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Elecciones en Filipinas

La amnesia colectiva empuja al hijo del dictador Marcos a la presidencia de Filipinas

Ferdinand Júnior cuenta con más del 50% de intención de voto en los comicios de este lunes | La labor de blanqueo de la dictadura en las redes sociales y la escasa exposición del hijo del sátrapa explican que pueda hacerse con la victoria

Ferdinand Bongbong Marcos Júnior, durante un mitin en Lipa, en la provincia filipina de Batangas.

Son las elecciones más largas de la historia. Décadas le ha costado blanquear a la familia Marcos la imagen del dictador para regresar a la presidencia de Filipinas. Lo logrará este lunes su hijo, también Ferdinand, cerrando el círculo de la pintoresca política nacional: del clan que huyó en helicóptero de Manila en 1991 tras haber esquilmado al país más pobre del continente se espera ahora que luche contra la corrupción.

Ferdinand Marcos Júnior cuenta con más del 50% de intención de voto en todas las encuestas, a un océano de distancia de Leni Robredo, vicepresidenta y abogada de derechos humanos. Su victoria culminará la misión vital de su madre, Imelda Marcos, quien ha desvelado en los últimos años su añoranza por el poder de la primera dama. Es el último cartucho del clan porque suma ya 92 años y nadie ve a un Marcos de presidente sin su formidable influencia política tras las cortinas. A su hijo, también conocido como Bongbong BBM, no se le conocen a sus 64 años más méritos que su apellido y la hercúlea tarea de Imelda por reescribir su legado.

Aquella dictadura conyugal está ligada a los días más brutales y corruptos de la historia reciente de Filipinas. Marcos alcanzó la presidencia en 1965 y siete años después impuso una ley marcial que levantó una década después. La disidencia quedó aplastada: unos 70.000 presos, 34.000 torturados y 3.240 muertos, según Amnistía Internacional. El hastío popular rozaba la ebullición y la pérdida del apoyo del Ejército recomendó al matrimonio huir a la carrera en 1986. Se intuyó entonces la magnitud del latrocinio.

1.220 pares de zapatos

Imelda ha recordado cómo escondía los diamantes en los pañales en las horas previas y la aduana estadounidense se incautó de 24 maletas con lingotes de oro. Los 1.220 pares de lujosos zapatos de Imelda en un país donde muchos van descalzos epitomizan la cleptocracia. Fueron valorados en 10 millones de dólares por Christie’s y Sotheby cuando en 2005 se interesaron en subastarlos. El matrimonio compró al contado icónicas propiedades en Nueva York como el Crown Building (sólo desdeñó el Empire State porque "era demasiado ostentoso", aclaró Imelda), coleccionó obras de Miguel Ángel Botticelli y acumuló gemas y brillantes a granel. Marcos fue nombrado el segundo líder más corrupto de todos los tiempos por la organización de Transparencia Internacional, solo detrás del indonesio SuhartoCorazón Aquino, su sucesora y viuda de un opositor asesinado, creó una comisión para recuperar lo robado. Los 2.240 millones de dólares conseguidos son una minucia comparados con los 5.000 o 10.000 millones totales.

Esas certezas han quedado sepultadas por un febril revisionismo. Los defensores del clan apuntan a una herencia de oro que había recibido Marcos antes de presidir el país como el origen de la fortuna y anteponen las inversiones en infraestructuras de su mandato a los atropellos. Son recordados aquellos centros culturales, plantas nucleares y hospitales que se levantaron entonces cuando el covid ha desnudado las carencias nacionales. El relato pasa por alto que aquella central nuclear, levantada con dinero extranjero, nunca abrió, o que la bonanza económica de los primeros años acabó en 1984 con el mayor retroceso del PIB desde la Segunda Guerra Mundial.

Estrategia del avestruz

Varios factores explican la amnesia colectiva. La mitad de los votantes no vivió aquella época y los libros de texto no inciden en ella. La información más a mano está en las redes sociales, tomadas al abordaje por los acólitos de la dinastía, donde videos ágiles en TikTok y YouTube describen al dictador como un filántropo. Las cuatro horas y quince minutos de media diaria que pasan los filipinos en las redes sociales les dan el liderazgo global. Ha ayudado también la estrategia del avestruz de Bongbong, tan impropia de un candidato presidencial como comprensible. Ha protegido su holgada ventaja huyendo de la exposición, sin debates y apenas un puñado de entrevistas, consciente de que su falta de cintura en las preguntas incómodas arruinó su pasada candidatura a la vicepresidencia.

Las crónicas aluden tercamente a esa juventud ignorante como el único motor de Marcos pero su liderazgo en voluntad de voto en todos los sectores de edad obliga a mirar más allá. Los filipinos han coleccionado presidentes ineptos y corruptos, tan atildados como superados por los problemas enquistados de un país desastroso. La cuarta parte de la población está por debajo del umbral de la pobreza y sólo lidera la exportación de mano barata al continente. Ahí radica su desapego por la política ortodoxa y el triunfo del lenguaraz y asilvestrado Rodrigo Duterte tras prometer que acabaría con la droga matando a los drogadictos. De Bongbong no hay noticias sobre su firmeza pero se confía en sus genes.

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