegas en los 50, desapareció en 1976 y cuyo cadáver fue encontrado unos días después flotando en la costa de Miami, en Florida, en un barril de acero con capacidad para 208 litros.

El profesor, en cualquier caso, ha recordado también que “conviene recordar que a la mafia no le gustaba que hubiera asesinatos en Las Vegas porque no les gustaba que se vinculara a la ciudad la mala publicidad”. Y otros expertos como el expolicía David Kohlmeier, que tiene un podcast y un programa de televisión, dicen que en el Lago Mead puede haber restos que no estén vinculados a la mafia. A él, por ejemplo, le han contactado familiares de personas cuyas desapariciones no están unidas al crimen organizado. Concretamente ha hablado de un hombre que se sospecha que mató en 1987 a su madre y su hermano, un padre de Utah que desapareció en los 80 o un empleado de hotel que también desapareció en 1992.

Sequía brutal

Más allá del colorismo, el caso de los cadáveres ha servido para centrar la atención en las devastadoras consecuencias del cambio climático y la intensificación de efectos adversos como sequías cada vez más brutales. El Lago Mead, junto al lago Powell, forma parte de un sistema que abastece de agua a cerca de 40 millones de personas en ciudades, granjas, tribus e industrias en siete estados del suroeste de EEUU y se encuentra ya a solo el 30% de su capacidad.

Ese lago es especialmente vital para Las Vegas y el sur de Nevada. Con 2,5 millones de habitantes y 40 millones de visitas de turistas al año, del Mead procede el 90% del agua que se bebe allí. Y ahora es un bien escaso, tanto que en la ciudad, por ejemplo, se está obligando por ley a retirar hierba plantada para hacer jardines “no funcionales” y meramente estéticos, que hay que regar, y se está forzando a sustituirla por paisajismo más acorde al desierto.

También en la vecina California la sequía hace estragos. Recientemente se anunció que en varios condados en Los Ángeles y su área metropolitana verán a partir del 1% reducido el suministro. Con la meta de recortar un 35% el consumo de agua, los angelinos tendrán solo podrán regar sus jardines dos días por semana, y solo entre ocho y 15 minutos. En otras zonas la restricción es aún más intensa y solo se podrá regar un día.