Salah Abdeslam, el único superviviente de los comandos yihadistas que mataron a 130 personas en París y Saint Denis el 13 de noviembre de 2015, confesó este miércoles en el juicio por esa masacre que su objetivo era provocar una nueva explosión en el distrito 18 de la capital francesa.

Esa confesión se confirma con la reivindicación que el día de los atentados hizo el Estado Islámico, que habló de una cuarta acción en ese barrio de París.

Contra todo pronóstico, el principal acusado del proceso rompió el silencio sobre las cuestiones que no había aclarado en los anteriores interrogatorios. "Voy a hablar. (...) Puede preguntarme por lo anterior", dijo el acusado al presidente del tribunal cuando este se disponía a preguntarle sobre su fuga de París, en el último día en el que va a ser interrogado.

Abdeslam aseguró que fue su hermano Brahim -uno de los suicidas de la sala de conciertos Bataclan- quien le dijo que había un encargo para él, pero que fue Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de la masacre, quien le dio el encargo concreto sin decirle en un primer momento su objetivo, aunque sí le precisó que sería en Francia. También le entregó un cinturón de explosivos la víspera de los atentados: "Para mí fue una sorpresa. Yo quería ir a Siria, pero acabó por convencerme".

Desde el apartamento que alquilaron en Bobigny, al este de París, acudió la víspera con su hermano Brahim al café contra el que debía atentar, narró, y el mismo 13 de noviembre le dijeron que, además, debía llevar a los suicidas del Estadio de Francia. Ese mismo día hizo el recorrido en coche para reconocer la zona antes.

El día de los atentados, tras dejar a los dos suicidas del Estadio de Francia, se dirigió al distrito 18, situado en el norte de la capital, donde debía entrar en un café, pedir una consumición y detonar el cinturón. "Aparqué el coche, entré en el café, me senté, pedí una bebida. Reflexioné, miré a la gente a mi alrededor y entendí que no podía hacerlo. Entonces volví al coche", aseguró.

Tras unos kilómetros, el vehículo se averió y continuó a pie, antes de tomar un taxi para dirigirse a una zona tranquila y poder abandonar el cinturón de explosivos. Acabó en Montrouge, al sur de París, donde fue encontrado unos días más tarde el artefacto. Allí, dijo, lo colocó en un lugar escondido para que nadie pudiera utilizarlo y le quitó el mecanismo de detonación.

Luego se escondió en una casa abandonada, compró un teléfono y llamó a su amigo Mohamed Amri, que se encontraba en Bélgica, para que fuera a buscarle. Lo hizo, dijo, porque era el único número que conocía de memoria.

Abdeslam reiteró que no conocía los otros objetivos, que sabía que su hermano formaba parte de los comandos, pero que desconocía contra quien iban dirigidos. Tras su huida a Bélgica, pasó cuatro meses escondido antes de ser arrestado el 18 de marzo de 2016.