Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crisis en el este de Europa

Rusia construye una fortaleza económica para minimizar el impacto de posibles sanciones

El Kremlin ha acumulado reservas en moneda extranjera, ha desdolarizado su economía y ha reducido su dependencia de la financiación extranjera

Edificios financieros en Moscú.

La Rusia de Putin lleva casi un decenio preparando su economía para una confrontación de gran envergadura con Occidente. Desde la anexión de Crimea y el inicio de la guerra en el este de Ucrania en 2014, las autoridades rusas han incrementado las reservas internacionales, han reducido la presencia del dólar en su economía y sobre todo, han adoptado decisiones destinadas a limitar la dependencia del país del sistema financiero internacional. Los expertos consideran que Occidente aún cuenta con la posibilidad de pactar unas sanciones vigorosas que logren disuadir al Kremlin de embarcarse en una nueva aventura militar en Ucrania. Eso sí, demandan celeridad a EEUU y a la UE a la hora de acordarlas y anunciarlas, ya que este tipo de medidas, adoptadas a posteriori, pierden gran parte de su eficacia.

"Desde 2013 (fecha del inicio del conflicto en Ucrania) Rusia ha ido construyendo una fortaleza para protegerse de las influencias externas; a nivel macroeconómico no hay debilidades, las reservas internacionales son amplias, y la política fiscal ha sido conservadora", destaca telefónicamente Maria Shaguina, profesora visitante en el Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales y experta en sanciones y seguridad energética. El objetivo, según asegura a El Periódico Maximilian Hess, investigador del Instituto de Investigación de Política Exterior, consiste en "soportar el (eventual) impacto de sanciones de calado y evitar el choque fiscal que se produjo en 2014", cuando se acordaron las primeras represalias económicas debido a los sucesos en Ucrania.

De los extractos mensuales publicados por el Banco de Rusia se extrae la conclusión de que la máxima de las autoridades financieras rusas en estos últimos años ha sido ahorrar sin pausa ni descanso. Si a finales de 2018, las reservas internacionales, denominadas en moneda extranjera u oro, equivalían a 468.435 millones de dólares, en este enero de 2021 ascendían a 630.627 millones de dólares. Esta restrictiva política financiera se ha materializado a costa de minimizar el crecimiento económico, reducir los estándares de vida de la población y limitar incluso el gasto social en tiempos de pandemia. "La economía rusa ha crecido poco en los últimos años", constata Shaguina. Con este dinero, según adelanta esta experta finlandesa, las autoridades podrán rescatar en caso de conflicto a "empresas importantes sistémicas" que se hallen en apuros, al igual que sucedió en 2014 con la petrolera estatal Rosneft, aunque está por ver si incluirán "a todos los afectados".

Reducir la dependencia

Reducir los vínculos financieros externos y la dependencia del país del sistema financiero global ha sido la segunda de las grandes políticas seguidas por las autoridades rusas durante estos últimos años para incrementar la resiliencia de su economía frente a represalias exteriores. "Desde 2014, Rusia ha modificado de forma sustantiva su estrategia financiera, pidiendo menos préstamos en moneda fuerte y modificando los términos legales de sus contratos de préstamos extranjeros", explica Hess. En concreto, según detalla este experto en un informe titulado 'Geopolítica, sanciones y la deuda soberana rusa tras la anexión de Crimea', Rusia introdujo en 2016 una cláusula en la emisión de eurobonos que realizó entonces que le permitía devolver los préstamos en francos suizos, euros o libras esterlinas en el caso de que le sea prohibido hacerlo en dólares.

Todo ello ha generado un indisimulado sentimiento de confianza en la clase política rusa de que el Estado ruso, entre la que parece prevalecer la visión de que el país podrá capear el temporal sin demasiados descalabros. "Evidentemente, no es agradable, pero sí gestionable; creo que nuestras instituciones financieras podrán controlar estos riesgos en el caso de que aparezcan", ha declarado recientemente Antón Siluanov, ministro de Finanzas. Una opinión que no es compartida por los expertos consultados, quienes creen que si Occidente actúa con decisión y sin hipotecas, ello podría empujar al Kremlin a replantearse su comportamiento. "Creo que una combinación de medidas duras que incluyan sanciones extraterritoriales contra bancos rusos y su exclusión de transacciones denominadas en dólares constituirían un golpe significativo", detalla Shaguina. Su compañero Hess está de acuerdo con esta tesis: "Si la Administración Biden implementa las sanciones que ha anunciado (veto a las transacciones en dólares), Rusia sufrirá consecuencias fiscales significativas aunque no de forma inmediata".

Objetivo preventivo

Con todo, la estrategia que están siguiendo EEUU y la UE en esta nueva crisis con Rusia difiere enormemente de lo sucedido tras los sucesos de Crimea. Mientras que en 2014 se actuó a posteriori con el objetivo de modificar el comportamiento de Rusia una vez consumada los hechos, algo mucho más problemático en opinión de los expertos, en este caso, las sanciones tienen un objetivo disuasorio preventivo: se trata de mostrar cuál será el castigo antes de que éste sea aplicado. "La teoría acerca de las sanciones nos dice que son más efectivas cuando actúan para prevenir algo", explica Shaguina. Por esta razón, pide celeridad y unidad, en particular a la UE, que lleva debatiendo el tema desde noviembre. "La ventana de oportunidad se está cerrando; no se puede negociar para siempre".

Compartir el artículo

stats