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Brasil

El carnaval brasileño se convierte en un dardo contra Bolsonaro en un año electoral

Las celebraciones de febrero se suspendieron debido a la última ola de covid que mató a 662.000 brasileños

Una joven con un abanico en apoyo a la campaña de Lula para las presidenciales participa en una fiesta del Carnaval de Río de Janeiro.

El carnaval comenzó en Río de Janeiro con una suerte de micción colectiva. La alcaldía no quiere fiestas callejeras y por eso se negó a instalar retretes químicos en el espacio público. Los juerguistas hicieron sus necesidades donde pudieron. Pero no fue ese olor a orín el que escandalizó a Brasil a pocas horas de que comenzaran los festejos demorados por la pandemia y que, debido a la última ola de un covid que el presidente Jair Bolsonaro llegó a calificar de "gripecita", a pesar de haber matado a 662.000 personas, tuvieron que pasar del estío de febrero al otoño. Brasil, sostiene la oposición, huele estas horas a podrido tras la decisión del presidente de indultar Daniel Silveira, un expolicía y referente de la ultraderecha que el mismo jueves había sido condenado por el Tribunal Supremo (TSF) a ocho años y nueve meses por sistemáticos ataques contra la democracia.

Hasta el 30 de abril se hablará de la diversión y las trasgresiones del carnaval, pero también de su vertiente política. En un año electoral, en el que el Bolsonaro se juega su reelección frente a Luiz Inacio Lula da Silva, cada palabra y gesto que salga de los sambódromos, el multitudinario espacio consagrado al ritual colectivo, tendrá un significado añadido. La revista Istoé auguró un torrente de crítica social. Para el portal UOL las protestas contra el excapitán del Ejército "cobrarán fuerza" tanto en Río de Janeiro como en San Pablo. Nueve de las 12 escuelas que compiten en la "ciudad maravillosa" por el principal premio han elegido temas relacionados con la intolerancia, el racismo y la defensa de la naturaleza.

Tribuna contra el presidente

"El Carnaval 2022 promete una tribuna contra Bolsonaro", sostuvo el diario paulista Folha. Uno de los "gritos más fuertes de oposición al poder público" se escuchará este sábado cuando se presenten los Gavilanes Fieles en el sambódromo de Anhembi. "Las vidas negras nos importan/ El grito de las mujeres no será silenciado", cantarán ante 30.000 personas. El espectáculo lleva el nombre de 'Basta' e incluye la figura de un jefe de Estado que días atrás, su intérprete, Neandro Ferreira, llegó a definir como "un Bolsonaro muy gay". Los Gavilanes tuvieron que corregir a Ferreira, un destacado coiffeur que reside en Londres y es el responsable de la cabellera de Björk, entre otras celebridades. El personaje que encarnará el peluquero, precisó la escuela de samba, "podría ser cualquier gobernante de la historia del país". Ferreira también volvió sobre sus pasos. Dijo que, en rigor, solo se había hablado de "un fascista". Nadie pareció tomarse demasiado en serio las aclaraciones, ni siquiera la ultraderecha, al punto de que el senador Flavio Bolsonaro recordó en que "todos los gais también recibieron" la ayuda social del Estado en tiempos pandémicos. "Tenemos un presidente que no discrimina a nadie", añadió su hijo.

Un historial homofóbico

Antes de su llegada al Gobierno, a principios de 2019, Bolsonaro llegó a asegurar que prefería tener un hijo muerto a uno que fuera homosexual. En el sambódromo caricoca, con capacidad para 70.000 espectadores que solo podrán acceder a la instalación con su pasaporte sanitario, desfilará la escuela de samba Bangay, la primera que se define como LGTB. "El hecho de que el presidente sea una persona homofóbica y racista, lo hace más difícil", señaló Sandra Andréa dos Santos, fundadora del colectivo.

En marzo de 2019, durante el primer año de su gestión, Bolsonaro expresó su fastidio con aspectos laterales del carnaval y subió a su cuenta de Twitter imágenes tomadas de forma anónima que mostraban a unas personas en acciones obscenas: "Muchas comparsas callejeras se ha vuelto en eso que ven". Los populares cantantes Daniela Mercury y Caetano Veloso le respondieron con la canción 'Prohibido el Carnaval' en el que ambos ironizan sobre los valores conservadores de las autoridades: “Abre la puerta de este armario, que no hay censura". Las fiestas de 2020, las últimas antes de la pandemia, subieron el tono de la mofa contra el Gobierno.

La realización del carnaval en otoño provoca cierta extrañeza en los brasileños. La decisión de suspenderlo, en febrero pasado, no impidió que algunas comparsas "clandestinas" salieran igualmente a la calle. Más allá de su importancia sociocultural, el carnaval es un gran evento económico. La última edición, de 2020, permitió a Río de Janeiro que entraran en sus arcas 777 de euros. En cuanto a San Pablo, el corazón industrial de Brasil, recaudó 535 millones de euros.

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