Como si quisiera anticiparse a la decisión de Joe Biden de vetar las importaciones de petróleo ruso, Nicolás Maduro hizo pública con pocas horas de antelación la voluntad de Venezuela de vender crudo a Estados Unidos, un país con el que rompió relaciones diplomáticas a finales de enero de 2019. "Estamos preparados para aumentar en uno, dos, tres millones de barriles (diarios) si hiciera falta para la estabilidad del mundo", le comunicó Maduro al alto mando político y militar. En diciembre de 2020, el Ministerio de Petróleo venezolano había anunciado que la producción de crudo sobrepasó el millón de barriles diarios, algo que no sucedía desde 2018.

Las palabras de Maduro son la primera consecuencia visible de las conversaciones que mantuvo personalmente en Caracas con una delegación norteamericana el pasado sábado. El encuentro, dijo el mandatario, fue "respetuoso" y "cordial". A su vez, el jefe de Estado dejó un detalle que ha sorprendido a los analistas. "Estaban las banderas de Estados Unidos y Venezuela, se veían bonitas las banderas unidas", añadió el líder bolivariano.

La Casa Blanca no solo confirmó el viaje sino la pretensión de continuar con el diálogo sobre "seguridad energética" que ha situado a Venezuela en el tablero de la crisis mundial abierta con la invasión a Ucrania. El viaje de la comitiva de EEUU, señaló 'The New York Times', ha buscado debilitar las relaciones entre Caracas y Moscú.

La reunión tuvo un claro olor a crudo. Maduro recordó al respecto que "siempre va a estar al frente de las iniciativas para estabilizar el mercado petrolero, el mercado gasífero y el mercado energético". Los vínculos con Washington se rompieron después de que la Administración de Donald Trump reconociera al diputado Juan Guaidó como "presidente encargado" de Venezuela. Luego, Trump redobló la presión con duras sanciones económicas, entre ellas la confiscación de Citgo, la filial de Petróleos de Venezuela en EEUU.

El nuevo escenario surgido a raíz de la incursión militar rusa ha abierto en Washington una vía de comunicación con las autoridades ejecutivas venezolanas. Maduro ha reclamado que cesen las medidas que provocaron en parte la ruina de la economía venezolana, según señalaron medios de prensa caraqueños.

Las relaciones con Putin

Una semana atrás, el tono de Maduro era diferente. Hasta el punto que llegó a levantar el teléfono para comunicarse con su colega ruso, Vladímir Putin y trasmitirle "la condena de Venezuela a las acciones desestabilizadoras de la OTAN". Con esa llamada reafirmó su condición de principal aliado de Moscú en América Latina. Pero los últimos acontecimientos, entre ellos el viaje de la delegación norteamericana a Caracas, parecen haber introducido un matiz político que ha obligado a Maduro a moderar su altisonancia.

Le tocó a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, expresar ese sutil giro. El Gobierno madurista, dijo, "suma su voz a la paz, al diálogo y, a que las resoluciones sean a través de mecanismos pacíficos". "Nunca nos verán en las filas de la guerra en sí misma, o por la guerra. Siempre nos verán por los derechos del ser humano, por los derechos del medioambiente yel planeta", añadió Rodríguez.

Maduro, entre tanto, expresó su voluntad de retomar el diálogo en México con la oposición interna con el objetivo de resolver la crisis que aqueja al país desde hace casi una década. "Frente al conflicto en Ucrania estamos tomando medidas para controlar la inflación en caso de que se prolongue este conflicto. No somos un pueblo de cobardes, somos guerreros y vamos para adelante", dijo Maduro.